lunes, 27 de agosto de 2012

Confirmado: para ser político en España hace falta tener diploma de imbécil

Ni 24 horas ha tardado el diputado orensano Collarte en pedir disculpas por decir públicamente que "las paso canutas para llegar a fin de mes con mi sueldo de 5.100 euros". Pero las razones que aduce -que tiene 2 viviendas en propiedad y que ha puesto una a la venta y que como no la vende tiene que hacer frente a 2 hipotecas muy caras- son propias de un RETRASADO MENTAL. Es como echar dinamita al fuego. Es como decir "como me he comprado 2 Ferraris y 1 Lamborghini es que voy un poco justo, necesitaría unos 100.000 al mes para respirar un poco". Y decirlo en la España apocalíptica de 2012, con su partido en el gobierno clavándole un cuchillo en el hígado a todos los españoles día tras día vía impuestos, recortes, tasas, multas y toda clase de formas de hacer que uno desprecie a los políticos en bloque, es una patada en las partes nobles a todos y cada uno de los habitantes de este país, independientemente de su filiación política, sus orígenes o sus creencias. Este señor nos insulta a todos.

Resulta patético que personas tan limitadas tengan cargos relevantes y supuestamente representen al pueblo. Es infinitamente preferible un malvado a un gilipollas. No me cabe la menor duda de que la dirección del PP no hará nada con este energúmeno, como ya hizo en el caso de la diputa da Fabra. Se trata de un partido repleto de servidumbres caciquiles, de compromisos adquiridos por doquier. Un partido que defiende lo indefendible.

La pregunta es qué se puede hacer con esta gente. Cuando Cristóbal Colón, almirante de la Mar Océana, navegó por lo que hoy es la República Dominicana y Haití, llegaron a sus oídos inquietantes historias acerca de unos indios llamados caribes que procedían de extrañas islas situadas más al sur, cuarta al sureste, a dos jornadas de navegación con vientos favorables y que raptaban a sus víctimas, las ataban a un poste, les daban de comer para que engordaran y luego se los comían como si fueran cerdos. De ellos no quedaba ni el recuerdo. No sé. Me ha venido a la mente. Así, de repente.

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