Una obra única. Grabada en 1959. Una obra cumbre del jazz, un canto a la libertad improvisatoria y un grupo de intérpretes geniales en estado de gracia. El jazz modal, que proponía romper con el esquema tradicional de progresiones de acordes tonales con acumulación de tensión y resolución abría nuevos caminos que explorarían, entre otros, los primeras espadas John Coltrane, Bill Evans y Herbie Hancock.
Capitaneada por un Miles Davis inmenso, la banda es talento puro sin mezcla: el legendario saxofonista tenor John Coltrane, el contrabajista Paul Chambers, Julian "Cannonball" Adderley en el saxofón alto, Jimmy Cobb a la batería y Bill Evans al piano.
Los instrumentos suenan claros, presentes y naturales. Sin esa compresión de la señal omnipresente en las grabaciones "técnicamente perfectas" que destruyen la dinámica.
Para escuchar una y otra vez.
viernes, 19 de diciembre de 2014
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Paz
Cuba y EEUU acaban de anunciar el "cese de hostilidades", la apertura a algo nuevo. Obama ha dicho textualmente: "lo que hemos hecho durante 5 décadas no ha servido. Probemos otra cosa". Aplica la fórmula de Einstein a los procesos lógicos. Ole, ole y ole.
Y el Papa Francisco ha estado detrás de la jugada, que se ha materializado por el momento con intercambio de prisioneros. La derecha se llena la boca repitiendo que "este Papa se mete en todo" (he oído esta frase más de una vez). ¡Bienvenido un Papa que se mete en todo! ¡Por fin alguien útil que se preocupa por abrir puertas y castigar a los corruptos! ¿Acaso Cristo no clamó contra los ricos insolidarios y los mercaderes de almas con fervor revolucionario?
Las primeras palabras de Jesús que se conocen (Lucas 4: 16-21) van dirigidas a los pobres y a los oprimidos: “…para evangelizar a los pobres me ha enviado, (…) para libertar a los oprimidos”. En Lucas 6: 20,24: “Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios” y “¡ay de vosotros los ricos porque en las riquezas tenéis vuestra consolación!”. En Lucas 12: 15: “Atended y guardaos de toda codicia”, a continuación, en 16-21, la parábola del rico necio que solo se preocupaba de comer, beber y darse buena vida. Y en 34 una frase que bien pudiera llevar las firmas de los autores clásicos del socialismo: “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
La de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos es la de toda la vida.
Imagino el espíritu que debe estar sobrevolando La Habana en estos momentos. el glorioso Malecón, la Plaza de la Revolución, el Hotel Nacional, la Casa de las Cariátides, la Habana Vieja. Gente recia, hecha al sacrificio. Gente que no habla de la crisis porque nace, vive, se reproduce y muere permanentemente en crisis. Ya era hora... Los abrazo a todos, ustedes que bailan con la sonrisa y aprietan la mano hasta hacer sangre.
¿Es una simple casualidad que Obama sea negro? ¿Alguien que habla de sanidad universal, de legalizar a millones de indocumentados, de romper bloqueos eternos (ya se las verá con la oposición republicana que se cerrará en banda)?
Un presidente negro en EEUU y un Papa latinoamericano. Queremos más. Mucho más.
El siguiente paso es el reconocimiento de Palestina como nación soberana. Y que se acabe la muerte.
Y el Papa Francisco ha estado detrás de la jugada, que se ha materializado por el momento con intercambio de prisioneros. La derecha se llena la boca repitiendo que "este Papa se mete en todo" (he oído esta frase más de una vez). ¡Bienvenido un Papa que se mete en todo! ¡Por fin alguien útil que se preocupa por abrir puertas y castigar a los corruptos! ¿Acaso Cristo no clamó contra los ricos insolidarios y los mercaderes de almas con fervor revolucionario?
Las primeras palabras de Jesús que se conocen (Lucas 4: 16-21) van dirigidas a los pobres y a los oprimidos: “…para evangelizar a los pobres me ha enviado, (…) para libertar a los oprimidos”. En Lucas 6: 20,24: “Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios” y “¡ay de vosotros los ricos porque en las riquezas tenéis vuestra consolación!”. En Lucas 12: 15: “Atended y guardaos de toda codicia”, a continuación, en 16-21, la parábola del rico necio que solo se preocupaba de comer, beber y darse buena vida. Y en 34 una frase que bien pudiera llevar las firmas de los autores clásicos del socialismo: “donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón”.
La de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de los Cielos es la de toda la vida.
Imagino el espíritu que debe estar sobrevolando La Habana en estos momentos. el glorioso Malecón, la Plaza de la Revolución, el Hotel Nacional, la Casa de las Cariátides, la Habana Vieja. Gente recia, hecha al sacrificio. Gente que no habla de la crisis porque nace, vive, se reproduce y muere permanentemente en crisis. Ya era hora... Los abrazo a todos, ustedes que bailan con la sonrisa y aprietan la mano hasta hacer sangre.
¿Es una simple casualidad que Obama sea negro? ¿Alguien que habla de sanidad universal, de legalizar a millones de indocumentados, de romper bloqueos eternos (ya se las verá con la oposición republicana que se cerrará en banda)?
Un presidente negro en EEUU y un Papa latinoamericano. Queremos más. Mucho más.
El siguiente paso es el reconocimiento de Palestina como nación soberana. Y que se acabe la muerte.
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lunes, 15 de diciembre de 2014
Tesla
Interesante exposición sobre Tesla en la Fundación Telefónica de Madrid. Pobremente montada, en mi opinión, pero el personaje brilla con luz propia (valga la imagen).
Nikola Tesla fue un visionario nacido a mediados del siglo XIX en el antiguo Imperio Austrohúngaro. Un verdadero genio que anticipó el mundo de hoy y patentó decenas de ingenios. Sin embargo, su historia no tiene final feliz. Otros se aprovecharon de su talento, como ocurrió en el caso del italiano Marconi, logrando la gloria mientras Tesla hubo de conformarse con la justicia poética del reconocimiento después de su muerte en 1943 (la Corte Suprema de los Estados Unidos lo acreditó como inventor de la radio, pero el Nobel de 1901 fue para Marconi).
Sus contribuciones son incontables, abarcando el campo del electromagnetismo y la ingeniería electromecánica. Asimismo, dejó huella en el desarrollo de la robótica, el control remoto, el radar, las ciencias informáticas, la balística, la física nuclear y la física teórica.
En la propia exposición cabe leer escritos suyos anticipando la comunicación inalámbrica instantánea e incluso la transmisión de energía a distancia sin el uso de cables (la "witricidad") con un grado de clarividencia propio de un escritor superdotado.
Precisamente, Mark Twain, otro talento único, fue uno de sus amigos. He aquí un fragmento de una carta que dirige al inventor:
"Amigo Tesla,
¿Recuerda nuestra conversación en el club? Atravieso un difícil momento económico, los libros no dan para comer... ¿Cree que yo podría vender alguno de sus aparatos en el extranjero? Me interesa especialmente la plataforma vibratoria que probé en su laboratorio. Pienso que puede causar furor entre las mujeres europeas..., pero también entre los caballeros con problemas para ir al baño, ¡ja, ja, ja! Siempre he pensado que un hombre con una idea nueva es un loco hasta que su idea triunfa".
Mark Twain.... ¡artista tenía que ser!
Nikola Tesla fue un visionario nacido a mediados del siglo XIX en el antiguo Imperio Austrohúngaro. Un verdadero genio que anticipó el mundo de hoy y patentó decenas de ingenios. Sin embargo, su historia no tiene final feliz. Otros se aprovecharon de su talento, como ocurrió en el caso del italiano Marconi, logrando la gloria mientras Tesla hubo de conformarse con la justicia poética del reconocimiento después de su muerte en 1943 (la Corte Suprema de los Estados Unidos lo acreditó como inventor de la radio, pero el Nobel de 1901 fue para Marconi).
Sus contribuciones son incontables, abarcando el campo del electromagnetismo y la ingeniería electromecánica. Asimismo, dejó huella en el desarrollo de la robótica, el control remoto, el radar, las ciencias informáticas, la balística, la física nuclear y la física teórica.
En la propia exposición cabe leer escritos suyos anticipando la comunicación inalámbrica instantánea e incluso la transmisión de energía a distancia sin el uso de cables (la "witricidad") con un grado de clarividencia propio de un escritor superdotado.
Precisamente, Mark Twain, otro talento único, fue uno de sus amigos. He aquí un fragmento de una carta que dirige al inventor:
"Amigo Tesla,
¿Recuerda nuestra conversación en el club? Atravieso un difícil momento económico, los libros no dan para comer... ¿Cree que yo podría vender alguno de sus aparatos en el extranjero? Me interesa especialmente la plataforma vibratoria que probé en su laboratorio. Pienso que puede causar furor entre las mujeres europeas..., pero también entre los caballeros con problemas para ir al baño, ¡ja, ja, ja! Siempre he pensado que un hombre con una idea nueva es un loco hasta que su idea triunfa".
Mark Twain.... ¡artista tenía que ser!
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sábado, 13 de diciembre de 2014
El terrible y lastimero llanto del pijo
Si hay algo que conmueve mi alma es el sincero y desgarrador llanto del pijo. No puedo con ello. Me destruye.
Pude haber ganado más durante la época de bonanza. No robamos todo lo que tendríamos que haber robado. Nos quedamos cortos. Ahora ya no viajo tanto como antes. ¡Hasta he tenido que reducir el personal de servicio! La clase obrera carece de gusto estético. ¡Son pobres! Me he tenido que mudar a un piso más pequeño, en calle Almagro, pero sin office para la chica. Mis hijos han tenido que cambiar de ruta. No puedo enviarlos a un colegio que no ofrezca ruta. ¡Soy pijo, pijo, pijo!
Acudo a reuniones de pijos. Hablamos con una patata en la boca y el resto del mundo no nos entiende. Pijos, pijos, pijos. En plena crisis seguimos viajando al extranjero y las vacaciones no las perdonamos. A Extremo Oriente, a América, un crucero, a hermosos lugares de Europa. Pero no paramos de quejarnos. ¡Hay que ver lo mal que está todo!
Nuestros padres... pobres ignorantes. Pagaron una educación de lujo y esa misma educación nos conectó con el "dinero viejo". Ahora los despreciamos, porque son unos paletos. Vale, ellos hicieron el dinero, pero carecen de gusto, de inspiración estética... Claro, trabajaron 23 horas al día, sin vacaciones, sin respiro, para poner comida en nuestro plato. Y ahora nos cagamos en ellos porque no podríamos llevarles a una reunión con nuestras amistades. ¡Pasaríamos vergüenza con esos infames paletos! ¡Pobres imbéciles que sacrificaron sus míseras vidas para darnos todo lo que nunca tuvieron! Ahora están caducos y nosotros heredaremos sus millones. Porque hereda quien sabe gastar. Ellos no tenían en qué. Solo se relacionaban con otros cenutrios avariciosos. Como ellos. Porque no hablaban idiomas, ni han viajado ni nada. ¡Garrulos insustanciales! ¡Desapareced ya y dejadnos vuestras empresas, vuestros millones y vuestras SICAV!
¿Crees que es simplemente una cuestión de dinero? Te equivocas. Mira a nuestros padres. No saben vivir. Sus casas son de nuevo rico con pretensiones. Muebles ridículos. Espacios patéticos. Iluminación espantosa. No saben decorar. No saben nada de nada. Cumplieron su función: hacer dinero para que lo gastemos nosotros. Nosotros sí sabemos.
Dinero viejo. Gente que sabe estar. Grandes señores.
