viernes, 12 de febrero de 2016

Ezeiza

Mis recuerdos de pibe están estrechamente vinculados a Ezeiza, el aeropuerto internacional de Buenos Aires. Ni Ministro Pistarini ni inventos raros, para mí siempre será Ezeiza.

Años más tarde lo cambiaría por Barajas. Ir a recibir a alguien que venía del otro lado del mundo, alguien que se iba. Horas interminables de despedidas y abrazos. Caty, Roberto, Israel, Teresa, Raúl, Mary, Naúm, Sergio, Carlos, Margarita, Ernesto, Cata, Luis, Jaci. Olga y Manuel subiendo al avión con Tabaré. Corriendo de la mano de mi viejo por las pistas. ¡Se nos van los amigos! Allá bañados en lágrimas, como lloraban los capitanes griegos en la propia Ilíada. A este lado del charco todo para adentro. Un español nunca llora. Aprieta los dientes y mira al frente.

Pablo Iglesias se conmueve ante la gente que no cuenta para nada. Se le atragantan las palabras. Aunque solo fuera por eso, en cuanto tensión humana vale más que todos los políticos profesionales juntos. Aún no sabe que para dirigir el barco hay que ser un robot impasible, sin alma. Optar siempre por el menor de los males. Aprenderá.

El buen gobernante en nuestro mundo actual es un auxiliar administrativo de quienes sí tienen poder de decisión. Programan una máquina, esas mismas que nos permiten comunicarnos con el más allá sentimental, y desmoronan los índices bursátiles a una velocidad desconocida. Su nombre técnico es trading de alta frecuencia. Previamente se han puesto cortos... como si no supieran lo que iba a pasar. Cada punto que bajan los Nikkei, los SP, los Ibex, los Dax incrementan el nivel de dolor de quienes dependen de la gracia de los poderosos para sobrevivir. Cuando se hayan quedado con todo a precio de saldo invertirán el sentido de la marcha. En un atraco con navaja hay más nobleza.

Desde niño, personas centrales en mi vida que se fueron para siempre. Las cartas, con esa magia de letra apresurada y sintaxis corregida. Quince días de ida y quince días de vuelta. Las comunicaciones que envía el Curiosity desde Marte tardan 14 minutos en llegar a la Tierra.

Después la evolución vertiginosa de las telecomunicaciones. Las BBS, Internet, el correo electrónico, Skype, Whatsapp. Este mismo blog, que es una botella al mar y a veces arriba a costas insospechadas. Poder comunicarse de forma instantánea y gratuita con la otra cara del mundo.

Gente que aparece después de tanto tiempo. Como si hubiéramos vivido en planetas distintos. La España a la que llegué con mis padres a finales de los setenta no se parece en nada a la actual. Nos metieron en el euro sin pensar y sin preguntar. El propio proyecto del euro parece ser que no lo pensó nadie. Países que no destacan precisamente por su nivel de imbecilidad colectiva, como es el caso de Dinamarca y el Reino Unido, se mantuvieron al margen. Probadlo vosotros y luego nos contáis. Pues sí. Os contamos.

Nos vemos en dos años. Tres a lo sumo... En cuanto nos instalemos te escribimos y vemos cómo traerte. Lo primero será buscar un trabajo. Antes tengo que saber qué quiero hacer con mi vida. Te llevo conmigo, hermano. Llamame en cuanto llegues. No llorés, loco.

En los bosques de Ezeiza aprendí a andar en bicicleta. Se quedó en casa, esperándome en vano. También a vos desde el recuerdo te vuelvo a ver.


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