lunes, 31 de julio de 2017

Jeanne

Se ha marchado discretamente, como la gran dama que era, Jeanne Moreau. Una intérprete como pocas, que enamoraba a la cámara. Musa de incontables directores de primera fila. Truffaut, Louis Malle, Antonioni, Elia Kazan, Wenders, Buñuel... ahí es nada.

Orson Welles, otro "principiante", llegó a calificarla como "la mejor actriz del mundo".

Había algo en ella de paloma de ciudad perdida entre la gente. Algo turbio y desolado que invitaba a abrazarla y a no hacer preguntas. Mejor así. Siempre pueden contestarte.

Madame Moreau, ma belle, es un privilegio que usted forme parte de mi vida.

Vous êtes éternelle.

En 1976, Jeanne Moreau dirigió "Lumière", con música del insuperable Astor Piazzolla. Por si fuera poco, era tanguera... Una música para despedirse. Para no regresar. Jamais.



domingo, 30 de julio de 2017

Colores de la tarde

Esta tarde suena a Benny Carter y su magnífica versión de "Things Ain't What They Used To Be".

Con ustedes, Mr. Carter, todo un gentleman del saxo alto!


No amarás

Hay una película del polaco Krzysztof Kieslowski que se llama "No amarás" (originalmente, "Krótki film o milosci").

Se estrenó en 1988 y, después de todos estos años, me sigue conmoviendo profundamente. Se trata de cine de verdad, sin subterfugios, directamente a lo esencial. En tiempos de imbecilidad catódica es algo anacrónico, lo sé. No hay efectos especiales, a nadie le cortan la cabeza y no aparecen perros de dos metros. Una decepción total para el consumidor compulsivo de basura.

Volvamos a lo que importa. Toda la película me parece magnífica, con diálogos de una altura superior y una carga filosófica sobre la existencia y los otros realmente notable. Hay una escena que me destruye: el protagonista contemplándose a sí mismo al mirar por su telescopio, el único nexo con el mundo real, la vara mágica que le permite inmiscuirse en las vidas ajenas.

En 1988 tenía aproximadamente la edad del protagonista. El mundo era nuevo, aunque ya estaba algo cansado. De haber soñado tanto día y noche.

Desde mi faro -hoy el mar amaneció en calma- os la recomiendo.




sábado, 29 de julio de 2017

Tania

Mi amiga Tania vive en Managua. La conocí en un curso que di en 2011 en el Centro Cultural de España, un lugar al que tengo mucho cariño y que he visitado en varias ocasiones.

Managua fue, junto con Córdoba, Madrid, Santiago de Chile, México DF, Lima, Salvador de Bahía, Santo Domingo y San Salvador, uno de los centros del proyecto Artenet, un proyecto de cooperación realizado en colaboración con la AECID y los gobiernos locales.

Los recuerdos que atesoro de aquel proyecto son innumerables, como incontable es el número de personas que colaboraron en él. Gente de ley, recia, la mejor gente que uno pueda encontrar.
Se trataba de crear unidades de acción para que los nuestros, los que hablamos, pensamos y soñamos en español, no creyeran que la única forma de salir adelante era emigrar, algo difícil de asumir para una persona joven que vive día a día las limitaciones que le impone su patria y es sometida al bombardeo constante de opciones, a cual más apetecible, vía los crueles medios de comunicación de nuestro tiempo.

Tania es arquitecta y, a mi modo de ver, representa lo mejor de nuestra mejor juventud, la que puede cambiar las cosas. No solo trabaja incansablemente en toda clase de proyectos de arquitectura, sino que da clases hasta caer rendida y siempre está dispuesta a enrolarse en proyectos solidarios. Son precisamente las Tanias de Latinoamérica las que pueden darle la vuelta al continente como un calcetín.

Para empezar, nuestra tierra sigue siendo machista y muy atrasada. Todavía pervive la imagen del caudillo, el hombre omnisciente y todopoderoso. Así nos va. No es preciso ser un lince para ver que las sociedades en las que la calidad de vida está por encima de la media hace tiempo que se han desmarcado de este modelo patriarcal.