Soy pijo, pijo, pijo. Y me cago en los pobres, me cago en los pobres de izquierdas. Muertos de hambre. Resentidos. Y en los pobres de derechas, que nos hacen el trabajo sucio. Pobres payasos.
Podemos. Qué gran gilipollez. No. NO PODÉIS... no podéis tener buen gusto, no podéis aspirar a cosas bellas. Sois escoria. Prescindibles.
En nuestros reductos de pijos no entraréis. En nuestras empresas siempre seréis esclavos. Haremos con vosotros y con vuestros hijos lo que nos salga de los cojones, porque nos pertenecéis. Vuestra alma nos pertenece.
¡Me cago en todos los pobres de mierda! Nosotros hemos ido a colegios de pago. Colegios con toda clase de actividades. ¡Hasta con campos de golf! ¡Gente mítica! La crème de la crème. ¿Qué coño tenéis vosotros? Barrios que dan pena, drogatas, gente deshecha. La hez...
Hemos inventado los bancos, las preferentes, las afinsas, todos los timos del mundo. Futuros, fondos, derivados, comisiones. Os vendemos vuestras casas de mierda, con paredes de papel, por cuatro veces lo que valen. Pobres estúpidos.
Nosotros viajamos por el mundo. Tenemos contactos hasta en el último rincón del planeta. Porque somos una hermandad. La hermandad de los pijos sin alma, sin piedad, sin entrañas.
Siempre cobramos poco. Siempre estamos mal pagados. Si nos pagan 50.000 al año es una mierda pinchada en un palo, porque nosotros valemos más. Un millón o cien millones. Valemos más porque somos la élite. La élite del cerebro vacío, porque ningún intelectual puede formar parte del verdadero pijerío. Los intelectuales, los artistas o los científicos siguen siendo esclavos de nuestros caprichos. Dependen de nosotros para comer. Una palabra nuestra y dejan de vender cuadros, dar conciertos o recibir ayudas. Son personal de servicio. Nos entretienen e investigan para que vivamos más y mejor. Si nos apetece que venga un payaso a distraernos, estos corren a nuestro encuentro como perrillos falderos. Como Platero. Fundaciones, cheques, puestos de trabajo. La ilusión de la independencia, pobres infradotados.
Pijos. Somos pijos. Y seguiremos dirigiendo este mísero pedruzco azul, con sus esclavos, sus putas, sus pateras, sus niños tuberculosos y sus infiernos hasta que el sol se apague.
Si viene la revolución, nos vestiremos con gorra de revolucionario y seguiremos teniendo personal de servicio. A menos que las cosas aprendan a moverse solas siempre necesitaremos esclavos. Y cochazo, y mansión y lo que nos salga de los cojones. Porque los revolucionarios nos necesitarán. No saben dirigir, no saben esclavizar. Nosotros hablamos idiomas y conocemos gente hasta en el infierno. Sabemos pasarle el estrés a los demás, a los esclavos.
Nunca moriremos. SIEMPRE ESTAREMOS AHÍ, chupando vuestra sangre infecta. De esclavos indignos e ignorantes.
¡Pijos en pie de guerra! ¡Pijos hasta el fin del mundo!
Pijos por siempre jamás.
Pude haber ganado más durante la época de bonanza. No robamos todo lo que tendríamos que haber robado. Nos quedamos cortos. Ahora ya no viajo tanto como antes. ¡Hasta he tenido que reducir el personal de servicio! La clase obrera carece de gusto estético. ¡Son pobres! Me he tenido que mudar a un piso más pequeño, en calle Almagro, pero sin office para la chica. Mis hijos han tenido que cambiar de ruta. No puedo enviarlos a un colegio que no ofrezca ruta. ¡Soy pijo, pijo, pijo!
Acudo a reuniones de pijos. Hablamos con una patata en la boca y el resto del mundo no nos entiende. Pijos, pijos, pijos. En plena crisis seguimos viajando al extranjero y las vacaciones no las perdonamos. A Extremo Oriente, a América, un crucero, a hermosos lugares de Europa. Pero no paramos de quejarnos. ¡Hay que ver lo mal que está todo!
Nuestros padres... pobres ignorantes. Pagaron una educación de lujo y esa misma educación nos conectó con el "dinero viejo". Ahora los despreciamos, porque son unos paletos. Vale, ellos hicieron el dinero, pero carecen de gusto, de inspiración estética... Claro, trabajaron 23 horas al día, sin vacaciones, sin respiro, para poner comida en nuestro plato. Y ahora nos cagamos en ellos porque no podríamos llevarles a una reunión con nuestras amistades. ¡Pasaríamos vergüenza con esos infames paletos! ¡Pobres imbéciles que sacrificaron sus míseras vidas para darnos todo lo que nunca tuvieron! Ahora están caducos y nosotros heredaremos sus millones. Porque hereda quien sabe gastar. Ellos no tenían en qué. Solo se relacionaban con otros cenutrios avariciosos. Como ellos. Porque no hablaban idiomas, ni han viajado ni nada. ¡Garrulos insustanciales! ¡Desapareced ya y dejadnos vuestras empresas, vuestros millones y vuestras SICAV!
¿Crees que es simplemente una cuestión de dinero? Te equivocas. Mira a nuestros padres. No saben vivir. Sus casas son de nuevo rico con pretensiones. Muebles ridículos. Espacios patéticos. Iluminación espantosa. No saben decorar. No saben nada de nada. Cumplieron su función: hacer dinero para que lo gastemos nosotros. Nosotros sí sabemos.
Dinero viejo. Gente que sabe estar. Grandes señores.
Soy pijo, pijo, pijo. Y me cago en los pobres, me cago en los pobres de izquierdas. Muertos de hambre. Resentidos. Y en los pobres de derechas, que nos hacen el trabajo sucio. Pobres payasos.
Podemos. Qué gran gilipollez. No. NO PODÉIS... no podéis tener buen gusto, no podéis aspirar a cosas bellas. Sois escoria. Prescindibles.
En nuestros reductos de pijos no entraréis. En nuestras empresas siempre seréis esclavos. Haremos con vosotros y con vuestros hijos lo que nos salga de los cojones, porque nos pertenecéis. Vuestra alma nos pertenece.
¡Me cago en todos los pobres de mierda! Nosotros hemos ido a colegios de pago. Colegios con toda clase de actividades. ¡Hasta con campos de golf! ¡Gente mítica! La crème de la crème. ¿Qué coño tenéis vosotros? Barrios que dan pena, drogatas, gente deshecha. La hez...
Hemos inventado los bancos, las preferentes, las afinsas, todos los timos del mundo. Futuros, fondos, derivados, comisiones. Os vendemos vuestras casas de mierda, con paredes de papel, por cuatro veces lo que valen. Pobres estúpidos.
Nosotros viajamos por el mundo. Tenemos contactos hasta en el último rincón del planeta. Porque somos una hermandad. La hermandad de los pijos sin alma, sin piedad, sin entrañas.
Siempre cobramos poco. Siempre estamos mal pagados. Si nos pagan 50.000 al año es una mierda pinchada en un palo, porque nosotros valemos más. Un millón o cien millones. Valemos más porque somos la élite. La élite del cerebro vacío, porque ningún intelectual puede formar parte del verdadero pijerío. Los intelectuales, los artistas o los científicos siguen siendo esclavos de nuestros caprichos. Dependen de nosotros para comer. Una palabra nuestra y dejan de vender cuadros, dar conciertos o recibir ayudas. Son personal de servicio. Nos entretienen e investigan para que vivamos más y mejor. Si nos apetece que venga un payaso a distraernos, estos corren a nuestro encuentro como perrillos falderos. Como Platero. Fundaciones, cheques, puestos de trabajo. La ilusión de la independencia, pobres infradotados.
Pijos. Somos pijos. Y seguiremos dirigiendo este mísero pedruzco azul, con sus esclavos, sus putas, sus pateras, sus niños tuberculosos y sus infiernos hasta que el sol se apague.
Si viene la revolución, nos vestiremos con gorra de revolucionario y seguiremos teniendo personal de servicio. A menos que las cosas aprendan a moverse solas siempre necesitaremos esclavos. Y cochazo, y mansión y lo que nos salga de los cojones. Porque los revolucionarios nos necesitarán. No saben dirigir, no saben esclavizar. Nosotros hablamos idiomas y conocemos gente hasta en el infierno. Sabemos pasarle el estrés a los demás, a los esclavos.
Nunca moriremos. SIEMPRE ESTAREMOS AHÍ, chupando vuestra sangre infecta. De esclavos indignos e ignorantes.
¡Pijos en pie de guerra! ¡Pijos hasta el fin del mundo!
Pijos por siempre jamás.
viernes, 12 de diciembre de 2014
La edad de lata
Los príncipes del Renacimiento eran tipos corruptos pero al menos era cultos... Los políticos de hoy en día son simplemente corruptos.
viernes, 5 de diciembre de 2014
Pro reo
—¿Por qué solo defiende a criminales? ¿Cómo es posible que ninguno de sus clientes sea una persona íntegra...?
—Los inocentes no podrían abonar mi tarifa. Y créame, tengo una serie de gastos.
—Los inocentes no podrían abonar mi tarifa. Y créame, tengo una serie de gastos.
Final
La muerte, la conciencia de la muerte. Seres dotados de la ilusión de la permanencia. Una ilusión estúpida. Como si algo fuera a quedar.
La ingenuidad sin límites. ¿Deriva del destino? Un cuento genial.
La ingenuidad sin límites. ¿Deriva del destino? Un cuento genial.
martes, 2 de diciembre de 2014
Muy impresionante
Una película normal gana un festival de cine francés
EL JURADO APLAUDE "SU ATREVIMIENTO AL USAR EL TRÍPODE"
Publicado por Xavi Puig el 1 de diciembre, 2014 Una película que se entiende y que no cuenta movidas raras se hizo ayer con el primer premio del Festival International du Film de Brest. Los miembros del jurado agitaron sus foulards para celebrar el atrevimiento del director, Philippe Favre, al apostar “por la ruptura radical de los cánones establecidos del cine que rompe los cánones establecidos”.
“Los personajes se expresan con tanta claridad que, en algunos momentos, te olvidas de que la película está en francés”, admite el crítico de cine Gérard Rémirons. “El francés es mi lengua materna pero hasta ahora no me había dado cuenta de que podía entenderse tan bien algo expresado en este idioma”, añade.
La decisión del director de rodar “en plan normal, sin ir de guays” sorprendió al público de un festival acostumbrado a premiar propuestas oscuras en las que un filete significa la muerte de las ideologías o dos personas se besan y luego ella llora y él le susurra algo en alemán y ella le pega y luego se acuestan y luego resulta que ella era la madre de él y todo era un sueño pero no de él, sino del propio espectador, que es un reflejo de la Europa azotada por el nazismo.
“Julie se enamora”, que cuenta la historia de un chica llamada Julie que se enamora, se atreve por primera vez en muchos años a prescindir de simbolismos y se conforma con que el espectador se identifique con la protagonista y con los conflictos a los que ésta debe enfrentarse.
“Hay que tener agallas para hacer una película entretenida y ya está”, admite el jurado, que señala “la locura de rodar con trípode” como la mayor excentricidad de Favre, un cineasta “que ha venido a remover los cimientos del cine que remueve los cimientos”.
Philippe Favre reconoce que nunca aspiró a ganar el primer premio de este festival. “Fue cosa del productor, que se empeñó en mandar la cinta a todos los festivales europeos, sin importar sus características”, declara. En su discurso de agradecimiento, el director no aludió a temas políticos ni sociales, se limitó a dar las gracias al jurado y a expresar su alegría al comprobar que su película había gustado a la gente. “¡Puto loco!”, gritó un sector del público, que interpretó el “alarde de normalidad” del galardonado como una provocación en toda regla.
