Ocho de la mañana. Me tomo un café en el pueblo. Pongamos en marcha la rueda de la economía, jaja. Café La Concordia. Será en homenaje a la plaza parisina, yo qué sé. Pero la concordia ni está ni se la espera.
Me siento en la barra. Camarero y camarera. Pin y pon.
─Es que me tienes harta. Harta es poco...
─Pero no te quites mérito, Maricarmen. ¡Tú eres la persona más insoportable de la Tierra! Todo el puto día quejándote...
─Serás gilipollas, pues para arar así... ¡prefiero arar sola, coño!
Antes de recibir daños colaterales me piro vampiro. Me marcho a casita silbando un tanguito. Uno va arrastrándose entre espinas y en afán de dar su amooooor...
Un episodio más de "Peleítas Rurales, Inc.". Por cierto, Maricarmen y consorte, vuestro café... ¡peor que pegarle a un padre! Mi casaaaaaaaa... teléfonoooooo...
Como podéis ver, en mi pueblo -que está emplazado en un valle muy fértil-, las mujeres aran la tierra igual que los hombres. Cualquiera le tose a la Maricarmen.
Aquí aplicamos a rajatabla el principio básico que convirtió Castilla en una potencia mundial. Para qué coño discutir si podemos resolverlo a hostias.
Como decía un amigo asturiano bajista con muy malas pulgas: "doyte una hostia y rómpote el focico". Esta tierra es cojonuda.
jueves, 2 de julio de 2020
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