El profesor Neurus era un personaje de mi infancia. Tenía un ayudante que se llamaba Pucho al que maltrataba continuamente llamándole "retonto" y lindezas por el estilo. Más o menos, como hace el jefecillo de turno con sus subalternos. A Pucho lo salvaba que era un buenazo y que tocaba el bandoneón. Recuerdo un episodio en que cantaba un tango cuya letra solo decía "este que... este que..." También tenía lo suyo.
El ser humano solo sabe librarse del estrés pasándoselo a otro. Es el límite de la evolución.
El bueno de Neurus tenía complejo de genio y gastaba aires de haber descubierto el agua tibia. Un precursor.
Con los años, he ido conociendo muchos Neurus y Neuras. Gente que está del tomate. Muy recomendable el libro que escribió mi ex-alumno y gran amigo Rodrigo Muñoz-Avia, "Psicólogos, psiquiatras y otros enfermos".
"No mires a los ojos de la gente, me dan miedo, siempre mienten...", decía Coppini, que ya se marchó.
Parejas que se dicen toda clase de barbaridades a plena luz del día, delante de todo el mundo (¿para qué mierda siguen juntos si se odian a todas luces?), hijos que tratan a sus padres como si fueran basura sin compactar, amigos instrumentales... en fin.
Qué inocente parece el lejano Neurus en comparación con los locos que andan sueltos. Este que...
sábado, 6 de febrero de 2016
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