En una entrevista para “Cahiers du Cinéma”, el premiado señala la dificultad que entrañó la dirección de actores. “Costó hacer entender a los actores que debían aprenderse el guión y decir en pantalla lo que estaba escrito en él, con el tono y el estado de ánimo indicado en las acotaciones. Muchos de ellos no habían leído nada nunca, solo les habían enseñado a llorar y a dar bofetadas”, asegura.
“Es tan normal como su obra. Lo que dice tiene tanta coherencia y tiene tanto sentido como las historias que rueda. No sé, parece venido de otro planeta que no es Francia”, sentencia Gérard Rémirons.
lunes, 1 de diciembre de 2014
Qué hay de lo mío
Félix de Azúa, a mi parecer persona de gran valía, escribe hoy en El País un interesante artículo sobre Podemos y su extraño silencio sobre la Universidad española. Su título resulta muy sugerente...
Un partido de profesores
por FÉLIX DE AZÚA
Me ha llamado mucho la atención el eco que ha tenido la beca del profesor Errejón. En efecto, un amigo y conmilitón suyo le consiguió una beca sustanciosa (las hay regulares y las hay king size. Esta es de las buenas) tras convocar la ayuda de manera que sólo Errejón podía presentarse y presentóse y ganóla. Entre las bases y condiciones para acceder a la beca sólo faltaba añadir “que gaste gafas de pasta y cuyo apellido empiece con E”.
Pero ¿cuál ha sido el escándalo? Aquellos que conozcan la Universidad española desde dentro (yo he dado clases allí 30 años) saben que este procedimiento no es una excepción, sino la regla, la base misma de su funcionamiento. ¿Cómo creen que se elige a los titulares, al jefe de departamento, a los becarios, al decano, al rector? ¿No han oído hablar de la endogamia universitaria, de las mafias departamentales, de las cátedras hereditarias? En algunas ocasiones estas corruptelas se usan para mantener la coherencia ideológica o teórica de un departamento, lo que es hasta cierto punto comprensible, pero la mayor parte de las veces es simplemente el modo de mantener una clientela vitalicia.
Dicho sin fariseísmos, la Universidad está tan corrompida como las finanzas, los partidos o los sindicatos: es una de las instituciones más corruptas del conjunto institucional español. Por esta razón la enseñanza española es la que recoge la más baja calificación en todo el conjunto europeo, un suspenso que se sucede año tras año con gran regocijo de los partidos políticos.
De hecho, puede decirse que no hay auténtica competencia en la adjudicación de las plazas, en los tribunales de oposición, en los de tesis doctorales, y lo que es más grave aún, la nuestra es una Universidad mineralizada, fosilizada, sin traslados, sin musculatura. Los profesores están atados a su plaza geográfica de por vida. Si a pesar de todo muchos de ellos realizan una labor admirable es gracias a una vocación férrea.
Ahora bien, ¿han oído a Iglesias, a Errejón, o a los dirigentes de Podemos en la sombra presentar un programa de limpieza del mundo universitario español? No lo verán. Están allí acomodados como Blesa y sus chicos en Caja Madrid. La Universidad es su finca y nadie se atreverá nunca a limpiar esos establos. Los jefes de Podemos pueden lanzar a la calle 100.000 individuos en media hora y colapsar una ciudad. ¿Van a decir algo sobre los funestos sindicatos estudiantiles? ¡Cómo van a hacerlo si ellos los controlan! También son ellos quienes deciden quién entra y quién no en su residencia. Cuando revientan actos no lo hacen por ideología (de la que carecen, aparte de un sumario castrismo-leninismo), sino para mostrar quién es el amo de ese mayorazgo. En los reportajes de aquella violenta irrupción en la conferencia de Rosa Díez se puede ver a los jefes y matones del actual Podemos intercambiando órdenes como si fueran los falangistas de la Complutense de los años treinta.
Es un comportamiento análogo al de Mas y los separatistas, los cuales no se enfrentan al Estado para conseguir la independencia de Cataluña, que saben les arruinaría, sino para dejar claro quién manda en la finca. De modo que no se trata de ganar, sino de humillar al Estado. ¿Tribunales Supremos a mí? ¡Anda ya, españolito alpargatero! ¡Aquí mando yo, o sea, el Pueblo Catalán Carolingio! El comportamiento de los caudillos totalitarios es siempre el mismo, no queda nada por inventar.
A mí no me escandaliza que Errejón se haya mercado un beneficio estupendo, sobre todo él, que no lo necesita porque es de familia acomodada. Lo que me llama la atención es que esta gente que conoce sobradamente la corrupción universitaria de la que se alimenta aún no haya dicho nada relevante sobre la futura enseñanza en España cuando ellos manden, como no sean cuatro vaguedades idealistas del tipo “la Universidad ha de estar al servicio de los pobres”, ya conocen la música. Pero, ¿van a mantener el sistema tal y como está, con sus tribunales amañados y sus convocatorias a medida? ¿Qué haréis con las castas universitarias, camaradas? ¿Y con el feudalismo de las universidades primitivas, donde para ganar una cátedra de Física Cuántica lo importante es haber nacido en Vic? ¿Mantendréis el sistema de rectores como títeres decorativos? ¿Y los planes de estudio deformados departamento a departamento según el interés de la plantilla?
Podemos es un partido de profesores universitarios, o lo que es igual, una quimera. Un profesor universitario es un funcionario aún más irresponsable si cabe. La libertad de cátedra le permite explicar al alumnado la vida de Lola Flores o las teorías de Kripke con igual protección estatal y sueldo. Puede fantasear hasta el delirio, por ejemplo reconstruyendo la Unión Soviética en clase, sin que nadie pueda decirle que eso no entra en el programa de Filosofía de la Ciencia. No obedece al menor control, excepto el de sus jefes de departamento (y tampoco mucho), lo que provoca unas relaciones serviles hasta la caricatura que en los estratos inferiores es de pura esclavitud. Un partido de profesores universitarios reproduce el mundo virtual de las aulas, con todos sus delirios y su onirismo, a escala estatal.
Si ya la Universidad española (sector Humanidades) es como un cetáceo muerto, imagínense un país construido con los mismos mimbres. Un cementerio de elefantes. Y ratones.
Un partido de profesores
por FÉLIX DE AZÚA
Me ha llamado mucho la atención el eco que ha tenido la beca del profesor Errejón. En efecto, un amigo y conmilitón suyo le consiguió una beca sustanciosa (las hay regulares y las hay king size. Esta es de las buenas) tras convocar la ayuda de manera que sólo Errejón podía presentarse y presentóse y ganóla. Entre las bases y condiciones para acceder a la beca sólo faltaba añadir “que gaste gafas de pasta y cuyo apellido empiece con E”.
Pero ¿cuál ha sido el escándalo? Aquellos que conozcan la Universidad española desde dentro (yo he dado clases allí 30 años) saben que este procedimiento no es una excepción, sino la regla, la base misma de su funcionamiento. ¿Cómo creen que se elige a los titulares, al jefe de departamento, a los becarios, al decano, al rector? ¿No han oído hablar de la endogamia universitaria, de las mafias departamentales, de las cátedras hereditarias? En algunas ocasiones estas corruptelas se usan para mantener la coherencia ideológica o teórica de un departamento, lo que es hasta cierto punto comprensible, pero la mayor parte de las veces es simplemente el modo de mantener una clientela vitalicia.
Dicho sin fariseísmos, la Universidad está tan corrompida como las finanzas, los partidos o los sindicatos: es una de las instituciones más corruptas del conjunto institucional español. Por esta razón la enseñanza española es la que recoge la más baja calificación en todo el conjunto europeo, un suspenso que se sucede año tras año con gran regocijo de los partidos políticos.
De hecho, puede decirse que no hay auténtica competencia en la adjudicación de las plazas, en los tribunales de oposición, en los de tesis doctorales, y lo que es más grave aún, la nuestra es una Universidad mineralizada, fosilizada, sin traslados, sin musculatura. Los profesores están atados a su plaza geográfica de por vida. Si a pesar de todo muchos de ellos realizan una labor admirable es gracias a una vocación férrea.
Ahora bien, ¿han oído a Iglesias, a Errejón, o a los dirigentes de Podemos en la sombra presentar un programa de limpieza del mundo universitario español? No lo verán. Están allí acomodados como Blesa y sus chicos en Caja Madrid. La Universidad es su finca y nadie se atreverá nunca a limpiar esos establos. Los jefes de Podemos pueden lanzar a la calle 100.000 individuos en media hora y colapsar una ciudad. ¿Van a decir algo sobre los funestos sindicatos estudiantiles? ¡Cómo van a hacerlo si ellos los controlan! También son ellos quienes deciden quién entra y quién no en su residencia. Cuando revientan actos no lo hacen por ideología (de la que carecen, aparte de un sumario castrismo-leninismo), sino para mostrar quién es el amo de ese mayorazgo. En los reportajes de aquella violenta irrupción en la conferencia de Rosa Díez se puede ver a los jefes y matones del actual Podemos intercambiando órdenes como si fueran los falangistas de la Complutense de los años treinta.
Es un comportamiento análogo al de Mas y los separatistas, los cuales no se enfrentan al Estado para conseguir la independencia de Cataluña, que saben les arruinaría, sino para dejar claro quién manda en la finca. De modo que no se trata de ganar, sino de humillar al Estado. ¿Tribunales Supremos a mí? ¡Anda ya, españolito alpargatero! ¡Aquí mando yo, o sea, el Pueblo Catalán Carolingio! El comportamiento de los caudillos totalitarios es siempre el mismo, no queda nada por inventar.
A mí no me escandaliza que Errejón se haya mercado un beneficio estupendo, sobre todo él, que no lo necesita porque es de familia acomodada. Lo que me llama la atención es que esta gente que conoce sobradamente la corrupción universitaria de la que se alimenta aún no haya dicho nada relevante sobre la futura enseñanza en España cuando ellos manden, como no sean cuatro vaguedades idealistas del tipo “la Universidad ha de estar al servicio de los pobres”, ya conocen la música. Pero, ¿van a mantener el sistema tal y como está, con sus tribunales amañados y sus convocatorias a medida? ¿Qué haréis con las castas universitarias, camaradas? ¿Y con el feudalismo de las universidades primitivas, donde para ganar una cátedra de Física Cuántica lo importante es haber nacido en Vic? ¿Mantendréis el sistema de rectores como títeres decorativos? ¿Y los planes de estudio deformados departamento a departamento según el interés de la plantilla?
Podemos es un partido de profesores universitarios, o lo que es igual, una quimera. Un profesor universitario es un funcionario aún más irresponsable si cabe. La libertad de cátedra le permite explicar al alumnado la vida de Lola Flores o las teorías de Kripke con igual protección estatal y sueldo. Puede fantasear hasta el delirio, por ejemplo reconstruyendo la Unión Soviética en clase, sin que nadie pueda decirle que eso no entra en el programa de Filosofía de la Ciencia. No obedece al menor control, excepto el de sus jefes de departamento (y tampoco mucho), lo que provoca unas relaciones serviles hasta la caricatura que en los estratos inferiores es de pura esclavitud. Un partido de profesores universitarios reproduce el mundo virtual de las aulas, con todos sus delirios y su onirismo, a escala estatal.
