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viernes, 13 de abril de 2012

White Star

Tarde muy fría. He ido a jugar al baloncesto con mi hijo pequeño y, de regreso, le conté la historia del Titanic. Hace cien años todavía le quedaban algo más de 24 horas de vida. Otra vez aparecieron las sombras del buque insumergible, la nave de los sueños, la orquesta que tocó hasta el final -eso le conmovió profundamente siendo pianista-, el cúmulo de fatidicas circunstancias, el iceberg, los vigías, el timón demasiado pequeño para virar con rapidez, la herida en el peor ángulo posible, la ausencia de botes suficientes, el pánico ciego y los héroes. El barco que pudo haberlo auxiliado y pasó de largo.

Cuando yo tenía su edad mi abuelo Lázaro me contaba el impacto que tuvo aquel suceso en el imaginario colectivo de principios de siglo. El poder hipnótico de la extinción, de la aniquilación. La Hybris y el destino fatal. "Ni el mismo Dios podría hundirlo". Perecen dos tercios, se salva el restante. Como si existiera una proporción diabólica. Se da en otros sucesos terribles.

Trece de abril de 1912. El RMS Titanic se encamina hacia su cita con el destino. Fue una oscura premonición de lo que aguardaba al mundo en los restantes años de la década.

Cenamos solos frente al fuego, pensativos los dos. La noche tiene la temperatura que hacía en cubierta. A esta misma hora. Oímos el impacto, los remaches que ceden, el acero que colapsa. Es una noche extraordinariamente clara. Se alcanzan a contemplar todas las estrellas. En un par de horas, tres a lo sumo, todo lo que estás viendo yacerá en el fondo del mar.

domingo, 8 de abril de 2012

Las cucharas de plata del Titanic


Por Virginia López desde Lisboa (publicado en El Mundo).

Mientras en el Museo Marítimo de Barcelona se pueden contemplar algunos de los objetos que pertenecieron al Titanic, en Ílhavo (Aveiro), un municipio de la costa portuguesa, algunos de sus habitantes pueden incluso comer con los cubiertos que se usaron en aquel primer y único viaje del trasatlántico británico de lujo.

Es el caso de las seis cucharas de plata que conserva la portuguesa Ana Maria Lopes, quien cien años después del naufragio del Titanic ha revelado el secreto a voces que se guardaba entre los habitantes de su pueblo.

Según la tradición oral de Ílhavo, un mes y medio después del naufragio del Titanic, un barco de pesca de bacalao encontró un mueble a la deriva, en cuyo interior se guardaban cubiertos de plata. Antes de que se hundieran con el resto del barco, el velero portugués Trombetas trajo estas importantes piezas de la historia del trasatlántico hasta el puerto de Figueira da Foz, donde atracó el 27 de noviembre de 1912. Su capitán, Joao Francisco Grilo, que era de Ílhavo, acabó repartiendo los cubiertos entre familiares y amigos de su pueblo.

Así es como fueron a parar a la familia de Ana Maria Lopes, antigua directora del Museo Marítimo de Ílhavo, que recuerda que desde que era bien pequeña oyó las historias de las "famosas cucharas del Titanic", cuando con su abuela limpiaban la cubertería de la casa; pero no fue hasta la exposición que se realizó en Lisboa en el año 2009 cuando no se creyó del todo que la historia del Trombetas era cierta.

En esa exposición, Ana Maria Lopes vio cucharas exactamente iguales a las que ella había heredado de sus abuelos y por eso decidió mostrárselas a Christopher Davino, de RMS Titanic, quien efectivamente certificó que las cucharas eran iguales, de plata maciza y con la estrella tallada en el mango, símbolo de la compañía White Star Line, y con la firma de la famosa joyería inglesa de la época Elkington Plate.

Orgullosa del hallazgo, decidió desvelarlo en su blog, Marintimidades, en el que además cuenta que, a pesar de la discreción de otros vecinos, que han preferido guardarse el tesoro solo para ellos, no es la única en Ílhavo que cien años después del fatídico naufragio puede darse el lujo de usar los mismos cubiertos con los que comieron los pasajeros del Titanic antes de chocar con el iceberg.

jueves, 5 de abril de 2012

Noticias de la Vieja Dama

Un hombre de 77 años, farmacéutico, se suicida pegándose un tiro frente al parlamento griego. Dijo que prefería acabar así a escarbar entre las basuras para poder comer. Un superviviente de la vieja Grecia, la que puso en jaque a las mismísimas tropas de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. ¡Nenikékamen!

