jueves, 9 de julio de 2020

Pedaleo

"La literatura amable no es ni siquiera literatura", solía decir a sus alumnos universitarios ese genial cascarrabias que era Vladimir Nabokov.

Añado de mi cosecha que el arte ha de tumbarte de un Uppercut directo a la mandíbula o es Kenny G tocando en Mercadona. Las primeras dos páginas, los 16 primeros compases. El primer estribillo de un tango: no tendrás una segunda oportunidad para entrar a matar.

El arte no se elige. Lo esencial se aprende por ósmosis, no está en los libros, no puede enseñarse en un aula. Como el amor, no te deja dormir cuando ella no está y la casa entera se transforma en un pasillo de hospital, un pájaro sin luz.

Para ser artista hay que experimentar el vértigo de estar vivo todos los días. Si te quedas conmigo te doy mi sangre. Si te vas, me mato.

Ser abuelo ya. Contemplar a los nietos en una foto. Los nietos se han ido al otro lado del mar. No volverás a verlos nunca. En la foto aún son niños y montan en bicicleta entre sonrisas mucho más luminosas que un sol.

Estrechas la foto contra tu pecho. Cierras los ojos dulcemente. Cierras los ojos y pedaleas.

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