Si ya la Universidad española (sector Humanidades) es como un cetáceo muerto, imagínense un país construido con los mismos mimbres. Un cementerio de elefantes. Y ratones.
sábado, 29 de noviembre de 2014
martes, 25 de noviembre de 2014
viernes, 21 de noviembre de 2014
Claudio Rodríguez
DON DE LA EBRIEDAD
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo esto es un don, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.
domingo, 16 de noviembre de 2014
Aurora y Julio
La reciente muerte de Aurora Bernárdez trajo hasta mí este texto de Vargas Llosa, parte del cual se incluye en la presentación de la edición de los Cuentos Completos de Cortázar que publicó Alfaguara. El relato que allí se hace de la impresión que entonces causaban los Cortázar como "pareja perfecta", envidia y admiración de propios y extraños por su infinita capacidad de diálogo y de anticiparse, de adivinar al otro, parece un cuento del autor argentino.
Estudiando la obra de Orson Welles descubrí rasgos premonitorios de su existencia futura en su obra más temprana, como si lo que el artista fuese capaz de soñar una vez prefigurara los límites de su propio devenir y resultara imposible superar los propios sueños. Aunque produzcan monstruos.
Es de esperar que la vida de Cortázar sea digna de su imaginación irrepetible. Alguien capaz de entretenerse con la danza mágica de las gotas de agua en el cristal o el azar de los mensajes que se crean en los carteles heridos de muerte parisinos no vuela a ras de tierra. Su biblioteca, que reposa en los anaqueles de la Biblioteca Nacional de Nicaragua, país que Julio adoraba con fervor y lealtad, aún palpita.
La muerte de Aurora
publicado en El País por Mario Vargas Llosa
En diciembre de 1958, un amigo peruano de la Unesco, Alfonso de Silva, me invitó a su casa a cenar, en París. Me sentó junto a un hombre delgado, muy alto y lampiño que, sólo a la hora de la despedida, descubrí era Julio Cortázar. Parecía tan joven que lo creí mi contemporáneo y era 22 años mayor que yo. Su mujer, Aurora Bernárdez, bajita, menuda, tenía unos grandes ojos azules y una sonrisa un poco irónica que mantenía a la gente a distancia.
Nunca he olvidado la impresión que me hizo esa noche la conversación de esa pareja tan dispareja. Parecían haber leído todos los libros, sólo decían cosas inteligentes y había entre ellos una complicidad tal en lo que contaban —se pasaban la palabra como los palitroques dos diestros funámbulos— que, se diría, habían llevado todo aquello ensayado.
En los casi siete años que viví en Francia nos vimos muchas veces, en su casa, en la mía, en los cafés, o en la Unesco, donde ejercíamos como traductores. Nunca dejaron de admirarme la riqueza de sus lecturas, la sutileza de sus observaciones, la sencillez y naturalidad de sus maneras y, también, el modo como tenían organizada su vida para ver las mejores exposiciones, las mejores películas, los mejores conciertos. Era difícil descubrir quién era más inteligente y más culto, cuál de los dos había leído más, mejor y con mayor provecho. Cuidaban su intimidad con encarnizamiento —no perdían nunca el tiempo— y mantenían a raya a quien quisiera invadirla. Yo estuve siempre seguro que Aurora no sólo traducía —lo hacía maravillosamente, del inglés, el francés y el italiano, como atestiguan sus versiones de Faulkner, Durrell, Calvino, Flaubert— sino también escribía, pero que se abstenía de publicar por una decisión heroica: para que hubiera un solo escritor en la familia.
En 1967 los tres estuvimos juntos, de traductores en un congreso dedicado al
algodón, en Atenas. Durante casi una semana convivimos en el hotel, en las
sesiones del congreso, cenando todas las noches en restaurancitos de Plaka, en
la visita de un domingo a la isla de Hydra, y al regresar a Londres (donde yo
me había mudado) recuerdo haberle dicho a Patricia: “El matrimonio perfecto
existe, es el de Julio y Aurora, no he visto nunca una inteligencia y
compenetración igual en ninguna pareja. Tenemos que aprender de ellos,
imitarlos”. Pocos días después recibí una carta de Julio que comenzaba así: “Tu
sensibilidad te habrá hecho advertir, en Grecia, que no hay nada ya entre
Aurora y yo. Nos estamos separando”. Nunca en mi vida me he sentido más
desconcertado (y apenado). En esos días de convivencia me habían parecido la
pareja mejor avenida y más envidiable del mundo, porque, con un tacto infinito,
ambos se las habían arreglado para disimular a la perfección la tormenta
sentimental que sacudía su matrimonio.
Para los amigos de Julio y Aurora su divorcio fue un drama, porque a todos nos había parecido que su unión era absoluta e irrompible, que dos personas no podían quererse y entenderse tanto como ellos. Pocas semanas después, en las oficinas de Gallimard, en París, yo se lo decía a Ugné Karvelis, que se ocupaba de la literatura extranjera. “¡Cómo va a ser posible, qué puede haber ocurrido para que se separen!”. Y en ese mismo momento vi en los ojos de Ugné una zozobra y turbación muy elocuentes: lo que había ocurrido estaba allí, de cuerpo presente, ante mis ojos.
La próxima vez que vi a Cortázar, en Londres, apenas lo reconocí. La suya es la más extraordinaria transformación de una persona que me haya tocado presenciar. (“Un mutante”, decía Chichita Calvino.) Se había hecho un tratamiento para tener barba y, en efecto, lucía una enorme, de celajes rojizos. Me pidió que lo llevara a un lugar donde pudiera comprar revistas eróticas y hablaba de sexo y marihuana con un desparpajo infantil, algo que en el Cortázar de antes resultaba inconcebible. Todas las veces que lo vi, en los años siguientes, siguió sorprendiéndome con ese rejuvenecimiento empecinado. Él, que defendía tanto su intimidad, vivía ahora poco menos que en la calle, al alcance de todo el mundo, y se interesaba en la política, tema que antes le producía alergia. (Yo había intentado presentarle a Juan Goytisolo una vez y me dijo: “Mejor no, es demasiado político”). Incluso, firmaba manifiestos, militaba a favor de Cuba y hablaba de la revolución de manera tan apasionada como ingenua. Su limpieza moral y su decencia eran las mismas, desde luego, pero en cierto modo se había tornado en la antípoda de sí mismo.
Creo que los años que estuvo con Ugné fue sin duda feliz, en el sentido más material de la palabra, y, tal vez por eso mismo, su obra literaria se empobreció, perdió mucho del misterio y la novedad que tenía, y yo siempre he pensado que la ausencia intelectual y sin duda también afectiva de Aurora, explica en buena parte ese empobrecimiento. Por eso me alegró muchísimo saber que años después, cuando estaba ya muy enfermo, había habido entre ellos una reconciliación. Y que ella había quedado como su albacea literaria, encargada de las ediciones de su obra póstuma y de su correspondencia. Como era de prever, Aurora ha cumplido esta tarea con todo el talento, la generosidad y sin duda el intenso amor que profesó siempre por Cortázar.
Luego de la separación, pasaron muchos años sin que volviera a verla, aunque siempre la tuve en la memoria, como una de las personas más lúcidas y finas que he conocido, una de las que hablaba de libros y autores literarios con más delicadeza y versación, dueña de una inconsciente elegancia en todo lo que hacía y decía. El año 1990 la volví a ver, en Deyá. Tenía los cabellos grises pero, en todo lo demás, seguía idéntica a la Aurora de mi memoria. Subía y bajaba las peñas mallorquinas con agilidad y su casita estaba impregnada por doquier con la presencia de Julio; en la salita donde conversábamos había una preciosa foto de él, tocando la trompeta. No sólo su cuerpo había conservado un vigor juvenil; también su mente, su curiosidad, su pasión por los libros, eran jóvenes y contagiosos. Hablamos de Georg Grosz, un pintor expresionista alemán, que yo admiro mucho y que Aurora, por supuesto, conocía al dedillo; de Claribel Alegría, poeta salvadoreña cuya casa parisina estaba siempre abierta a todos los escritores latinoamericanos; de si Flaubert o Balzac describieron mejor el siglo XIX francés.
En el verano del año pasado la vi por última vez, en el Escorial. Raspaba ya los 93 años y oía con dificultad, pero su memoria era notable y, durante la charla pública que celebramos, me maravilló ver la cantidad de episodios, anécdotas, personas que recordaba con sorprendente precisión, además, por supuesto, de los libros, entre los que siempre se movió como por su casa (eran su casa). “¿Por fin te vas a animar a publicar lo que seguramente tienes escrito?”, le pregunté. Su respuesta fue evasiva y, sin embargo, estimulante. “Necesito cinco años”, me dijo, con su vieja sonrisita un poco burlona de costumbre. “Para terminar una biografía de Julio Cortázar”. ¿Lo dijo en serio? ¿Habría comenzado a escribirla? Ojalá fuera así. Nadie podría dar un testimonio más fundado sobre el Cortázar creador de las historias sorprendentes de Bestiario, Final del juego, Historias de Cronopios y de Famas y de Rayuela, la novela que mostró cómo una manera de contar podía ser en sí misma una subyugante historia.
He sabido que en sus últimas disposiciones estableció que fuera incinerada. No podré, pues, llevar unas flores a su tumba la próxima vez que caiga por París. Pero estoy seguro que no le hubiera importado que le dedique en cambio este pequeño homenaje verbal, a ella, tan sensible para detectar en las palabras los aromas y la belleza de las flores más fragantes.
Estudiando la obra de Orson Welles descubrí rasgos premonitorios de su existencia futura en su obra más temprana, como si lo que el artista fuese capaz de soñar una vez prefigurara los límites de su propio devenir y resultara imposible superar los propios sueños. Aunque produzcan monstruos.
Es de esperar que la vida de Cortázar sea digna de su imaginación irrepetible. Alguien capaz de entretenerse con la danza mágica de las gotas de agua en el cristal o el azar de los mensajes que se crean en los carteles heridos de muerte parisinos no vuela a ras de tierra. Su biblioteca, que reposa en los anaqueles de la Biblioteca Nacional de Nicaragua, país que Julio adoraba con fervor y lealtad, aún palpita.
La muerte de Aurora
publicado en El País por Mario Vargas Llosa
En diciembre de 1958, un amigo peruano de la Unesco, Alfonso de Silva, me invitó a su casa a cenar, en París. Me sentó junto a un hombre delgado, muy alto y lampiño que, sólo a la hora de la despedida, descubrí era Julio Cortázar. Parecía tan joven que lo creí mi contemporáneo y era 22 años mayor que yo. Su mujer, Aurora Bernárdez, bajita, menuda, tenía unos grandes ojos azules y una sonrisa un poco irónica que mantenía a la gente a distancia.
Nunca he olvidado la impresión que me hizo esa noche la conversación de esa pareja tan dispareja. Parecían haber leído todos los libros, sólo decían cosas inteligentes y había entre ellos una complicidad tal en lo que contaban —se pasaban la palabra como los palitroques dos diestros funámbulos— que, se diría, habían llevado todo aquello ensayado.
En los casi siete años que viví en Francia nos vimos muchas veces, en su casa, en la mía, en los cafés, o en la Unesco, donde ejercíamos como traductores. Nunca dejaron de admirarme la riqueza de sus lecturas, la sutileza de sus observaciones, la sencillez y naturalidad de sus maneras y, también, el modo como tenían organizada su vida para ver las mejores exposiciones, las mejores películas, los mejores conciertos. Era difícil descubrir quién era más inteligente y más culto, cuál de los dos había leído más, mejor y con mayor provecho. Cuidaban su intimidad con encarnizamiento —no perdían nunca el tiempo— y mantenían a raya a quien quisiera invadirla. Yo estuve siempre seguro que Aurora no sólo traducía —lo hacía maravillosamente, del inglés, el francés y el italiano, como atestiguan sus versiones de Faulkner, Durrell, Calvino, Flaubert— sino también escribía, pero que se abstenía de publicar por una decisión heroica: para que hubiera un solo escritor en la familia.