Los mercados de valores se hunden. En el caso de España, consideran "insuficientes" las medidas de recorte salvaje adoptadas en los Presupuestos Generales del Estado por el gobierno de Rajoy. Han olido la sangre y esperan ALGO MÁS. Se le retira la respiración asistida al enfermo y se le exige que se levante, ande y, a ser posible, corra una media Maratón.

Semana Santa. Las carreteras se llenan de coches -las vacaciones son sagradas- con el litro de gasolina a 1,50 euros y la espada de Damocles del ataque israelí a Irán, entonces sí que comenzará la tormenta perfecta.

En 9 días se cumplen 100 años del hundimiento del Titanic. A estas alturas aún no había zarpado de Southampton. Siga el baile.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Merkel

Alguien debería recordarle a Ángela Merkel y compañía que el cuarenta por ciento de los pasajeros de primera clase del Titanic también se hundió con "el buque de los sueños", aquel que "ni el mismo Dios podría hundir". ¿A quién piensa vender sus productos con una población europea exhausta?

¿Dónde está el límite de la austeridad en lo que respecta al gasto público? ¿En qué momento la austeridad puede volverse contraproducente e impedir una tímida recuperación? Sin consumo esto no funciona. Resulta tan obvio como la sempiterna cantinela de contención del gasto.

martes, 15 de marzo de 2011

Hybris

La hybris (en griego antiguo ὕϐρις - húbris) es un concepto que puede traducirse como ‘desmesura’ y que en la actualidad alude a un orgullo o confianza en uno mismo exagerados, resultando a menudo en merecido castigo. En la Antigua Grecia aludía a un desprecio temerario hacia el espacio personal ajeno unido a la falta de control sobre los propios impulsos, siendo un sentimiento violento inspirado por las pasiones exageradas, consideradas enfermedades por su carácter irracional y desequilibrado, y más concretamente por Ate (la furia o el orgullo). Como reza el famoso adagio, erróneamente atribuido a Eurípides: «Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco.»

Nuestro mundo, nuestra manera de consumir -aquellos que pueden consumir, claro está-, nuestra forma de obtener la energía, la mayor parte de lo que hacemos, la avaricia sin límites, recuerdan al empeño de construir el Titanic, el "insumergible", el barco de los sueños, NI EL MISMO DIOS PODRÍA HUNDIRLO. Y, como todo el mundo sabe, no llegó a culminar su primer viaje. Sus restos descansan a 4.000 metros de profundidad.

Salvando las distancias tecnológicas y la magnitud del desastre ocasionado por un terremoto de una fuerza desmedida y el posterior tsunami devastador, ya tenemos nuestro "próximo Chernóbil".

¿Qué necesitamos para darnos cuenta de que nuestras centrales nucleares son VULNERABLES, tanto en lo que respecta a la acción de la naturaleza como a la de los fanáticos? Capítulo aparte el de los residuos nucleares que antes se tiraban irresponsablemente al mar y ahora se pasan la pelota de un sitio a otro para enterrarlos. Una de dos, o racionalizamos el consumo y cambiamos el modelo energético de forma radical o vamos directos y a toda máquina hacia el iceberg que terminará de rajar el casco de este planeta aburrido de nosotros y nuestras ocurrencias.

¿Cuál es el siguiente acto de esta tragedia? ¿Para qué preocuparse de las bombas nucleares iraníes o norcoreanas si en el mundo ya hay más de cuatrocientas bombas-centrales al alcance de algún iluminado? Se ahorran el misil y el sistema de guiado. Basta un puñado de suicidas/homicidas dispuestos a todo.

Hasta Chile -país con riesgo sísmico donde los haya- se plantea el uso de la energía nuclear.

Si nuestro mundo necesita la energía nuclear para sobrevivir, lo que hay que volver a plantear son las bases de la existencia de nuestro mundo. Desde cero si es preciso. ¿Acaso piensan los representantes de los diversos lobbies o los gobernantes untados de comisiones que las nubes radiactivas iban a esquivar sus casas de diseño con jardín?

Dicho esto, mi mayor respeto y mis condolencias al pueblo japonés que está dando una lección de civismo ejemplar. Yukio Mishima se habría sentido orgulloso. No parecen de este mundo.