Estoy tomando un café en el Aeroparque, mirando el río. El día es extraño, cambiante. Aunque retiren el puente y también la pasarela me verás cruzar el Ebro, mi amor, en un barquito de vela.
La chica que me atiende quiere entablar conversación. Sabe que vengo del extranjero y en la mirada tiene ese brillo, esas ganas de escapar al otro lado del mundo, de vagar por el planeta.
Salir para extrañar lo de uno, el dulce de leche, el mate, las voces, el río. Para regresar algún día siendo un completo desconocido.
Me sonríe desde la barra y baja los ojos. Debe tener unos veinte años y su mirada está limpia. Contame quién sos, cómo hiciste para sobrevivir al otro lado del mar, llevame lejos de aquí.
Si me mirás otra vez, me voy con vos.
Tranquila, hermosa. No voy a hacerte eso. Vivo rodeado de fantasmas.
Cuando volvió a mirar en dirección a mi mesa yo ya no estaba.
Voy con dirección norte, a encontrarme conmigo.
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