El proyecto Artenet-Autoempleo Digital se creó en 2005. En aquella época en España los perros se ataban con longanizas y logré que hasta la SGAE -para lograr fondos para la cooperación uno hace extraños amigos- pusiera dinero e instalaciones.

A partir de 2008, las cosas en España experimentaron un cambio radical. Eso ya es historia. Aparecieron nuevos partidos y siguen los mismos en el poder. Blesa, Rato, Rita, Bárcenas, Ignacio González... para qué seguir. Lampedusa se quedó corto.

A pesar del tiempo transcurrido, rara es la semana que no me escribe algún participante del proyecto desde Chile, Perú, Nicaragua o Cuba para comentarme cómo le va con su pequeña start-up o qué ideas tiene para el futuro. Y no oculto que esas cartas me emocionan muchísimo.

Nuestra gente tiene todo para triunfar y no tiene por qué emigrar a EEUU o a Europa para vivir una cultura diferente, separados de sus afectos y donde siempre serán "los de fuera". Otra cosa es venir a formarse, a colaborar de igual a igual o a buscar aliados.

Hay que confiar en nuestras posibilidades. Si Wenceslao Casares le pudo colocar Patagon al Santander (todavía se acordarán de él en el banco rojo. Bueno, donde las dan las toman. Hoy la Botín se hace con el Popular por un euro y ayer su padre compraba el hoy denominado Openbank por mucho más) es que cualquier latinoamericano puede llegar con ideas y realidades a cualquier parte.

Confiar en nosotros, en nuestro patrimonio común, nuestro idioma, tener el descaro suficiente para pensar que si no se ha hecho antes razón de más para intentarlo y trabajar como un poseso. Inteligencia colectiva, colaboración en red, intercambio de bienes y servicios mediante modelos alternativos, trasvase de conocimiento.

Dentro de 10 años, ¿cuántas empresas supuestamente eternas sufrirán el mismo proceso que acaba de destruir el Banco Popular? A mi modo de ver, no solo se trata de una gestión deplorable por parte de sus responsables, es todo el modelo de negocio el que quedó superado. ¿Cuántos bancos lograrán sobrevivir a las Fintechs? El BBVA parece haber captado el mensaje. ¿Cuántas empresas superarán el efecto Amazon, que genera disrupción en todo lo que toca? ¿Qué sentido tiene tener un coche en propiedad si cada vez que te apetezca o lo necesites puedes conducir un Tesla o un Model 3 y dejarlo en cualquier parte que ya se ocuparán de la ITV, el impuesto de circulación, las averías, recargar el "tanque" y un largo etcétera? ¿Para qué tener las cosas en propiedad si se puede pagar por su uso estricto?

Si tienes un ordenador/computadora y puedes acceder a la red tienes un cóctel Molotov que se rellena solo de combustible. Las empresas lo saben, la gente no se conforma con cualquier cosa y tarda 20 segundos en marcharse a la competencia. Que se lo pregunten al Banco Popular.

Tania, Jader, Bárbara, Martín, Rodrigo, Jairo, José Ángel, Laura, Sonia, Ernesto, Jacobo, León, Tomás, Francisco, Nuria, Santos, Carmen, Sergio, Bernando... hasta Carlinhos Brown que acogió el proyecto en su escuela Pracatum.

El futuro de América Latina está en sus manos. Que emigre Rita... que los europeos y los norteamericanos aprendan a limpiar sus casas. No es tan difícil. Hay muchos tutoriales en Youtube. Si ponen atención les quedará de maravilla.

Tania, como buena nica, además de arquitecta es poeta. Los nicaragüenses -en tierra de volcanes y poetas- no pueden evitarlo. Único lugar del mundo en el que he estado y donde la gente se despedía de una fiesta o de una conversación apasionante diciendo "me voy a un recital de poesía". Otro deporte nacional muy renombrado es clavar cuchillos por la espalda, pero hay que reconocer que lo hacen con mucho arte. En cuanto uno se da la vuelta, lo fusilan. Una vez que se comprende el juego resulta muy divertido. ¡Hablemos mal de alguien!

