miércoles, 27 de mayo de 2020

Vuelta al cole

Llevo toda la mañana escribiendo sobre un episodio que sucedió en mi colegio, la Escuela número 4 Coronel Mayor Álvarez Thomas, en las calles Terrada y Nueva York. Cerca de Nazca y Av. Salvador María del Carril en la bellísima ciudad de Santa María del Buen Ayre.

En 2009 vino a buscarme mi hermano Raúl a Ezeiza -mi otra mitad en NAUM Project- y nos fuimos directos a comer pizza. Cada vez que estamos juntos volvemos a tener 15 años. Es automático. Y no podemos decir más de tres palabras sin cagarnos de risa. Es una sobredosis de Boludol en vena. En cuanto nos vemos nos convertimos en Boludos Alegres, Inc. Raúl largó el laburo para estar conmigo y me dijo ¿qué hacemos? Vamos al colegio...!

Llegamos. Era finales de febrero y hacía un calor asesino. La directora nos recibió y le hizo mucha gracia que un tipo baje del avión viniendo de Madrid, recorriendo océanos de tiempo y lo primero que se le ocurra es ir a su colegio de primaria. Se moría del amor.

Era un minonazo vestida de milonguera en pleno verano porteño y no me quitaba la vista de encima. Tenía JUSTO esos zapatos de Prada que me producen catalepsia y una minifalda escandalosamente corta y ceñida. Cómo ha avanzado la educación pública porteña...! Por qué el destino siempre me obsequia con situaciones en las que debo preservar mi honor y mi virtud ante mujeres infartantes que son legión. Debe haber un mensaje oculto en todo esto pero no alcanzo a descifrarlo.

Tuve que pararle el carro y recordarle que era un alumno de Séptimo A. Un alumno aventajado, pero un niño con toda la vida por delante. Ojito.

Mis maestros ya se habían jubilado. El director -que era un poco rígido pero que me quería mucho- había fallecido. No quedaba nadie... la señorita Olga, Di Giovambattista, la profesora Inga...

Me llevó a visitar todas las clases. Aquí aprendí a leer con la Srta. Antonia, aquí el Sr. Caggiano me enseñó a amar la literatura. ¡Epa! ¡¡¡¡San Martín está igual!!!! exclamé al ver el busto de bronce cerca del salón de actos. Se nos habían unido varias profesoras y se morían de risa con mis boludeces. Una de ellas no paraba de hacerme preguntas sobre España y me miraba fijo tipo "sacame de acá, pibe, llevame al otro lado del mar. Haceme tuya".

Mirá, te digo que si las profesoras argentinas no aprenden a comportarse no vuelvo más a mi colegio. Qué cosa. Esto de las feromonas en exceso me tiene repodrido che...

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