De la mano de los neofascistas de la Liga Norte y de los no se sabe qué Cinco Estrellas, Italia rememora el espíritu genuinamente mussoliniano.
El primer ministro Matteo Salvini no ha tardado en cumplir su amenaza: ha cerrado las fronteras de Italia a un barco de rescate con 629 inmigrantes a bordo, 123 de ellos niños.
El recuerdo de otros barcos, de otros inmigrantes a los que cerraron el paso. Gente que venía con lo puesto, sin dinero, sin nada. Italia también tuvo hambre en su momento y las riadas de italianos desesperados inundaron el Nuevo Mundo.
Debería existir un infierno particular para toda la gente sin alma de este mundo. Un barco flotando junto a alguna de las numerosas islas de plástico y basura con que estamos destruyendo el planeta cargado hasta los topes con los hijos de todos los políticos y los pijos de escuela de pago que alientan este tipo de indiferencia. Ellos tranquilos en sus cómodos casoplones.
Todos los europeos, por acción u omisión contribuimos a este estado de cosas.
Las vacaciones ya están aquí. La más metafísica de las preocupaciones actuales.
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