Harto de huir de sí mismo, agotados los pactos con el diablo, Alberto G. finalmente confesó:
"Sí, es cierto. Todo lo que dicen de mí es verdad. He gastado una gran fortuna en coches, mujeres y alcohol... El resto lo he malgastado".
Y fue condenado a 1.742 años, 6 meses y 12 días de soledad en la Cárcel de Piedra, donde los corazones hace tiempo que dejaron de latir.
Al entrar aquí, abandonad toda esperanza.
Cúmplase.
Íntegramente.
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