jueves, 26 de marzo de 2015

El mal

No ha sido un accidente. Todo parece indicar que el copiloto del vuelo de Germanwings estrelló deliberadamente el aparato. El margen de error es prácticamente nulo.

Bien podría haberse suicidado en soledad, gesto que todos habríamos celebrado y jamás nos habríamos enterado de su existencia. En lugar de eso, decidió llevarse consigo a 149 personas y ser conocido en el mundo entero.

La banalidad del mal. Otra vez Hannah Arendt. Nuevamente un pedazo de mierda con dos ojos.

Un asco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Martin,
Tu referencia a Hannah Arendt me parece muy valiosa, también porque en ese suceso hubo mucho de frialdad mecánica, fue -de alguna manera- un suicidio coherente con la conocida (no me atrevo a decir tradicional) confusión que se da en algunas zonas entre el destino individual y el destino colectivo. Recuerda a Hitler deseando la muerte del Volk a través de su propia muerte.
Un abrazo.