Para los amigos de Julio y Aurora su divorcio fue un drama, porque a todos nos había parecido que su unión era absoluta e irrompible, que dos personas no podían quererse y entenderse tanto como ellos. Pocas semanas después, en las oficinas de Gallimard, en París, yo se lo decía a Ugné Karvelis, que se ocupaba de la literatura extranjera. “¡Cómo va a ser posible, qué puede haber ocurrido para que se separen!”. Y en ese mismo momento vi en los ojos de Ugné una zozobra y turbación muy elocuentes: lo que había ocurrido estaba allí, de cuerpo presente, ante mis ojos.
La próxima vez que vi a Cortázar, en Londres, apenas lo reconocí. La suya es la más extraordinaria transformación de una persona que me haya tocado presenciar. (“Un mutante”, decía Chichita Calvino.) Se había hecho un tratamiento para tener barba y, en efecto, lucía una enorme, de celajes rojizos. Me pidió que lo llevara a un lugar donde pudiera comprar revistas eróticas y hablaba de sexo y marihuana con un desparpajo infantil, algo que en el Cortázar de antes resultaba inconcebible. Todas las veces que lo vi, en los años siguientes, siguió sorprendiéndome con ese rejuvenecimiento empecinado. Él, que defendía tanto su intimidad, vivía ahora poco menos que en la calle, al alcance de todo el mundo, y se interesaba en la política, tema que antes le producía alergia. (Yo había intentado presentarle a Juan Goytisolo una vez y me dijo: “Mejor no, es demasiado político”). Incluso, firmaba manifiestos, militaba a favor de Cuba y hablaba de la revolución de manera tan apasionada como ingenua. Su limpieza moral y su decencia eran las mismas, desde luego, pero en cierto modo se había tornado en la antípoda de sí mismo.
Creo que los años que estuvo con Ugné fue sin duda feliz, en el sentido más material de la palabra, y, tal vez por eso mismo, su obra literaria se empobreció, perdió mucho del misterio y la novedad que tenía, y yo siempre he pensado que la ausencia intelectual y sin duda también afectiva de Aurora, explica en buena parte ese empobrecimiento. Por eso me alegró muchísimo saber que años después, cuando estaba ya muy enfermo, había habido entre ellos una reconciliación. Y que ella había quedado como su albacea literaria, encargada de las ediciones de su obra póstuma y de su correspondencia. Como era de prever, Aurora ha cumplido esta tarea con todo el talento, la generosidad y sin duda el intenso amor que profesó siempre por Cortázar.
Luego de la separación, pasaron muchos años sin que volviera a verla, aunque siempre la tuve en la memoria, como una de las personas más lúcidas y finas que he conocido, una de las que hablaba de libros y autores literarios con más delicadeza y versación, dueña de una inconsciente elegancia en todo lo que hacía y decía. El año 1990 la volví a ver, en Deyá. Tenía los cabellos grises pero, en todo lo demás, seguía idéntica a la Aurora de mi memoria. Subía y bajaba las peñas mallorquinas con agilidad y su casita estaba impregnada por doquier con la presencia de Julio; en la salita donde conversábamos había una preciosa foto de él, tocando la trompeta. No sólo su cuerpo había conservado un vigor juvenil; también su mente, su curiosidad, su pasión por los libros, eran jóvenes y contagiosos. Hablamos de Georg Grosz, un pintor expresionista alemán, que yo admiro mucho y que Aurora, por supuesto, conocía al dedillo; de Claribel Alegría, poeta salvadoreña cuya casa parisina estaba siempre abierta a todos los escritores latinoamericanos; de si Flaubert o Balzac describieron mejor el siglo XIX francés.
En el verano del año pasado la vi por última vez, en el Escorial. Raspaba ya los 93 años y oía con dificultad, pero su memoria era notable y, durante la charla pública que celebramos, me maravilló ver la cantidad de episodios, anécdotas, personas que recordaba con sorprendente precisión, además, por supuesto, de los libros, entre los que siempre se movió como por su casa (eran su casa). “¿Por fin te vas a animar a publicar lo que seguramente tienes escrito?”, le pregunté. Su respuesta fue evasiva y, sin embargo, estimulante. “Necesito cinco años”, me dijo, con su vieja sonrisita un poco burlona de costumbre. “Para terminar una biografía de Julio Cortázar”. ¿Lo dijo en serio? ¿Habría comenzado a escribirla? Ojalá fuera así. Nadie podría dar un testimonio más fundado sobre el Cortázar creador de las historias sorprendentes de Bestiario, Final del juego, Historias de Cronopios y de Famas y de Rayuela, la novela que mostró cómo una manera de contar podía ser en sí misma una subyugante historia.
He sabido que en sus últimas disposiciones estableció que fuera incinerada. No podré, pues, llevar unas flores a su tumba la próxima vez que caiga por París. Pero estoy seguro que no le hubiera importado que le dedique en cambio este pequeño homenaje verbal, a ella, tan sensible para detectar en las palabras los aromas y la belleza de las flores más fragantes.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Queremos tanto a Ray
Hoy me desperté nostalgioso. Me eduqué emocionalmente con los libros de Ray Bradbury, hace ya muchos años, en un Buenos Aires luminoso y violento. En realidad, me desperté con nostalgia de mí mismo leyendo a Bradbury, con tiempo para degustarlo, sin reloj. Una atmósfera poética, mítica, expresando los grandes interrogantes en un escenario en el que las pasiones humanas se expandían por el Sistema Solar.
Mi primer recuerdo de sus libros es la voz de mi madre contándonos un cuento de El hombre ilustrado mientras veíamos crecer las aguas en Bialet Massé, en la provincia de Córdoba. Habíamos ido de acampada con mis tíos José y Coqui. En un momento dado, un puente quedó bloqueado y nosotros aislados en La Estanciera. Un vehículo que marcó época.
Mamá nos habló de un grupo de astronautas que buscaban desesperadamente un refugio en Venus. Un planeta envuelto siempre en nubes en el que Bradbury soñaba lluvias incesantes. Algunos hombres no aguantaban la presión y resolvían poner fin a sus vidas abriendo la boca y mirando al cielo.
Fue la primera vez que oí hablar del suicidio.
Más tarde, descubriría en los cuentos de Bradbury notas de tristeza y soledad en un marco de profunda belleza. Crónicas marcianas -el viaje nocturno de una familia de escasos recursos. Un padre que inventa un sistema para que sus hijos crean que ellos también pueden viajar al espacio como los hijos de las familias pudientes. El sueño de los niños y llevarlos en brazos a la cama... Un relato magistral-, Fahrenheit 451 y la parábola de la memoria, el citado El hombre ilustrado -aquellos astronautas cuya nave estalla y salen despedidos con apenas tiempo de decirse adiós, olvidar los agravios y agradecerse mutuamente haber compartido un pedazo de vida-, La Feria de las Tinieblas, esos monstruos que avivaban miedos atávicos, las tres de la mañana, esa hora tan lejos del final del día y del comienzo de la luz. La hora en que lo inefable toma cuerpo. El país de octubre, Las doradas manzanas del sol, El vino del estío...
¡El abismo de Chicago! ¡Las maquinarias de la alegría! La necesidad de explorar, de ir más allá. De romper con la herencia recibida.
Había poesía en sus páginas y una mirada al infinito, al destino de la humanidad. En plena guerra fría y amenaza constante de holocausto nuclear. Asimov, Clarke, Anderson, Lem, Lovecraft... todos magníficos. Pero sigo teniendo debilidad por Bradbury. Siempre se vuelve al primer amor.
Leer sin tiempo, viendo cómo se amontonan las nubes. Sin después. En tardes de verano de siestas de plomo.
En la única edad en que nadie espera recibir nada de ti.
Todas las horas.
Mi primer recuerdo de sus libros es la voz de mi madre contándonos un cuento de El hombre ilustrado mientras veíamos crecer las aguas en Bialet Massé, en la provincia de Córdoba. Habíamos ido de acampada con mis tíos José y Coqui. En un momento dado, un puente quedó bloqueado y nosotros aislados en La Estanciera. Un vehículo que marcó época.
Mamá nos habló de un grupo de astronautas que buscaban desesperadamente un refugio en Venus. Un planeta envuelto siempre en nubes en el que Bradbury soñaba lluvias incesantes. Algunos hombres no aguantaban la presión y resolvían poner fin a sus vidas abriendo la boca y mirando al cielo.
Fue la primera vez que oí hablar del suicidio.
Más tarde, descubriría en los cuentos de Bradbury notas de tristeza y soledad en un marco de profunda belleza. Crónicas marcianas -el viaje nocturno de una familia de escasos recursos. Un padre que inventa un sistema para que sus hijos crean que ellos también pueden viajar al espacio como los hijos de las familias pudientes. El sueño de los niños y llevarlos en brazos a la cama... Un relato magistral-, Fahrenheit 451 y la parábola de la memoria, el citado El hombre ilustrado -aquellos astronautas cuya nave estalla y salen despedidos con apenas tiempo de decirse adiós, olvidar los agravios y agradecerse mutuamente haber compartido un pedazo de vida-, La Feria de las Tinieblas, esos monstruos que avivaban miedos atávicos, las tres de la mañana, esa hora tan lejos del final del día y del comienzo de la luz. La hora en que lo inefable toma cuerpo. El país de octubre, Las doradas manzanas del sol, El vino del estío...
¡El abismo de Chicago! ¡Las maquinarias de la alegría! La necesidad de explorar, de ir más allá. De romper con la herencia recibida.
Había poesía en sus páginas y una mirada al infinito, al destino de la humanidad. En plena guerra fría y amenaza constante de holocausto nuclear. Asimov, Clarke, Anderson, Lem, Lovecraft... todos magníficos. Pero sigo teniendo debilidad por Bradbury. Siempre se vuelve al primer amor.
Leer sin tiempo, viendo cómo se amontonan las nubes. Sin después. En tardes de verano de siestas de plomo.
En la única edad en que nadie espera recibir nada de ti.
Todas las horas.
jueves, 6 de noviembre de 2014
martes, 28 de octubre de 2014
Wagner y Solti
La obertura de Tannhäuser es una música poderosa, plena de premoniciones. Como lo es la música de Gustav Mahler. En mi opinión, algunas oberturas de las óperas de Wagner encierran verdaderos tesoros sinfónicos. Tannhäuser es una de mis favoritas y, al parecer, en Alemania se la considera un segundo himno.
Más allá de la eterna discusión sobre la ideología de Wagner -si analizáramos la vida privada de muchos artistas habría más de una decepción-, su música es grandiosa. Destinada a perdurar.
En esta ocasión, uno de los directores de orquesta más importantes del siglo XX, Sir Georg Solti, dirige la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Queda la magia.
Más allá de la eterna discusión sobre la ideología de Wagner -si analizáramos la vida privada de muchos artistas habría más de una decepción-, su música es grandiosa. Destinada a perdurar.
En esta ocasión, uno de los directores de orquesta más importantes del siglo XX, Sir Georg Solti, dirige la Orquesta Sinfónica de Chicago.
Queda la magia.
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lunes, 27 de octubre de 2014
sábado, 25 de octubre de 2014
E lucevan le stelle
Mañana de sábado otoñal en el hemisferio norte. La versión de Carlo Bergonzi de esta conocida aria de Tosca me sigue emocionando como el primer día. En un mundo pleno de ruidos de toda condición, la voz de Dios. La comparto con todos vosotros.
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Tosca
viernes, 24 de octubre de 2014
Héroes del mar
No se trata de un fotomontaje. Está ocurriendo. Subsaharianos encaramados a la valla fronteriza de la ciudad española de Melilla -enclavada en el continente africano- mientras dos personas de bien de las de toda la vida juegan al golf. Un deporte de masas.
