La guerra estaba ganada y Stalin disfrutaba de la gloria. Lo único que le quitaba el sueño era la creciente popularidad de Zhukov, el héroe de Berlín. Pero el tiempo de las purgas salvajes había pasado.
Cierto día, llamó al ministro de cultura soviético y se interesó especialmente por el cine.
—¿Cuántas películas producimos por año, camarada?
—Doscientas, más o menos.
—Y de esas doscientas, ¿cuántas son buenas?— inquirió el Zar rojo.
—Unas diez... Sí, cada año producimos diez películas buenas.
—Perfecto. El año que viene solo vamos a producir diez películas y nos olvidamos del resto. ¿Entendido?
—A tus órdenes, camarada.
Al año siguiente, Stalin convocó nuevamente al ministro.
—¿Cómo ha ido este año? ¿Cuántas películas hemos producido?
—Diez películas. Tal como ordenaste, camarada. Ni más ni menos.
—¿Y cuántas son buenas?
—Ninguna.
martes, 17 de diciembre de 2013
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