Ella me dijo que compra pocos libros y que termina prestándolos. Pero no para de leer. Siempre que tiene tiempo libre va a las bibliotecas porque, según me confesó, siente pena por los libros, tan solitos, en prisión incomunicada. Tania visita las bibliotecas de Managua, la ciudad donde las calles tienen nombres imposibles, la ciudad dispersa, donde los frutos y los amores son violentamente dulces, para que los libros puedan salir al patio y estirar las piernas.

Finalmente.













domingo, 23 de julio de 2017

Mozart

Mozart. Una sola palabra basta para evocar el genio puro en las cuatro esquinas del globo.

Qué extraño destino me transporta a una tarde perfecta. El auditorio de San Lorenzo de El Escorial y Las Bodas de Fígaro, una de las óperas más representadas y, sin duda, una de las mejores obras del maestro de Salzburgo, en el cénit de su grandeza. La fuerza de la juventud en alguien prematuramente maduro. Una combinación imbatible.

Las bodas de Fígaro es una ópera bufa en cuatro actos, una suerte de comedia de enredos de finales del XVIII, en los albores de la Revolución Francesa. Cuando la Ilustración comenzaba a limitar el poder de la Iglesia y la razón se habría paso en un mundo presidido por las tinieblas de la superstición.

En el entonces Sacro Imperio Romano Germánico, el divino Wolfgang componía arias dignas del más exigente de los dioses. Y qué decir de los juegos corales... tres, cuatro, cinco... ¡hasta siete voces simultáneas! Un alarde de dominio técnico y, al mismo tiempo, una sensibilidad única, propia de alguien que ha vivido muchas vidas, que ha atravesado múltiples desiertos.

Mozart. Un milagro de la evolución humana.

Me conmovió especialmente la soprano Katerina Tretyakova, en el papel de Susanna. Nacida en Murmansk, el norte más desolado, y educada en Lituania. ¡Qué maravilla de voz! ¡Qué manera de suspender en el aire los sonidos!

Estamos tan acostumbrados a oír música realizada por no músicos, cantantes que no cantan, que cuando por fin oímos a alguien realmente cualificado sale el sol. Las voces de los cantantes "modernos" apenas serían nada sin los mecanismos electrónicos de compresión, ecualización, reverberación y un largo etc. Por no hablar de los casos en los que se aplica directamente un AFINADOR. Tal cual.

Tretyakova nos transporta a un manantial de bosque. Cada vez que camina por el escenario su voz se torna esquiva, un susurro, como en un efecto doppler en miniatura. Los silencios. Su fraseo delicioso. ¡Y la forma de cantar sotto voce! Digna de los encantamientos de los bosques de Nemi.

El edificio del auditorio y su localización -sobre todo su localización- hicieron el resto en una velada para recordar. Contemplar las luces de Madrid desde el Escorial siempre es un espectáculo. En El Escorial viví tres años: de los más felices de mi vida.

Amigos, almas gemelas, lectores todos de este blog... ¡Mozart! (En este caso con la también superlativa Anna Netrebko).






sábado, 22 de julio de 2017

Azules

Extraño esplendor tiene el mundo a veces. Uno vive.

viernes, 14 de julio de 2017

Legrand

Investigando en la red para algo que estoy escribiendo doy con un reportaje que Mirtha Legrand hace a un personaje relacionado con la dictadura. Legrand… curiosamente, hace unas semanas, comiendo en casa de un amigo hispano, no sé por qué salió su nombre. Lo citó él y dijo algo así como “es una presentadora argentina que tiene un programa hará unos treinta años”. “¿Treinta? corregí yo. Me inclino más a decir cincuenta”. Eso valió para que me tacharan de exagerado: porteño al fin y al cabo.

Pero hete aquí que gracias a Google y Wikipedia la memoria ya no es lo que era. Mirtha Legrand arrancó con sus famosos “almuerzos” hace 49 años. Es un milagro de la experiencia catódica, una prueba de que la inmortalidad existe. Qué bien le habría sentado a Federico II de Prusia conocer a esta señora.

Su verdadera edad es un misterio eleusino. Algunos refieren que estaba presente cuando Gardel cantó el primer tango-canción documentado como tal, “Mi noche triste”. Eso nos llevaría a 1917, en plena Primera Guerra Mundial. ¿Por qué no?