Los subsaharianos proceden de una variedad de países cuyas fronteras fueron trazadas a toda prisa durante el proceso de descolonización de África. Para llegar hasta Melilla han superado un verdadero infierno. Han atravesado desiertos de muerte, han sido extorsionados por las mafias de traficantes o cosas peores. Maltratados a uno y otro lado de la valla.
Tampoco tienen vuelta atrás, no hay retorno posible, porque estos seres humanos que se ven en la parte posterior de la fotografía son la única esperanza de salvación de sus familias. Sus padres literalmente los lanzan al desierto: si no logras llegar a Europa, no vuelvas... Esos son los códigos de la desesperación.
Si finalmente terminan cruzando el estrecho, su destino es vender La Farola, cuidar coches o ratear. Nadie se ocupará de ellos, porque nuestro sistema ya produce su propio material descartable.
Es de suponer que vivimos en un mundo post-ideológico, porque ya se sea de izquierdas o de derechas, el europeo de pro aspira al mismo desarrollo exclusivamente material: tarjetas opacas, coches de alta gama, urbanizaciones exclusivas, cruceros. El triunfo aplastante de la avaricia y la mediocridad.
Un mundo muy, muy feliz.
domingo, 19 de octubre de 2014
sábado, 11 de octubre de 2014
jueves, 9 de octubre de 2014
Gente luminosa
Escuchar al misionero agustino recoleto José Luis Garayoa emociona hasta lo más hondo. Alguien que trabaja en primera línea y mira al mal cara a cara.
Al mal en unas dimensiones desconocidas para los occidentales. Sierra Leona es zona cero en lo que al ébola respecta, pero ese SOLO es uno más de los terribles problemas que enfrenta su población: el mayor índice proporcional de SIDA en África, la mayor mortalidad en el parto, una altísima tasa de mortalidad infantil… Analfabetismo, falta de infraestructura sanitaria, malaria, tifus, cólera, desnutrición… los Cuatro Jinetes se quedan cortos.
Como otros tantos hombres y mujeres que arriesgan sus vidas y trabajan por los demás. Esta gente no es de este mundo y merecen toda la ayuda posible, así como todo el cariño y respeto. Son dignos de llamarse seres humanos.
Garayoa habla de Dios y de la fe como un San Manuel Bueno Mártir de nuestro tiempo. La ausencia de Dios sería insoportable viendo la miseria más extrema campar a sus anchas. Habría que inventarlo si fuera necesario.
Todos los libros de filosofía no valen una frase de este hombre. ¿Por qué existe el sufrimiento, el dolor, la muerte? ¿Cómo es posible que 2.000 millones de personas vivan a todo tren mientras más de 5.000 millones se debaten entre la pobreza y la miseria animal? Niños que mueren antes de haber comenzado a vivir.
Garayoa y otras personas como él son seres de luz. Indispensables. Únicos.
Al mal en unas dimensiones desconocidas para los occidentales. Sierra Leona es zona cero en lo que al ébola respecta, pero ese SOLO es uno más de los terribles problemas que enfrenta su población: el mayor índice proporcional de SIDA en África, la mayor mortalidad en el parto, una altísima tasa de mortalidad infantil… Analfabetismo, falta de infraestructura sanitaria, malaria, tifus, cólera, desnutrición… los Cuatro Jinetes se quedan cortos.
Como otros tantos hombres y mujeres que arriesgan sus vidas y trabajan por los demás. Esta gente no es de este mundo y merecen toda la ayuda posible, así como todo el cariño y respeto. Son dignos de llamarse seres humanos.
Garayoa habla de Dios y de la fe como un San Manuel Bueno Mártir de nuestro tiempo. La ausencia de Dios sería insoportable viendo la miseria más extrema campar a sus anchas. Habría que inventarlo si fuera necesario.
Todos los libros de filosofía no valen una frase de este hombre. ¿Por qué existe el sufrimiento, el dolor, la muerte? ¿Cómo es posible que 2.000 millones de personas vivan a todo tren mientras más de 5.000 millones se debaten entre la pobreza y la miseria animal? Niños que mueren antes de haber comenzado a vivir.
Garayoa y otras personas como él son seres de luz. Indispensables. Únicos.
Thomas Bernhard
"Cuando se está solo mucho tiempo, cuando se ha acostumbrado uno a estar solo, cuando se ha adiestrado uno para estar solo, se descubren cada vez más cosas por todas partes allí donde para los demás no hay nada".
En esta frase del escritor austríaco se inscribe su concepción del mundo. Un autor intenso, duro, incapaz de bajar el pistón. Enemigo de sí mismo.
domingo, 21 de septiembre de 2014
Gordito querido
Inventar historias no tiene mayor sentido. Ahí está la prensa diaria.
La familia de un tipo descubre su infidelidad por las esquelas que publican su esposa y su amante. Los genios del periódico las publican una a continuación de la otra, de forma que se entera medio mundo. La esquela de la amante es una pieza de colección.
La diferencia de temperatura entre ambos mensajes resulta ostensible. Graciela, la esposa, parece castellana, aunque en tal caso puede que sobrara "con dolor". Sabido es que las mujeres florecen después de la muerte de sus maridos, sobre todo si han estado sometidas al yugo eterno de un cabrón con pintas, voz en grito, puñetazo en la mesa y porque lo digo yo. Resulta sorprendente que en pleno siglo XXI haya mujeres que aún soporten payasos trogloditas -desprovistos de cualquier clase de gracia- que viven en la Edad Media. Inexplicable.
Lo he comprobado en decenas de ocasiones. Si había amor, y ella se va primero, los tipos se arrastran por el fango como en un tango sombrío. "Hoy, después de un año atroz..."
Hay un cuento de Cortázar que se llama "Las puertas del cielo" y que no puedo releer sin sentir un puñal. "...Sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente". Sobran las palabras.
Las minas no. Reverdecen y a los 10 días, ¡a otra cosa!
Pero Susana, la amante.... ahhh... qué delicia de mujer. "Tu amor por siempre", firma. "Gracias por estos 5 años de felicidad". Qué salada.
¿Cómo transmutar una esposa en amante? He ahí la genuina piedra filosofal.
¡Vamos GORDITO todavía!
La familia de un tipo descubre su infidelidad por las esquelas que publican su esposa y su amante. Los genios del periódico las publican una a continuación de la otra, de forma que se entera medio mundo. La esquela de la amante es una pieza de colección.
La diferencia de temperatura entre ambos mensajes resulta ostensible. Graciela, la esposa, parece castellana, aunque en tal caso puede que sobrara "con dolor". Sabido es que las mujeres florecen después de la muerte de sus maridos, sobre todo si han estado sometidas al yugo eterno de un cabrón con pintas, voz en grito, puñetazo en la mesa y porque lo digo yo. Resulta sorprendente que en pleno siglo XXI haya mujeres que aún soporten payasos trogloditas -desprovistos de cualquier clase de gracia- que viven en la Edad Media. Inexplicable.
Lo he comprobado en decenas de ocasiones. Si había amor, y ella se va primero, los tipos se arrastran por el fango como en un tango sombrío. "Hoy, después de un año atroz..."
Hay un cuento de Cortázar que se llama "Las puertas del cielo" y que no puedo releer sin sentir un puñal. "...Sin haber encontrado las puertas del cielo entre ese humo y esa gente". Sobran las palabras.
Las minas no. Reverdecen y a los 10 días, ¡a otra cosa!
Pero Susana, la amante.... ahhh... qué delicia de mujer. "Tu amor por siempre", firma. "Gracias por estos 5 años de felicidad". Qué salada.
¿Cómo transmutar una esposa en amante? He ahí la genuina piedra filosofal.
¡Vamos GORDITO todavía!
sábado, 20 de septiembre de 2014
viernes, 19 de septiembre de 2014
Espirales
Charla apasionante con mi hijo Iván sobre la entropía y las espirales. Sobre las formas que adopta la materia para no consumir más energía de la estrictamente necesaria. Las proporciones, los órdenes. El sistema de afinación natural y la explosión armónica que posibilitó el sistema temperado. Sus relaciones con la proporción áurea, la clara implicación arquitectónica.
De telón de fondo, el ajedrez. Cómo ganar la partida de la vida. Iván es un bálsamo espiritual para mi cerebro vapuleado por gente mala hasta la hez. Personajes que he ido coleccionando estos años y que ni a un guionista borracho se le ocurrirían.
Para evitar la pérdida innecesaria de energía se me ocurre que, siguiendo a Mark Twain, es mucho mejor decir la verdad. Independientemente de consideraciones morales. Decir la verdad evita tener que recordar todo lo que se ha dicho.
Decir la verdad es apostar por el bajo consumo.
A modo de ejemplo: mi amigo Edmundo afirma que si te casas -dónde situar el límite..., una pareja de hecho también sirve para ponerte a los pies de los caballos-, compras una propiedad a medias con la mejor buena voluntad o tienes hijos en un país como España sabiendo todo lo que te puede pasar en caso de que vengan mal dadas (2 de cada 3 parejas se van a pique según las estadísticas), eres un imbécil de proporciones cósmicas. Hasta podría decirse que te lo mereces.
Tienes el 66,66 por ciento de posibilidades de acabar sin casa, con una deuda que supera en años a la condena más dura por conducta criminal y de ser tratado como si fueras basura por el simple hecho de ser hombre.
Hay más posibilidades de ganar dinero apostando toda la noche al 16, rojo, par y falta. Créeme.
De telón de fondo, el ajedrez. Cómo ganar la partida de la vida. Iván es un bálsamo espiritual para mi cerebro vapuleado por gente mala hasta la hez. Personajes que he ido coleccionando estos años y que ni a un guionista borracho se le ocurrirían.
Para evitar la pérdida innecesaria de energía se me ocurre que, siguiendo a Mark Twain, es mucho mejor decir la verdad. Independientemente de consideraciones morales. Decir la verdad evita tener que recordar todo lo que se ha dicho.
Decir la verdad es apostar por el bajo consumo.
A modo de ejemplo: mi amigo Edmundo afirma que si te casas -dónde situar el límite..., una pareja de hecho también sirve para ponerte a los pies de los caballos-, compras una propiedad a medias con la mejor buena voluntad o tienes hijos en un país como España sabiendo todo lo que te puede pasar en caso de que vengan mal dadas (2 de cada 3 parejas se van a pique según las estadísticas), eres un imbécil de proporciones cósmicas. Hasta podría decirse que te lo mereces.
Tienes el 66,66 por ciento de posibilidades de acabar sin casa, con una deuda que supera en años a la condena más dura por conducta criminal y de ser tratado como si fueras basura por el simple hecho de ser hombre.
Hay más posibilidades de ganar dinero apostando toda la noche al 16, rojo, par y falta. Créeme.
jueves, 18 de septiembre de 2014
Natalidad
El índice de natalidad de España se encuentra entre los más bajos de mundo. Las causas son múltiples: incorporación de la mujer al mercado de trabajo, crisis económica, retraso de la maternidad para consolidar carreras profesionales, prolongación de la edad fértil mediante técnicas de reproducción asistida (que se han transformado en un lucrativo negocio), etc.
Teniendo en cuenta el tratamiento que recibe un hombre en caso de separación con hijos -excepcionalidad de la custodia compartida, usufructo de la vivienda familiar por parte de la mujer e incluso su nueva pareja, pensiones varias, conflictos por gastos, etc.- y la nula ayuda que el estado español proporciona a las parejas que deciden traer hijos al mundo, no resulta extraño que las cifras sean las que son.
