domingo, 26 de julio de 2020

La segunda ola

Para que el socialismo funcione hace falta que todo el mundo trabaje con alegría por el bien común. Con toda la alegría del mundo. Para sortear una pandemia -esta no es la primera, la pandemia de gripe española de 1918 se llevó casi tantos millones de personas como la Segunda Guerra Mundial y se sabe PORQUE HAY DATOS CIENTÍFICOS que indican que aquellas ciudades del mundo que hicieron las cuarentenas más estrictas salieron antes y se recuperaron con mayor rapidez. En cambio, el obispo de Zamora de aquellos tiempos celebró varias misas multitudinarias con resultados nefastos. Está en las hemerotecas- hace falta que todo el mundo colabore.

El número de "Illuminati" nunca ha sido tan brutal. En el comentario que colgué de Guillermo Aquino, medio en broma, medio en serio, se caracteriza a los conspiranoicos. Gente peligrosa.

Puesto que hay gente que no parece dispuesta a colaborar por el bien común poniendo en riesgo al resto de la población -fundamentalmente, a la población más vulnerable- los gobiernos han de utilizar todas las herramientas de las que están dotados para velar por la salud pública.

Caiga quien caiga. Unidades de reeducación para los negacionistas. Que vayan a los hospitales a seguir la evolución de enfermos entubados con sus propios ojos. Como se hizo al final de la guerra con los alemanes que no creían que lo de las cámaras de gas fuera cierto. Se los obligó a desfilar por los crematorios.

El socialismo no funciona precisamente porque siempre hay alguien que se escaquea, que piensa que vale mucho más, que no quiere compartir lo que heredó sin pegar golpe. Es un hecho: el ser humano no es bueno por naturaleza, eso son cuentos para niños y no precisamente los más inteligentes. Aprende a ser bueno a base de hostias. O no aprende en su vida.

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