miércoles, 18 de diciembre de 2013

Teología de andar por casa

El extraño caso de la operación de compra de arte -espíritus exquisitos donde los haya- alentada por el hijo de Aznar y revelada en la prensa de hoy nos da ciertas pistas sobre cuál es la tarea del Padre, del Hijo y, tirando de imaginación, a qué dedica el tiempo libre el mismísimo Espíritu Santo.

Más o menos es así: Padre coloca a señor con nombre que recuerda a la Leche al frente de una Caja de Ahorros, Hijo recuerda a señor Blesa que fue su Padre quien le situó ahí y pretende cobrar el Favor Divino, pero el Padre ya no es lo que Era y ahora ya no tiene poderes sobre el Espíritu Santo, que hace lo que le viene en gana. Tan cierto como que quien hace favores en esas alturas de la merda institucional espera amortizarlos con creces.

Enternecedora la parte en que Blesa recuerda su condición de joven fogoso e irreflexivo a Aznar-Botella. "Algún día te arrepentirás de haber escrito este mensaje". Puede que ese día haya llegado. Blesa le habla como si fuera de la familia. Y así es, se trata de una familia. Quien tiene contactos tiene un tesoro.

E la nave va.

Testigos presenciales afirman haber visto a Buenaventura Durruti al frente de su columna entrando por los Pirineos. Vienen cantando Gallo rojo, gallo negro a voz en grito. Un creciente clamor se derrama por valles, cañadas, colinas, calveros del bosque. Nadie puede pararlos. Nadie.

Al tiempo.

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