lunes, 10 de febrero de 2014

Cuarto y mitad de viento

Noche de ciclogénesis explosiva. En la web de REE podemos observar la estructura de producción de energía y la demanda en tiempo real en todo el territorio nacional.


El cuadrante que abarca de las 8 a las 12 del reloj muestra la contribución de la energía eólica a la producción (9:30 de la mañana). Como cabe comprobar, se trata de la mayor porción de la tarta (superior al 33 por ciento).

La energía solar solo contribuye con un 2,3 %.

Es decir, alguien nos está cobrando el sol y el viento de España. Ahora mismo. Sabido es que la energía eólica y la energía solar presentan problemas relacionados con la inmediatez del consumo y el almacenamiento de los excedentes. Personalmente, considero que si podemos enviar naves a Marte -no nosotros, pero sí la Agencia Espacial Europea- bien podríamos dar con la solución técnica. Otra cuestión distinta es si interesa acabar con el sistema de producción de energía tal cual lo conocemos.

Nuestros queridos ex-presidentes Felipe González y José María Aznar ficharon por dos grandes de la producción energética en España: Gas Natural y Endesa, respectivamente. Las estrechas relaciones entre la alta política y el lobby energético son un secreto a voces.

¿Por qué razón se discute la privatización de la sanidad y, en ocasiones, se detienen o se difieren en el tiempo proyectos como el de la Comunidad de Madrid y no se hace lo mismo con la energía básica? Obviamente, se logra detener la privatización después de una movilización ciudadana encabezada por los propios profesionales sanitarios.

¿Acaso la energía no es un bien de primera necesidad? La crisis ha generado una nueva clase de pobres: los pobres energéticos. Gente que no puede pagar los recibos y a los que se les corta el suministro de agua, gas o energía eléctrica.

Sin miramientos. Lo viví en carne propia en 1990. Eran días de vino y rosas, y el que suscribe era joven y el dinero escaseaba. De repente estaba estudiando en casa y me cortaron la luz. Llegué a tiempo de hablar con los operarios que estaban manipulando los contadores. "Somos unos mandados..." Eran unos tíos majos, pero no había nada que hacer.

En aquellos tiempos era un chaval y vivía solo, recién estaba descubriendo la vida. Otra realidad muy distinta es que te corten el suministro con hijos y en pleno invierno. Hoy, el número de pobres energéticos no deja de crecer.

No es posible que haya dinero para pagar infantas y toda clase de payasos sin gracia y no se pueda garantizar el suministro energético básico a la población. La energía no es un negocio. O no debería serlo. Es un derecho, como la sanidad o la educación. Igual que ocurre con el acceso a una vivienda digna. Se incluye en la Constitución, pero como tantas cosas es papel mojado. No se puede hacer negocio con la desgracia de la gente: hay que ser un grandísimo malnacido para irse tranquilo a la cama haciendo eso.

Es como negarle el quirófano a un niño porque sus padres no tienen seguro. Mención aparte la cuestión de cómo se intenta boicotear desde el lobby energético -en connivencia con el poder político- el desarrollo del autoconsumo.

La energía lo es todo: nuestro modelo de sociedad necesita ingentes cantidades de energía. Los ciudadanos tenemos que tomar conciencia de que esto debemos arreglarlo nosotros mismos. No podemos confiar en nuestros políticos, porque terminarán de consejeros en las empresas energéticas. Ni siquiera se preocupan de guardar las apariencias. Es como las declaraciones de la Casa Real: "La Casa Real confía en que el pueblo español y el juez Castro se den por satisfechos con la declaración de la Infanta". ¿Pero esta gente se cree que somos todos idiotas?

Cuando el rey se fue a cazar elefantes en plena crisis galopante y se le pilló in fraganti porque resbaló y hubo que hospitalizarle, pidió disculpas al pueblo español. Y ES EL REY, no una simple infanta. Fueron 11 palabras de disculpa. Si el monarca, que ha cumplido un papel histórico en la consolidación democrática española, es capaz de pedir perdón, con más razón su hija a la que de momento no se le conoce contribución alguna al bienestar del país. Que empiece por renunciar a sus derechos "reales".

Hay que considerar la posibilidad de dejar de consumir energía de forma desaforada, olvidarse del coche y de todas las tonterías que nos vende el sistema. El autoconsumo comunitario empieza a ser viable: exploremos las distintas variantes y mixes energéticos que nos ofrece la tecnología. Hay que organizarse. No se puede confiar en las grandes empresas. Lo que es bueno para ellos es muy malo para nosotros.

Empieza a perfilarse una revolución pacífica: no vamos a seguir consumiendo vuestra porquería. Somos mayores de edad. Si no ganan dinero con nosotros tendrán que hocicar. Dejar de consumir su pescado podrido es un hecho revolucionario.

Por cierto: el que consuma Coca Cola es un esquirol (otra cosa es lo que yo piense de esta bebida). Y se caga en nuestra gente. Si se llevan los puestos de trabajo, que se lleven su negro brebaje. Al mismísimo infierno.






















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