Febrero siempre está ligado en mi recuerdo al mar. Todos los meses de enero, papá fabricaba un calendario con dibujitos que reflejaba los días que faltaban para marchar a las playas del sur.
Diego y yo nos encargábamos de tachar los días que restaban para la partida. Bendita época, de días ferruginosos, humedades rioplatenses.
Esos viajes al mar forman parte de los días más felices de mi vida. Tuve una infancia maravillosa, acentuada por el hecho de que mis viejos eran casi contemporáneos nuestros: eran y siguen siendo unos pibes.
Lo único que realmente importa es estar junto a la gente que uno quiere. El resto, en mayor o menor medida, resulta prescindible.
sábado, 3 de febrero de 2018
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario