Leo por ahí que "el arte morirá" y cosas por el estilo. Hablo con amigos que están realmente mal porque no ven salida. Ánimo, por el amor de Dios. Habrá que reinventarlo todo, pero saldremos de esta.
Quizá, el hecho de haber nacido en un país en el que cuando te dedicas a cualquier actividad artística -en el palo que sea- se da por hecho que de eso NO COMES, ayuda, es decir, me parece lo normal ir contracorriente.
El arte, el arte de verdad, parte de una necesidad interior, podría decirse de un DESEQUILIBRIO INTERIOR. Nadie se dedica al arte por elección. No me estoy refiriendo a la imbecilidad, los triunfitos o los 40 Payasos Principales ni nada por estilo, hablo de artistas que no pueden dormir pensando en su obra o gente como Gabriel García Márquez que, en cierta ocasión en que estaba yendo de vacaciones con la familia dio media vuelta porque se le ocurrió cómo terminar una novela. La familia, como es lógico, encantada de la vida.
El arte NO PUEDE MORIR, porque es una forma de estar en el mundo de aquellos seres más frágiles que el cristal, aquellas personas que sufren cuando todo el mundo no es feliz. Así que basta de mensajes apocalípticos. Hagamos un recuento de daños en la nave -que hace aguas por todas partes-, encontremos alguna bahía de aguas tranquilas para los trabajos de reparación y a por ellos que son infinitamente cobardes.
¿Se acabaron las subvenciones? (salvo para Alejandro Sanz y sus "conciertos" en la M30). Que les den. Cuando el corralito argentino florecieron mil propuestas artísticas en mi ciudad natal, la Meca de los locos creadores porque el suelo de Santa María del Buen Ayre está ELECTRIFICADO.
Vamos a las cosas. Pero sin llantos ni lamentos. Ya habrá tiempo de estar muertos.
Besos pa tós.
miércoles, 15 de julio de 2020
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1 comentario:
Buenísimo!
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