jueves, 26 de marzo de 2015

Máquinas

Un accidente terrible, así, sin previo aviso. Vidas, sueños, abrazos que se pierden. Historias personales conmovedoras, muy duras.

Un suceso extraño, que los especialistas no aciertan a explicarse. Empiezan a acumularse vuelos accidentados cuando la aeronave se encuentra en la fase de vuelo supuestamente más segura: cuando alcanza la velocidad de crucero.

Siempre se ha dicho que los momentos más comprometidos de un vuelo son el despegue y el aterrizaje, pero el vuelo de Air France desaparecido en medio del Atlántico, el vuelo de Malaysia Airlines cuyo destino último aún se desconoce o el reciente accidente del vuelo de Germanwings parecen contradecir esta afirmación.

Me ha llamado la atención el comentario de un piloto mayor con muchas horas de profesión. Afirma que la informatización extrema de los sistemas de vuelo ha hecho que los pilotos pierdan facultades propias del aviador de toda la vida y, de alguna manera, tengan menos recursos en términos de habilidad personal a la hora de resolver problemas inesperados.

Los cisnes negros. Problemas para los que no solo no estás preparado, sino que todo lo que conoces, toda tu experiencia, juega en tu contra. Un cisne negro por definición es inesperado, imposible de calcular de antemano y hace falta una lógica alternativa -y mucha suerte- para lidiar con él.

Las máquinas son omnipresentes. Se trata de algo que cabe observar en otras facetas de la vida. Las máquinas han sustituido muchas tareas humanas y han generado cierta pereza mental. El caso de los sistemas modernos de grabación de audio: al permitir grabar por fragmentos y repetir muchas veces una toma, las grabaciones pierden frescura y los propios músicos se vuelven más torpes, más cómodos, menos exigentes. En casos extremos (muy habituales en la música de consumo masivo) alguien que no canta ni en la ducha logra una afinación perfecta y una potencia y colocación digna de Pavarotti. Compresores, autoafinadores, armonizadores... Una mentira descomunal..

En la bolsa, las máquinas han tomado el control. El trading de alta frecuencia ya es un lugar común. Entran y salen un millón de veces. La bolsa dirige el mundo. Mercados como Forex abren las 24 horas del día. Las órdenes de compra/venta de los grandes fondos están dirigidas por máquinas. Ergo las máquinas...

¿Estamos seguros de que no vivimos en Matrix?

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