En 1894, Albert Einstein asistía al Luitpold Gymnasium. El instituto apenas le interesaba. De hecho, sus notas eran bastante mediocres. Es lógico, aprender cálculo infinitesimal de forma autodidacta debió restarle mucho tiempo.
Las cosas alcanzaron un punto crítico cuando Einstein cumplió 15 años. Refieren testigos calificados que cierto día un nuevo profesor, el Dr. Joseph Degenhart, sostuvo el siguiente diálogo con su alumno:
—Usted nunca llegará a nada en la vida.
—¿Por qué? No he cometido delito alguno...
—Su sola presencia aquí mina el respeto que me debe la clase.
Doctores tiene la Iglesia.
sábado, 5 de julio de 2014
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