Si a alguien le interesa conocer el estado actual de la pareja tradicional en España y su futuro igual a menos 10.000 no tiene más que ver Las brujas de Zugarramurdi, del bilbaíno Álex de la Iglesia.
Por más que los tarados de turno se empeñen en legislar y poner puertas al campo, la realidad es la que es.
Ya sé, Joseba, Álex es muy bestia, pero te aseguro que la película tiene escenas cumbre, como cuando fríen a tiros a Bob Esponja en plena Puerta del Sol. Impagable. Una suerte de justicia poética para los que hemos tenido que soportar la voz doblada y chillona de la dichosa esponja de sol a sol.
Además, la película está dedicada a un amigo que se nos fue hace poco, Jesús Robles, alma máter junto a María Silveyro de la librería Ocho y Medio. Un balón de oxígeno en medio de la nada.
También se murió Germán Coppini. Comme prima. Hay que joderse. Esto de estar jugando el segundo tiempo no mola nada.
Álex recupera los mejores momentos de Ochocientas balas, con un Sancho Gracia en estado de ídem. Tiene el pulso que Almodóvar, a juzgar por el bodrio aeronáutico, parece haber perdido. En el debe, como siempre, el exceso. A partir de cierto punto, la película se le va de las manos. Pero el exceso es la marca de la casa y hay que aceptarlo (o no...).
Algunos diálogos sobre la pareja y la redefinición de los roles de arriba abajo son tan reales que se hace difícil pensar que el director no conozca de primera mano las puertas del averno que se abren en una separación con hijos.
Hace mucho tiempo que no me reía tanto.
Y solo.
Gora Zugarramurdi!
domingo, 29 de diciembre de 2013
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1 comentario:
Es muy, muy importante que el año cambie pronto. Vamos acumulando densidad, y claro: las luces reverberan.
(No la he visto, pero quizá no lo haga)
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