Si Tolstoi viviera en la España actual debería reescribir Anna Karenina. Por completo.
Después de encornar a Karenin en sucesivas ocasiones, su marido ante los ojos de Dios y de los hombres, con el disoluto Conde Vronski, Anna decide divorciarse. Por mandato judicial, Karenin debe abandonar el palacio familiar (de su familia desde la fundación de San Petersburgo) y se traslada al hostal La pulga saltarina, situado en los arrabales de la ciudad, ya que después de abonar la pensión por alimentos y la pensión compensatoria no le queda ni un kopek. Vronski visita a Anna a diario y a follar que son dos días. Total, las cenas a la luz de las velas las paga Karenin.
El hijo de ambos se queda con Anna como plan de pensiones hasta que el niño encuentre un puesto de trabajo convenientemente remunerado y socialmente reconocido. Karenin solo puede verlo el día de la celebración de la victoria sobre las tropas de Napoleón. Vronski, amante ocasional de la madre, se transforma en padre de facto y educador de Seriozha. Una vez leyó un libro sobre la crianza del caballo en cautividad. No consiguió terminarlo.
Karenin se da a la bebida. El alcohol que ingiere es de ínfima calidad. Deambula como alma en pena por la ciudad de los puentes y sus antiguos amigos, otrora poderosos, le vuelven la espalda. Separado... ¡apestado!
Finalmente, Karenin decide suicidarse lanzándose al vacío desde un quinto piso pero solo alcanza a romperse las piernas, la cadera y las costillas.
Es trasladado al hospital para indigentes Niño Boris y muere entre horribles sufrimientos ya que carece de rublos y tarjeta sanitaria imperial para abonar las dosis de láudano necesarias.
Es arrojado a la fosa común un frío día de enero. Asisten al evento un sacerdote en prácticas, algo borracho pero muy piadoso y un perro de raza indeterminada que responde al nombre de Volodia.
Las palas de cal corren a cargo del estado ruso.
No hay miedo. Una reciente sentencia judicial contribuirá a potenciar la natalidad en España. Pronto, esto será un recuerdo del pasado. Pasen y vean...
Cómo aumentar la natalidad en España.
Teniendo en cuenta el tratamiento que recibe un hombre en caso de separación con hijos -excepcionalidad de la custodia compartida, usufructo de la vivienda familiar por parte de la mujer e incluso su nueva pareja, pensiones varias, conflictos por gastos, etc.- y la nula ayuda que el estado español proporciona a las parejas que deciden traer hijos al mundo, no resulta extraño que las cifras sean las que son.
Si Tolstoi viviera en la España actual debería reescribir Anna Karenina. Por completo.
Después de encornar a Karenin en sucesivas ocasiones, su marido ante los ojos de Dios y de los hombres, con el disoluto Conde Vronski, Anna decide divorciarse. Por mandato judicial, Karenin debe abandonar el palacio familiar (de su familia desde la fundación de San Petersburgo) y se traslada al hostal La pulga saltarina, situado en los arrabales de la ciudad, ya que después de abonar la pensión por alimentos y la pensión compensatoria no le queda ni un kopek. Vronski visita a Anna a diario y a follar que son dos días. Total, las cenas a la luz de las velas las paga Karenin.
El hijo de ambos se queda con Anna como plan de pensiones hasta que el niño encuentre un puesto de trabajo convenientemente remunerado y socialmente reconocido. Karenin solo puede verlo el día de la celebración de la victoria sobre las tropas de Napoleón. Vronski, amante ocasional de la madre, se transforma en padre de facto y educador de Seriozha. Una vez leyó un libro sobre la crianza del caballo en cautividad. No consiguió terminarlo.
Karenin se da a la bebida. El alcohol que ingiere es de ínfima calidad. Deambula como alma en pena por la ciudad de los puentes y sus antiguos amigos, otrora poderosos, le vuelven la espalda. Separado... ¡apestado!
Finalmente, Karenin decide suicidarse lanzándose al vacío desde un quinto piso pero solo alcanza a romperse las piernas, la cadera y las costillas.
Es trasladado al hospital para indigentes Niño Boris y muere entre horribles sufrimientos ya que carece de rublos y tarjeta sanitaria imperial para abonar las dosis de láudano necesarias.
Es arrojado a la fosa común un frío día de enero. Asisten al evento un sacerdote en prácticas, algo borracho pero muy piadoso y un perro de raza indeterminada que responde al nombre de Volodia.
Las palas de cal corren a cargo del estado ruso.
No hay miedo. Una reciente sentencia judicial contribuirá a potenciar la natalidad en España. Pronto, esto será un recuerdo del pasado. Pasen y vean...
Cómo aumentar la natalidad en España.
La última pregunta
Un cuento magistral de Isaac Asimov. ¡Gracias, Iván!
La última pregunta se formuló por primera vez, medio en broma, el 21 de mayo de 2061, en momentos en que la humanidad (también por primera vez) se bañó en luz. La pregunta llegó como resultado de una apuesta por cinco dólares hecha entre dos hombres que bebían cerveza, y sucedió de esta manera:
Alexander Adell y Bertram Lupov eran dos de los fieles asistentes de Multivac. Dentro de las dimensiones de lo humano sabían qué era lo que pasaba detrás del rostro frío, parpadeante e intermitentemente luminoso -kilómetros y kilómetros de rostro- de la gigantesca computadora. Al menos tenían una vaga noción del plan general de circuitos y retransmirores que desde hacía mucho tiempo habían superado toda posibilidad de ser dominados por una sola persona.
Multivac se autoajustaba y autocorregía. Así tenía que ser, porque nada que fuera humano podía ajustarla y corregirla con la rapidez suficiente o siquiera con la eficacia suficiente. De manera que Adell y Lupov atendían al monstruoso gigante sólo en forma ligera y superficial, pero lo hacían tan bien como podría hacerlo cualquier otro hombre. La alimentaban con información, adaptaban las preguntas a sus necesidades y traducían las respuestas que aparecían. Por cierto, ellos, y todos los demás asistentes tenían pleno derecho a compartir la gloria de Multivac.
Durante décadas, Multivac ayudó a diseñar naves y a trazar las trayectorias que permitieron al hombre llegar a la Luna, a Marte y a Venus, pero después de eso, los pobres recursos de la Tierra ya no pudieron serles de utilidad a las naves. Se necesitaba demasiada energía para los viajes largos y pese a que la Tierra explotaba su carbón y uranio con creciente eficacia había una cantidad limitada de ambos.
Pero lentamente, Multivac aprendió lo suficiente como para responder a las preguntas más complejas en forma más profunda, y el 14 de mayo de 2061 lo que hasta ese momento era teoría se convirtió en realidad.
La energía del Sol fue almacenada, modificada y utilizada directamente en todo el planeta. Cesó en todas partes el hábito de quemar carbón y fisionar uranio y toda la Tierra se conectó con una pequeña estación -de un kilómetro y medio de diámetro- que circundaba el planeta a mitad de distancia de la Luna, para funcionar con rayos invisibles de energía solar.
Siete días no habían alcanzado para empañar la gloria del acontecimiento, y Adell y Lupov finalmente lograron escapar de la celebración pública, para refugiarse donde nadie pensaría en buscarlos: en las desiertas cámaras subterráneas, donde se veían partes del poderoso cuerpo enterrado de Multivac. Sin asistentes, ociosa, clasificando datos con clicks satisfechos y perezosos, Multivac también se había ganado sus vacaciones y los asistentes la respetaban y originalmente no tenían intención de perturbarla.
Se habían llevado una botella, y su única preocupación en ese momento era relajarse y disfrutar de la bebida.
- Es asombroso, cuando uno lo piensa -dijo Adell. En su rostro ancho se veían huellas de cansancio, y removió lentamente la bebida con una varilla de vidrio, observando el movimiento de los cubos de hielo en su interior. - Toda la energía que podremos usar de ahora en adelante, gratis. Suficiente energía, si quisiéramos emplearla, como para derretir a toda la Tierra y convertirla en una enorme gota de hierro líquido impuro, y no echar de menos la energía empleada. Toda la energía que podremos usar por siempre y siempre y siempre.
Lupov ladeó la cabeza. Tenía el hábito de hacerlo cuando quería oponerse a lo que oía, y en ese momento quería oponerse; en parte porque había tenido que llevar el hielo y los vasos.
- No para siempre -dijo.
- Ah, vamos, prácticamente para siempre. Hasta que el Sol se apague, Bert.
- Entonces no es para siempre.
- Muy bien, entonces. Durante miles de millones de años. Veinte mil millones, tal vez. ¿Estás satisfecho?
Lupov se pasó los dedos por los escasos cabellos como para asegurarse de que todavía le quedaban algunos y tomó un pequeño sorbo de su bebida.
- Veinte mil millones de años no es 'para siempre'.
- Bien, pero superará nuestra época ¿verdad?
- También la superarán el carbón y el uranio.
- De acuerdo, pero ahora podemos conectar cada nave espacial individualmente con la Estación Solar, y hacer que vaya y regrese de Plutón un millón de veces sin que tengamos que preocuparnos por el combustible. No puedes hacer eso con carbón y uranio. Pregúntale a Multivac, si no me crees.
- No necesito preguntarle a Multivac. Lo sé. - Entonces deja de quitarle méritos a lo que Multivac ha hecho por nosotros -dijo Adell, malhumorado-. Se portó muy bien.
- ¿Quién dice que no? Lo que yo sostengo es que el Sol no durará eternamente. Eso es todo lo que digo. Estamos a salvo por veinte mil millones de años, pero ¿y luego? -Lupov apuntó con un dedo tembloroso al otro. - Y no me digas que nos conectaremos con otro Sol.
Durante un rato hubo silencio. Adell se llevaba la copa a los labios sólo de vez en cuando, y los ojos de Lupov se cerraron lentamente. Descansaron.
De pronto Lupov abrió los ojos.
- Piensas que nos conectaremos con otro Sol cuando el nuestro muera, ¿verdad?
- No estoy pensando nada.
- Seguro que estás pensando. Eres malo en lógica, ése es tu problema. Eres como ese tipo del cuento a quien lo soprendió un chaparrón, corrió a refugiarse en un monte y se paró bajo un árbol. No se preocupaba porque pensaba que cuando un árbol estuviera totalmente mojado, simplemente iría a guarecerse bajo otro.
- Entiendo -dijo Adell-, no grites. Cuando el Sol muera, las otras estrellas habrán muerto también.
- Por supuesto -murmuró Lupov-. Todo comenzó con la explosión cósmica original, fuera lo que fuese, y todo terminará cuando todas las estrellas se extingan. Algunas se agotan antes que otras. Por Dios, los gigantes no durarán cien millones de años. El Sol durará veinte mil millones de años y tal vez las enanas durarán cien mil millones por mejores que sean. Pero en un trillón de años estaremos a oscuras. La entropía tiene que incrementarse al máximo, eso es todo.
- Sé todo lo que hay que saber sobre la entropía -dijo Adell, tocado en su amor propio.
- ¡Qué vas a saber!
- Sé tanto como tú.
- Entonces sabes que todo se extinguirá algún día.
- Muy bien. ¿Quién dice que no?
- Tú, grandísimo tonto. Dijiste que teníamos toda la energía que necesitábamos, para siempre. Dijiste 'para siempre'.
Esa vez le tocó a Adell oponerse.
- Tal vez podamos reconstruir las cosas algún día.
- Nunca.
- ¿Por qué no? Algún día.
- Nunca.
- Pregúntale a Multivac.
- Pregúntale tú a Multivac. Te desafío. Te apuesto cinco dólares a que no es posible.