Me detuve a ver el programa de Doña Mirtha. Tremendo. Obviamente, esta señora hace lustros que  se encuentra más allá del bien y del mal y se permite decir cualquier cosa a quien sea. Y de la manera que considere más oportuna. Para algo es una diva. Me recuerda al personaje de Agatha Christie en “Asesinato en el Orient Express”, aquella marquesa o baronesa de 162 años de edad que se burla irónica e inteligentemente de todo el mundo. Siempre me ha fascinado la regla de tres por la cual la gente con dinero y propiedades (aunque no sean el fruto de su trabajo) trata con el pie al resto de los mortales. Creen que pueden decir y hacer lo que les venga en gana. El  mismísimo Voltaire reflexiona sobre la cuestión. Lo que sucede es que justo antes de la Revolución Francesa contestarle a uno de estos personajes implicaba la certeza de ser molido a bastonazos –como le sucedió al autor de “Cándido”- a plena luz del día y en el centro de la ciudad. La impunidad total.

“Como te ven, te tratan”, dice Mirtha Legrand en una de sus muletillas preferidas, a modo de moraleja vital. “Y si te ven mal… te maltratan”, remata.

Un prodigio de la derecha argentina de toda la vida. La derecha no quiere morir. La muerte es el verdadero comunista. Strelnikov! Un pobre pasa al otro mundo como vino, limpio de polvo y paja. Ah.... pero los ricos. No. En el último instante de sus egoístas y miserables vidas los ricos vislumbran todo aquello que dejan en este mundo. ¡Para sus cuervos! Todo aquello que no gastaron ni disfrutaron pasa directo a los sacaojos de sus vástagos. Eso sí que es un infierno en toda regla. Estoy umbrío por la pena. Casi bruno.

Legrand te hace reflexionar sobre NUESTRA derecha, la derecha latinoamericana. Aquella que considera que el continente debería ser blanco y que los “aborígenes” o los “negros” sirven como mano de obra para el campo, atender las casas y poco más.

La señora no da puntada sin hilo. Viéndola, resulta difícil dejar de pensar en aquellas viejas damas de la buena sociedad que se rasgaban las vestiduras ante la mera existencia de Eva Perón. La odiaban con todas sus fuerzas.

En mi reciente viaje a la República Argentina constaté que el país estaba dividido entre partidarios y enemigos acérrimos de Cristina Fernández. El diálogo con unos y otros era complicado, ya que estaba trufado de visiones fanáticas, más cerca del fervor religioso que de la racionalidad. Me llamó la atención que los discursos más radicales en contra de la ex-presidenta los pronunciaban mujeres. Mujeres que la odiaban de manera visceral y hablaban de ella como si estuvieran hablando de Hitler o el Dr. Mengele. Sin medida.

Siguiendo el principio de acción-reacción, si tenemos una derecha tan intransigente como la que representa Mirtha Legrand y otros personajes afines, ¿qué cabe esperar de la izquierda? Unos y otros utilizarán la democracia como medio para alcanzar sus fines. Y de paso, robarán a manos llenas, porque en eso sí que se parecen como dos gotas de agua. A la derecha se le nota un poquito menos. Ya robaron sus mayores, no tienen tanta prisa.

Legrand, me hiciste hablar de política. Que no. No iba por ahí. Me emocionó verte hablando en la televisión en 2017. Lo que decías y cómo lo decías me resultaba estomagante, pero eso da igual. Vos estabas diciendo las mismas cosas hace 3, 4 décadas, cuando yo era un pibe, y me recordaste un mundo en blanco y negro. Mis abuelos estaban vivos. Mi casa paterna era humilde pero nunca faltó nada realmente esencial. Muchos libros, pintura, risas, amor y música a todas horas. Amigos. La casa siempre llena de amigos.

Lo demás es prescindible.

Una Argentina que ardía, enfrentándose a una de sus mayores –si no la mayor– crisis de su historia. El terror de estado completamente desatado. Desaparecidos. Torturas. Niños secuestrados en los centros de detención ilegal. Hasta el día de hoy… vos Rosa María Juana Martínez, alias Legrand, seguís diciendo lugares comunes en la televisión argentina y aparecen niños perdidos que hoy tienen más de cuarenta años.

