Donald Trump afirma que el mundo tiene problemas y él los va a arreglar. A golpe de insulto y exabrupto. Colgándole el teléfono a todo aquel que le diga algo que no sea de su agrado. Al estilo de su amigo Putin pero al frente de la todavía primera potencia. Los chinos deben estar dando saltos de alegría. Es el fin del mundo como lo hemos conocido.
Desde Calígula y otros locos egregios la lista de fenómenos paranormales que han ocupado la jefatura de un estado es virtualmente interminable, pero esta hamburguesa transgénica los convierte a todos ellos en profesores eméritos de Oxford.
Que Dios nos asista.
viernes, 3 de febrero de 2017
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2 comentarios:
Trump me revigoriza, tiene la facultad de retrotraerme a mi juventud más abierta y ávida, pulveriza la perniciosa creencia de pensar que tras unos cuantos años ya lo hemos visto todo. Y no, no lo hemos visto todo.
También tiene la facultad de estresarme, de producirme una gran inquietud. No es el presidente de los Estados Unidos a quien uno quisiera confiar el futuro de sus hijos. Va a hacer todo lo posible por aprovechar al máximo su gran oportunidad con estrategias y objetivos que ni imaginamos. Espero que los Estados Unidos sean realmente tan sólidos y resistentes como siempre he querido creer, y que Trump quede neutralizado pronto. Idealmente, deseo que su presidencia sea fugaz e impulse una edad dorada de libertades reverdecidas y potenciadas. Pero tengo muchas dudas, Martin. Un abrazo.
'A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo'
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