Estoy escribiendo una novela. Es decir, me estoy volviendo loco. En buena hora decidí meterme en este lío... Por cuestiones del argumento, estoy investigando diversos temas al mismo tiempo.
Al grano. La Argentina. La cuestión argentina. Estoy descubriendo que el nazismo tuvo un impacto enorme en el país. Se pensó en una especie de Cuarto Reich. Perón -que admiraba abiertamente el fascismo italiano y "paseó" por allí en los años treinta- abrió el país a la emigración nazi. La famosa "ruta de las ratas", tolerada y fomentada por El Vaticano. El affaire del Proyecto Huemul, las fábricas de aviones a reacción en Córdoba, etc. Todo eso es historia.
Creo que el nazismo no desapareció con las juntas militares. Pervive en las formas, en la absoluta falta de tolerancia al que piensa distinto. Hoy. Casi en 2020. Se utiliza un lenguaje deletéreo, "hay que eliminar", "hay que acabar con ellos", "la tienen adentro"… Se "dialoga" por llamarlo de alguna forma a los gritos. Incluso hay gente que usa formas propias de los predicadores televisivos. Y ver un programa de televisión (por You Tube, no veo TV) de un lado u otro resulta estomagante. El número de insultos supera al de ideas.
No somos otra cosa que lenguaje (barro pa casa, jaja). La forma en que hablamos y razonamos marca los límites de nuestro pensamiento y las posibilidades de modificación de la realidad.
Pegando gritos y ninguneando a los demás no se va a ninguna parte. Es preciso erradicar el nazismo cotidiano.
Quizá la inspiración se sitúe antes de 1930. Quitando brevísimos periodos de democracia y personajes como Arturo Illia que parecen islas, todo son iluminados y salvadores de la patria. Gente con las ideas aparentemente claras. Y los resultados que todos conocemos, es decir, una putísi.... quiero decir, un desastre de proporciones bíblicas.
martes, 17 de septiembre de 2019
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