Los dioses nos envidian porque podemos amar y podemos abandonar este mundo. Ellos han de seguir con la comedia hasta el final de los tiempos. No pueden dejar de ser lo que son.
Un dios tampoco puede amar a otros. Un destino cruel.
En Menorca, la más oriental y apartada de las islas Baleares, una mujer asesinó a su hijo de ocho años en la bañera de su casa y lo metió en una maleta junto con sus escasas pertenencias. Según sus propias declaraciones, pretendía iniciar una nueva vida y no "importunar" a su nueva pareja. Los restos del niño fueron descubiertos por casualidad hace algunos días, dos años después de su muerte. Ella tomó todas las precauciones posibles para evitar que fuera identificado pero no reparó en que su propio hijo preparaba la venganza desde el más allá: había escrito sus iniciales en su plumier, debajo de los útiles escolares, fuera del alcance de la fría asesina. El niño dejó su marca en el Universo. Y regresó.
El animal humano. Qué debemos hacer.
Dioses y demonios.
martes, 30 de noviembre de 2010
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