lunes, 26 de noviembre de 2018

Viajes

En Francia, patria de la libertad y la dignidad del ser humano, pervive una tradición maravillosa. Al finalizar sus estudios, los estudiantes se lanzan a realizar viajes de descubrimiento, en la más genuina tradición de los viajeros románticos. Se trata de viajes literarios, profundos. La contracara del turismo. Viajes para transformar la mirada y descubrir qué hemos venido a hacer al mundo.

Puede ser el Transiberiano hasta Vladivostok, cruzar el gran desierto australiano por Alice Springs o las islas de los mares del sur siguiendo la estela de Stevenson. He tenido la suerte de conocer personalmente a algunos de estos viajeros, como Romain, que aprendió fonéticamente una canción tradicional rusa acompañado de la guitarra, ese milagro de madera, y emocionó a todos los que montaban en el viejo y cansado tren que los transportaba más allá de los Urales: lo cuidaron como si fuera hijo suyo. Romain no tenía ni idea de lo que iba cantando o de las teclas que tocaba en el alma de aquellos rusos aguerridos, tallados en piedra. Es igual. Nadie ha dicho que las cosas del corazón tengan que tener algún sentido o significado.

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