Y la terrible guerra de las Malvinas como colofón a toda esa orgía de sangre. Un matadero para jóvenes conscriptos que entregaron sus vidas con una valentía que sorprendía a los propios soldados profesionales ingleses. Abandonados a su suerte.

Ningún general fue a morir allí. Un general argentino queda bien en las celebraciones del 25 de mayo, ataviado con guantes blancos y portando sable. Que no falte el vaso de whisky entre las manos, la servilleta correctamente doblada entre el vaso y la mano, como mandan los cánones del buen gusto (a Legrand le encantan estos pequeños detalles). Las trincheras son para los pibes del Chaco, de Misiones, de Formosa. Preferiblemente, de las partes más pobres de nuestra inmarcescible República.

No cabe imaginar un general argentino al frente de sus tropas, corriendo la suerte de sus hombres, como sí ocurrió con el teniente coronel inglés Herbert Jones, muerto en combate en Colina Darwin.

Faltaría más. Uniformes intactos. Como te ven, te tratan… n’est ce pas, Madame Legrand?


Sentir

Me pasé la vida aprendiendo a sentir menos.
Cada día sentía menos.
¿Es eso madurar? ¿O acaso es algo peor?

Uno no puede protegerse de la tristeza sin protegerse al mismo tiempo de la felicidad.

miércoles, 5 de julio de 2017

Seguridades

Acaso el peor consejo que se pueda dar a un artista en ciernes es "ten algo seguro a lo que agarrarte. Un plan B en caso de que fracases".

Si existe un plan B se acabará utilizando. Por gravedad. Ante el más mínimo contratiempo volverás llorando a casa de tus padres. Y créeme, la vida en general es una sucesión de contratiempos. La del artista es lo mismo pero a nivel exponencial.

Salvo en estos tiempos donde se eleva la estupidez a los altares (por un interés puramente mercantil, no vaya usted a creer otra cosa) lo habitual es que genios de la talla de Gustav Mahler se consuelen diciendo cosas como "mi tiempo llegará" o que Vincent Van Gogh coma a diario gracias a su hermano Theo.

Vivir una vida de artista no está al alcance de cualquier aprendiz de burgués. Al burgués le gusta comer bien, que alguien le atienda a sus hijos, una casa confortable, vacaciones un año sí y otro también. Solo podrá permitirse veleidades artísticas si alguien de la familia se ocupó de ganar un dinero. El "dizqueartista burgués" ha venido a gastarlo, pero como vive una vida sin sentido del sacrificio (léase la correspondencia entre Kandinsky y Schoenberg, dos genios absolutos que intercalan lo más elevado con la imposibidad de pagar las facturas del médico para sus hijos) su "arte" suele quedar bien en las galerías de la calle Jorge Juan.

Ahora bien, las musas son tan simpáticamente hijas de puta que el hecho de quedarte calvo a los 18, vivir en un húmedo sótano "de capricho", que no tengas ni perro que te quiera y tu cuenta corriente sea un colador perenne no asegura que las generaciones venideras encuentren la inspiración en el geométrico misterio sonoro de tu nombre. Esas circunstancias solo garantizan que seas un calvo arruinado, solo y con pretensiones. Un Lex Luthor expatriado del cómic, con la única opción de reírse de sí mismo.

En cualquier caso, para decir algo que merezca ser escuchado en un mundo repleto de lugares comunes y comentaristas de los logros de otros, es preciso que las naves ardan hasta la hez, medio millar de hombres y por delante todo México hasta la mismísima Tenochtitlán. Y unos huevos de toro.

Solo los absolutamente radicales -por inconsciencia pura- consiguen algo.

Hay que estar medio o loco entero para creer en el cuento de la Tierra Prometida. Y sin embargo, allí a lo lejos, sí... más allá del Néguev...

martes, 4 de julio de 2017

Zweig

Toda sombra es, al fin y al cabo, hija de la luz y solo quien ha conocido la claridad y las tinieblas, la guerra y la paz, el ascenso y la caída, solo éste ha vivido de verdad.