Es una de las mejores películas que he visto en mi vida. Un trabajo soberbio. Supongo que mi amor incondicional por Jack London influye o tal vez mi doble condición de hijo y padre, heredero de una larga estirpe de solitarios. Personas que se pierden en la inmensidad de tierras yermas o naufragan en mares de azulejos, que no encuentran el camino de regreso.
Una hipersensibilidad que impide sobrevivir en este mundo de reglas, con sus ganadores y perdedores. De autómatas.
Alguien que quiso probarse al límite y respirar la libertad. Los compañeros de viaje. Sencillos, sin histerias. Sin despedidas.
La tarde en la playa.
Una historia digna de ser contada. Un abrazo directo al corazón.
"La fragilidad del cristal no habla de su debilidad, sino de su calidad..."
Estas cosas no se hacen. Que uno ya tiene una edad.
miércoles, 16 de julio de 2014
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