domingo, 30 de julio de 2017

No amarás

Hay una película del polaco Krzysztof Kieslowski que se llama "No amarás" (originalmente, "Krótki film o milosci").

Se estrenó en 1988 y, después de todos estos años, me sigue conmoviendo profundamente. Se trata de cine de verdad, sin subterfugios, directamente a lo esencial. En tiempos de imbecilidad catódica es algo anacrónico, lo sé. No hay efectos especiales, a nadie le cortan la cabeza y no aparecen perros de dos metros. Una decepción total para el consumidor compulsivo de basura.

Volvamos a lo que importa. Toda la película me parece magnífica, con diálogos de una altura superior y una carga filosófica sobre la existencia y los otros realmente notable. Hay una escena que me destruye: el protagonista contemplándose a sí mismo al mirar por su telescopio, el único nexo con el mundo real, la vara mágica que le permite inmiscuirse en las vidas ajenas.

En 1988 tenía aproximadamente la edad del protagonista. El mundo era nuevo, aunque ya estaba algo cansado. De haber soñado tanto día y noche.

Desde mi faro -hoy el mar amaneció en calma- os la recomiendo.




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