sábado, 18 de diciembre de 2021

Otoños

Vos también tenías tango en las venas, aunque no lo supieras. Buen viaje, niña. Mi jacaranda de Buenos Aires. Mi rosa de invierno, mi playa desierta.

Quiero creer que algún recuerdo feliz sobrevivirá. Aquella tarde en el salón inmenso invisibles a los ojos de los demás o la bajo el entoldado. Esa sensación de eternidad. Oír mi nombre en tu acento. Tú. Yo. Los dos para los dos. Nosotros. Vos escanciándote sobre mi pecho.

Vos diciéndome al oído que te gustaba mi barba. Mis cicatrices. Mis años de navegaciones sin sueño.

Vos. Los dos riendo a carcajadas en todo momento. Vos pidiéndome que omitiera mi acento castellano y retornara a las calles de mi infancia.

Debí hacerme mayor en Buenos Aires, debí casarme en Buenos Aires, tener hijos allí. Soy porteño hasta la médula. Vos (tú) me lo recordaste.

Créeme  cuando te diga que el amor me espanta, que me derrumbo ante un te quiero dulce, que soy feliz abriendo una trinchera. 

Créeme cuando me vaya y te nombre en la tarde, viajando en una nube de tus horas, cuando te incluya entre mis monumentos. Créeme cuando te diga que me voy al viento de una razón que no permite espera, cuando te diga que no soy primavera sino una tabla sobre un mar violento. 

Créeme si no me ves y no te digo nada, si un día me pierdo y no regreso nunca.

Créeme...


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