sábado, 6 de febrero de 2010

La muerte del avestruz


Si uno se pone a imaginar formas absurdas de morir seguro que no se le ocurre esta carambola que acaba de producirse en Austria, que parece la escena final de Puente sobre el río Kwai pero sin esplendor alguno. Cuando era niño no existían estos inventos del demonio para vaciarte el bolsillo -me refiero a los espantosos teléfonos móviles o "celulares" como se los llama en América- y no recuerdo que nadie tuviera el más mínimo problema para comunicarse.

Los adúlteros compulsivos han de saber que existen aplicaciones que rastrean su posición -la verdadera, of course- con una precisión digna de la NASA. Basta que tengan encendido el móvil. Conozco el caso de un individuo que cazó mensajes comprometedores en el móvil de su mujer y aquello terminó en un crimen espantoso. Y ahora, la muerte del avestruz. Lo dicho, un invento diabólico que no sirve más que para decir "estoy en tal calle y voy hacia allá", "ahora estoy cruzando la avenida" y mantener a Telefónica en su posición de privilegio como Blue Chip del IBEX 35.

Como resulta obvio, lo que nos mata no es lo que alcanzamos a conocer sino lo que damos por sentado como algo seguro pero no es así. No somos nada...

Un hombre austríaco, de 39 años de edad, murió ahogado en una alcantarilla al intentar recuperar su teléfono móvil, que se le había caído por la rejilla al bajarse del coche, informó hoy la prensa local.

El trágico accidente sucedió en la ciudad de Innsbruck, en el Tirol austríaco, donde al parecer el hombre perdió los nervios cuando vio que su teléfono se había caído por el desagüe.

En vez de dar el teléfono, un modelo de bajo coste, por perdido, el hombre levantó la rejilla y metió la cabeza por la boca de la alcantarilla para recuperar el aparato.

A continuación, perdió el equilibrio, su cuerpo quedó atrapado en la boca de la alcantarilla y falleció ahogado en el desagüe, de apenas 60 centímetros de profundidad.

"Cuando encontramos el cadáver, no lo podíamos creer", dijo al diario 'Österreich' un agente de la Policía local que acudió al lugar de los hechos.

La alcaldesa de la ciudad austríaca, Hilde Zach, ha hecho un llamamiento a la población para que evite riesgos innecesarios y, en casos como éste avise a los bomberos. "Pagar los 40 euros que cuesta ese servicio", dijo, "es mejor que jugarse la vida".

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