viernes, 20 de abril de 2012

No son los pueblos

Mucho se ha hablado estos días del caso Repsol YPF y de los distintos personajes que han intervenido en él. Hay argumentos para todos los gustos y creo que merece la pena detenerse a meditar sobre la cuestión.

No obstante, lo que me llama poderosamente la atención es la ingente producción de comentarios insultantes a ambos lados del Atlántico, como si se tratara de las hinchadas ultra de dos equipos dispuestos a decir cualquier barbaridad a la primera de cambio. Está demostrado que el conflicto primario prende como la pólvora y saca a flote lo peor del ser humano. Se trata del gen imbécil: "El patriotismo es el último refugio de los canallas", al decir de Samuel Johnson. Por desgracia, sigue siendo verdad, a ambos lados del charco y en todas partes.

Hay que cortar de raíz todas estas sandeces y lugares comunes sobre argentinos y españoles que son dos pueblos hermanos, que se levantan por la mañana y van a trabajar por cuatro centavos y nada tienen que ver con un conflicto entre empresas y gobiernos.

Dicho esto, resulta obvio que las empresas (no solo españolas) que acudieron en masa a la venta de las joyas de la abuela por tres pesos promovida por el presidente Méndez (no voy a escribir su verdadero nombre porque atrae la desgracia sobre quien ose mentarlo) y que asistieron a los acontecimientos de 2001 -recuérdese a Rodríguez Saá, el nanopresidente, afirmando que Argentina no pagaría su deuda externa- sabían perfectamente a qué juego jugaban y qué clase de riesgos asumían. No existe la inocencia entre tiburones, verdad Urdanga? Dando por buena esta hipótesis, es de suponer que hayan calculado con tiralíneas la posibilidad de un escenario en donde esto podía ocurrir y, contemplada globalmente durante equis años, la inversión seguiría siendo rentable. Si no es así, como gestores son muy irresponsables o algo peor.

En el tipo de sociedad que hemos construido -o que nos ha construido a nosotros- existen los contratos y las leyes. Y esto resulta válido tanto para los individuos como para los gobiernos. En ese sentido, ante una medida de fuerza unilateral son los tribunales los que tienen la palabra, pero esto no debe o no debería afectar las relaciones entre los pueblos. Hay mil maneras de hacer las cosas antes de romper la baraja. El gobierno argentino habrá calculado lo que se le puede venir encima, paralelamente, el gobierno español protesta con la boca pequeña, no vaya a ser que a Repsol le sigan Telefónica, Gas Natural, Agbar y un largo etcétera. Lo que importa, a fin de cuentas, es la ídem de resultados.

Me interesa más debatir la cuestión de fondo que, a mi entender no es otra que la posibilidad de una forma alternativa de organizar las sociedades al margen de "los mercados", la Merkel, el Banco Mundial, el FMI, Sarkozy y una larga serie de angelitos. Y la respuesta no es simple.

Cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta de lo que significa la caída de los países pertenecientes al llamado "socialismo real" desde comienzos de la década de los noventa. Es un tema largo de analizar pero, en resumidas cuentas, el paraíso de los proletarios no era paraíso ni era de los proletarios. Era un desastre tan colosal como Chernóbil. En cuanto se abrió la puerta, NADIE quería estar ahí. Pregúntenle a un rumano o a un ruso lo que opina de la era comunista.

Ahora bien, ¿cómo nos va a nosotros? En estos momentos hay una gente en el gobierno de España que ha sido elegida con mayoría absoluta y que ha sacado la tijera de podar prometiéndonos una existencia futura digna de campesinos chinos. Y al que no le guste que se aguante, nos dicen. Es lo que hay. Ambos gobiernos -el español y el argentino-, pretendidamente democráticos, actúan valiéndose de sus respectivas mayorías absolutas como si fueran patentes de corso.

En la España post-Zapatero empresas de todo pelaje y condición, públicas y privadas, aprovechan la coyuntura y aumentan los precios de forma salvaje (transportes, tasas universitarias, copago sanitario, etc.). Y se supone que todo es por NUESTRO BIEN. Por eso Esperancita ha aumentado fuertemente el precio de los transportes en Madrid, las empresas de energía eléctrica nos aplican el "déficit tarifario" -claro, nosotros tenemos "superavit salarial"- y la gasolina se paga por encima del euro y medio y un etcétera tan largo que harían falta varios tomos para reflejar los agravios al hombre común.

Los ciudadanos de las democracias occidentales vivimos la dictadura de los mercados. Hoy destruyen Grecia, mañana Portugal y pasado nos toca a nosotros. Nuestro sistema se basa en vender humo, empaquetarlo, "derivarlo", "futurizarlo", "indexarlo", "certificarlo", "fideicomisarlo" y triquiñuelas sin cuento y pasarle el paquete tóxico al último perejil, como si fuera un billete de tres pesos impreso con la Epson de casa. Lehman Brothers o Madoff no valen más que los trileros de la esquina de mi barrio. Es más, a los trileros de la bolita los ves venir.

Véase el caso de los bancos, que han prestado dinero de forma absolutamente irresponsable, han generado una crisis sin precedentes y luego son reflotados con dinero de todos. Paralelamente, los miembros de sus consejos de administración no se privan de nada. Ningún banquero ha ido a juicio, todos siguen en sus puestos. Y son los responsables últimos de este desastre. Por acción u omisión. Si autorizaron los créditos hipotecarios basura son culpables. Hasta han vendido "acciones preferentes" a jubilados que les han confiado sus ahorros sin tener la menor idea de en dónde se metían. ¿Eso no es criminal? La fecha de vencimiento de esas "preferentes" es NUNCA. ¿Cómo oponerse a la violencia legal, esa que ejercen las empresas, el mundo "legalizado" contra los que nada tienen? ¿Haciendo asambleas? Parece que hace falta algo más contundente.

