miércoles, 9 de marzo de 2011

Caído del cielo

Alguien hace desaparecer una bolsa con nada menos que un millón y medio de euros que guardan unas misteriosas monjas. El origen del dinero está relacionado con el advenimiento de mi sueg... digo del Anticristo, que se reunía con Stalin en los Urales como Franco bien sabía.

Un rompecabezas digno de Torrente, el brazo imbécil de la ley. Monjas de clausura, billetes de 500 euros (propios de mafiosos, constructores y políticos corruptos), la cercanía de 2012, la desamortización de Mendizábal, la CNT, el copón bendito.

A Dios rezando y con el mazo cobrando. Un poco de pasta, basta. Ruiz-Mateos y Nueva Rumasa, las monjas que han renunciado al mundo y el misterio del dinero negro, como llovido del cielo, al margen de la terrenal Hacienda. Todo muy espiritual.

A estas horas, la policía investiga en el convento de monjas de clausura Santa Lucía de Zaragoza el presunto robo de un millón y medio de euros, que la comunidad cisterciense guardaba en efectivo en el cenobio, situado en el barrio de Casablanca de la capital aragonesa.

La investigación está abierta desde el pasado 28 de febrero. Ese día, sobre las 7.45 las propias monjas denunciaron que varias puertas habían sido forzadas y que había desaparicido el dinero, en su mayor parte billetes de 500 euros, que guardaban en un armario en bolsas de plástico, según indicaron las religiosas a los agentes.

Fuentes policiales descartan, por el momento, el hallazgo casual del botín por parte de el, o los, ladrones ya que lo único que "había sido forzado" era el armarío en el que las hermanas escondían el dinero y, además, es "lo único que desapareció del recinto". La policía y el juzgado de instrucción número 9 de Zaragoza, que se ha hecho cargo del caso, indagan, además de la desaparición, de donde ha salido el millón y medio de euros que las monjas guardaban entre los muros del convento. Éstas, de momento, no han podido dar explicaciones plausibles sobre el origen de semejante fortuna. "Dicen que son ahorrillos", informan las mismas fuentes.

El monasterio cisterciense, en el que viven 16 monjas, lleva asentado en la capital aragonesa desde 1588. En la comunidad religiosa, que se dedica, entre otras tareas, a la restauración y encuadernación de libros viejos y pergaminos, reside Isabel Guerra, conocida como la monja pintora, cuyas obras tienen una gran demanda y altos precios. Hace unos años sus cuadros fueron expuestos y vendidos en la galería madrileña Sokoa. Los antiguos dueños han fallecido y los actuales propietarios ya no tienen sus pinturas en el catálogo, pero siguen recibiendo llamadas preguntando por ellas.

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