En resumen, ¿no estaremos alcanzando el límite de un modelo que se basa fundamentalmente en la desigualdad? Y ¿cuál es la alternativa? ¿Cuba? ¿China? ¿La Venezuela de Chávez o la Argentina de Cristina? ¿Qué ocurre con el equilibrio entre igualdad y libertad? ¿Serán dos magnitudes inversamente proporcionales?

Una España con 6.000.000 de parados -que alcanzaremos probablemente en 2013- es un polvorín social a punto de estallar.

No entro en la forma que tiene el gobierno argentino de hacer las cosas, el tono visionario de alguien que habla como si estuviera poseído, las alusiones constantes a "Él" (¿se trata de un semidios, de un dios o acaso es una mención a Dios a secas?), y un largo etcétera. En contrapartida, es difícil que un europeo entienda lo que significa la derecha latinoamericana y sus siglos de retraso, lo cual justificaría la reacción encendida por parte de la izquierda y la aparición de personajes supraenfáticos, mesiánicos, en ocasiones rozando lo patético.

Aquí tenemos a un gallego en el poder (gallego de Galicia) que no dice ni mú, que no se sabe si entra p'adentro o sale p'afuera y cada vez que abre la boca es para pegar un hachazo que te deja temblando. Sin contemplaciones. ¿Que quieres estudiar? Si puedes pagarlo... adelante... ¿Que tienes una pensión de 500 euros y de ella tiras tú y tus nietos? Te vamos a aplicar una tasa para que pagues por los medicamentos. "Es sólo el equivalente a 4 cafés al mes", les dice el funcionario pijo-reconcheto de turno a unos viejitos que suerte tienen si toman achicoria en sus casas. Y suma y sigue.

El cuento de la libre empresa, del mercado que todo lo regula y del capitalismo en todo su esplendor se agota. Ni la empresa es libre, ni compite en igualdad de condiciones ni el mercado se autorregula. Antes al contrario: se repiten los errores de anteriores crisis aumentados y corregidos. Es como una partida de póker para el pardillo de turno. Te dejan ganar seis o siete manos menores y cuando te has confiado y entras con lo que no tienes viene "la verdad de las cosas".

El mundo funciona así. Si entras en un mesa de póker, echas un vistazo a los jugadores y no reconoces de inmediato al tipo que van a desplumar, no te quepa la menor duda: el imbécil eres TÚ. Esa es la esencia del capitalismo. Cuatro se lo llevan muerto y el resto a pringar. Son lentejas.

Tengo un amigo del alma a quien admiro y cuyo juicio respeto -sí, sos vos, gilún- y que es profundamente "cristinista". Me dice que mi visión y la de todos los que estamos fuera está nublada por el filtro de los medios de comunicación que responden a los grupos de poder de toda la vida. Bien. Vamos a darlo por bueno. Digamos que la visión que tenemos aquí está forzada. No obstante, cualquiera puede juzgar los tonos, los mensajes y un largo etcétera. Doctores tiene la Iglesia.

No me interesa ni Cristina ni Rajoy. En cuanto tensión humana, es mucho más probable que Cristina sea más recordada por su pueblo que Rajoy. Si se rompen las reglas y se jode a los poderosos pero se favorece a quienes menos tienen se podría aplicar la castellana máxima del "ladrón que roba a un ladrón". Como mínimo, 100 años de perdón le caen. Queda por ver si son los más necesitados quienes se benefician de esta acción que imagino no será la última. Se repite la historia. Al igual que Eva Perón le ganaba en testosterona a su marido, Cristina va un paso más allá que "Él".

Ha habido otros intentos de romper la llamada "seguridad jurídica". Véase por ejemplo el caso de Alan García en el Perú de los 80. No parece que les haya ido muy bien. Poderoso caballero es Don Dinero. Mientras el mercado gobierne los destinos mundiales con mano de hierro a los herejes sólo les queda huir al Este del Edén.

¿Y si la historia estuviera girando? ¿Y si fuésemos nosotros, los que vivimos en Europa, los que debiéramos pedir cuentas a nuestras empresas-gobiernos y obligarlas a que dejen de tocarnos los cojones y dejen de exprimirnos como si fuéramos esclavos de Roma? ¿Y si esta receta de recortes sin fin no lleva más que al desastre final? Porque se dirá lo que se quiera, pero parece que la Argentina de Cristina tiene cifras positivas de crecimiento y a nosotros nos aguarda el invierno nuclear. ¿Es el camino ortodoxo el adecuado? ¿Tiene sentido que estemos en el euro y tengamos que bajar la cabeza ante Alemania? ¿A qué precio?

El problema de fondo es, según creo, cómo gestionamos la escasez. ¿Dejamos todo como está y seguimos confiando en la resurrección del mercado de la mano de la siguiente burbuja hasta que vuelva a estallar o aprovechamos este desastre para plantear una alternativa ideológica de organización y autoprotección de la sociedad ante abusos ilimitados por parte de los poderosos? Porque que yo sepa, con crisis y todo, los que eran muy ricos en 2008 son más ricos en 2012. Es decir, se nutren de la desgracia de la mayoría.

O hablamos del tema, ponemos las bases y dibujamos los contornos de un modelo viable que supere el estrecho marco de la sociedad de marchantes de hombres o la ola nos pasa por encima irremediablemente. No es posible que esta mierda de sociedad neoliberal e insolidaria sea lo mejor que podamos parir.

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