Adell estaba lo suficientemente borracho como para intentarlo y lo suficientemente sobrio como para traducir los símbolos y operaciones necesarias para formular la pregunta que, en palabras, podría haber correspondido a esto: ¿Podrá la humanidad algún día, sin el gasto neto de energía, devolver al Sol toda su juventud aún después que haya muerto de viejo?
O tal vez podría reducirse a una pregunta más simple, como ésta: ¿Cómo puede disminuirse masivamente la cantidad neta de entropía del universo?
Multivac enmudeció. Los lentos resplandores oscuros cesaron, los clicks distantes de los transmisores terminaron.
Entonces, mientras los asustados técnicos sentían que ya no podían contener más el aliento, el teletipo adjunto a la computadora cobró vida repentinamente. Aparecieron cinco palabras impresas: DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- No hay apuesta -murmuró Lupov. Salieron apresuradamente.
A la mañana siguiente, los dos, con dolor de cabeza y la boca pastosa, habían olvidado el incidente.
Jerrodd, Jerrodine y Jerrodette I y II observaban la imagen estrellada en el visiplato mientras completaban el pasaje por el hiperespacio en un lapso fuera de las dimensiones del tiempo. Inmediatamente, el uniforme de polvo de estrellas dio paso al predominio de un único disco de mármol, brillante, centrado.
- Es X-23 - dijo Jerrodd con confianza. Sus manos delgadas se entrelazaron con fuerza detrás de su espalda y los nudillos se pusieron blancos.
Las pequeñas Jerrodettes, niñas ambas, habían experimentado el pasaje por el hiperespacio por primera vez en su vida. Contuvieron sus risas y se persiguieron locamente alrededor de la madre, gritando:
- Hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado...
- Tranquilas, niñas -dijo rápidamente Jerrodine-. ¿Estás seguro, Jerrodd?
- ¿De qué hay que estar seguro? -preguntó Jerrodd, echando una mirada al tubo de metal justo debajo del techo, que ocupaba toda la longitud de la habitación y desaparecía a través de la pared en cada extremo. Tenía la misma longitud que la nave.
Jerrodd sabía poquísimo sobre el grueso tubo de metal excepto que se llamaba Microvac, que uno le hacía preguntas si lo deseaba; que aunque uno no se las hiciera de todas maneras cumplía con su tarea de conducir la nave hacia un destino prefijado, de abastecerla de energía desde alguna de las diversas estaciones de Energía Subgaláctica y de computar las ecuaciones para los saltos hiperespaciales.
Jerrodd y su familia no tenían otra cosa que hacer sino esperar y vivir en los cómodos sectores residenciales de la nave.
Cierta vez alguien le había dicho a Jerrodd, que el 'ac' al final de 'Microvac' quería decir 'computadora análoga' en inglés antiguo, pero estaba a punto de olvidar incluso eso.
Los ojos de Jerrodine estaban húmedos cuando miró el visiplato.
- No puedo evitarlo. Me siento extraña al salir de la Tierra.
- ¿Por qué, caramba? -preguntó Jerrodd-. No teníamos nada allí. En X-23 tendremos todo. No estarás sola. No serás una pionera. Ya hay un millón de personas en ese planeta. Por Dios, nuestros bisnietos tendrán que buscar nuevos mundos porque llegará el día en que X-23 estará superpoblado. -Luego agregó, despues de una pausa reflexiva: - Te aseguro que es una suerte que las computadoras hayan desarrollado viajes interestelares, considerando el ritmo al que aumenta la raza.
- Lo sé, lo sé -respondió Jerrodine con tristeza.
Jerrodette I dijo de inmediato:
- Nuestra Microvac es la mejor Microvac del mundo.
- Eso creo yo también -repuso Jerrodd, desordenándole el pelo.
Era realmente una sensación muy agradable tener una Microvac propia y Jerrodd estaba contento de ser parte de su generación y no de otra. En la juventud de su padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Sólo había una por planeta. Se llamaban ACs Planetarias. Durante mil años habían crecido constantemente en tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía colocarse en una nave espacial y ocupar sólo la mitad del espacio disponible.
Jerrodd se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera vez había domado al Sol, y casi tan complicada como una AC Planetaria de la Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje hiperespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas. - Tantas estrellas, tantos planetas -suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos-. Supongo que las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos nosotros ahora.
- No siempre -respondió Jerrodd, con una sonrisa-. Todo esto terminará algún día, pero no antes de que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.
- ¿Qué es la entropía, papá? -preguntó Jerrodette II con voz aguda.
- Entropía, querida, es sólo una palabra que significa la cantidad de desgaste del universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot walkie-talkie, ¿recuerdas?
- ¿No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?
- Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no hay más unidades de energía.
Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.
- No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.
- Mira lo que has hecho -susurró Jerrodine, exasperada. - ¿Cómo podía saber que iba a asustarla? -respondió Jerrodd también en un susurro.
- Pregúntale a la Microvac -gimió Jerrodette I-. Pregúntale cómo volver a encender las estrellas.
- Vamos -dijo Jerrodine-. Con eso se tranquilizarán. -(Jerrodette II ya se estaba echando a llorar, también).
Jerrodd se encogió de hombros.
- Ya está bien, queridas. Le preguntaré a Microvac. No se preocupen, ella nos lo dirá.
Le preguntó a la Microvac, y agregó rápidamente:
- Imprimir la respuesta.
Jerrodd retiró la delgada cinta de celufilm y dijo alegremente: - Miren, la Microvac dice que se ocupará de todo cuando llegue el momento, y que no se preocupen.
Jerrodine dijo:
- Y ahora, niñas, es hora de acostarse. Pronto estaremos en nuestro nuevo hogar.
Jerrodd leyó las palabras en el celufilm nuevamente antes de destruirlo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Se encogió de hombros y miró el visiplato. El X-23 estaba cerca.
VJ-23X de Lameth miró las negras profundidades del mapa tridimensional en pequeña escala de la Galaxia y dijo:
- ¿No será una ridiculez que nos preocupe tanto la cuestión?
MQ-17J de Nicron sacudió la cabeza.
- Creo que no. Sabes que la Galaxia estará llena en cinco años con el actual ritmo de expansión.
Los dos parecían jóvenes de poco más de veinte años. Ambos eran altos y de formas perfectas.
- Sin embargo, dijo VJ-23X- me resisto a presentar un informe pesimista al Consejo Galáctico.
- Yo no pensaría en presentar ningún otro tipo de informe. Tenemos que inquietarlos un poco. No hay otro remedio.
VJ-23X suspiró.
- El espacio es infinito. Hay cien billones de galaxias disponibles.
- Cien billones no es infinito, y cada vez se hace menos infinito. ¡Piénsalo! Hace veinte mil años, la humanidad resolvió por primera vez el problema de utilizar energía estelar, y algunos siglos después se hicieron posibles los viajes interestelares. A la humanidad le llevó un millón de años llenar un pequeño mundo y luego sólo quince mil años llenar el resto de la Galaxia. Ahora la población se duplica cada diez años...
VJ-23X lo interrumpió.
- Eso debemos agradecérselo a la inmnortalidad.
- Muy bien. La inmortalidad existe y debemos considerarla. Admito que esta inmortalidad tiene su lado complicado. La galáctica AC nos ha solucionado muchos problemas, pero al resolver el problema de evitar la vejez y la muerte, anuló todas las otras cuestiones.
- Sin embargo no creo que desees abandonar la vida.
- En absoluto -saltó MQ-17J, y luego se suavizó de inmediato-. No todavía. No soy tan viejo. ¿Cuántos años tienes tú?
- Doscientos veintitrés. ¿Y tú?
- Yo todavía no tengo doscientos. Pero, volvamos a lo que decía. La población se duplica cada diez años. Una vez que se llene esta galaxia, habremos llenado otra en diez años. Diez años más y habremos llenado dos más. Otra década, cuatro más. En cien años, habremos llenado mil galaxias; en mil años, un millón de galaxias. En diez mil años, todo el universo conocido. Y entonces, ¿qué?
VJ-23X dijo:
- Como problema paralelo, está el del transporte. Me pregunto cuántas unidades de energía solar se necesitarán para trasladar galaxias de individuos de una galaxia a la siguiente.
- Muy buena observación. La humanidad ya consume dos unidades de energía solar por año.
- La mayor parte de esta energía se desperdicia. Al fin y al cabo, nuestra propia galaxia sola gasta mil unidades de energía solar por año, y nosotros solamente usamos dos de ellas.
- De acuerdo, pero aún con una eficiencia de un cien por ciento, sólo podemos postergar el final. Nuestras necesidades energéticas crecen en progresión geométrica, y a un ritmo mayor que nuestra población. Nos quedaremos sin energía todavía más rápido que sin galaxias. Muy buena observación. Muy, muy buena observación.
- Simplemente tendremos que construir nuevas estrellas con gas interestelar.
- ¿O con calor disipado? -preguntó MQ-17J, con tono sarcástico.
- Puede haber alguna forma de revertir la entropía. Tenemos que preguntárselo a la Galáctica AC.
VJ-23X no hablaba realmente en serio, pero MQ-17J sacó su contacto AC del bolsillo y lo colocó sobre la mesa frente a él.
- No me faltan ganas -dijo-. Es algo que la raza humana tendrá que enfrentar algún día.
Miró sombríamente su pequeño contacto AC. Era un objeto de apenas cinco centímetros cúbicos, nada en sí mismo, pero estaba conectado a través del hiperespacio con la gran Galáctica AC que servía a toda la humanidad y, a su vez era parte integral suya.
MQ-17J hizo una pausa para preguntarse si algún día, en su vida inmortal, llegaría a ver la Galáctica AC. Era un pequeño mundo propio, una telaraña de rayos de energía que contenía la materia dentro de la cual las oleadas de los planos medios ocupaban el lugar de las antiguas y pesadas válvulas moleculares. Sin embargo, a pesar de esos funcionamientos subetéreos, se sabía que la Galáctica AC tenía mil diez metros de ancho.
Repentinamente, MQ-17J preguntó a su contacto AC:
- ¿Es posible revertir la entropía?
VJ-23X, sobresaltado, dijo de inmediato:
- Ah, mira, realmente yo no quise decir que tenías que preguntar eso.
- ¿Por qué no?
- Los dos sabemos que la entropía no puede revertirse. No puedes volver a convertir el humo y las cenizas en un árbol.
- ¿Hay árboles en tu mundo? -preguntó MQ-17J.
El sonido de la Galáctica AC los sobresaltó y les hizo guardar silencio. Se oyó su voz fina y hermosa en el contacto AC en el escritorio. Dijo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
VJ-23X dijo:
- ¡Ves!
Entonces los dos hombres volvieron a la pregunta del informe que tenían que hacer para el Consejo Galáctico.
La mente de Zee Prime abarcó la nueva galaxia con un leve interés en los incontables racimos de estrellas que la poblaban. Nunca había visto eso antes. ¿Alguna vez las vería todas? Tantas estrellas, cada una con su carga de humanidad... una carga que era casi un peso muerto. Cada vez más, la verdadera esencia del hombre había que encontrarla allá afuera, en el espacio.
¡En las mentes, no en los cuerpos! Los cuerpos inmortales permanecían en los planetas, suspendidos sobre los eones. A veces despertaban a una actividad material pero eso era cada vez más raro. Pocos individuos nuevos nacían para unirse a la multitud increíblemente poderosa, pero, ¿qué importaba? Había poco lugar en el universo para nuevos individuos.
Zee Prime despertó de su ensoñación al encontrarse con los sutiles manojos de otra mente.
- Soy Zee Prime. ¿Y tú?
- Soy Dee Sub Wun. ¿Tu galaxia?
- Sólo la llamamos Galaxia. ¿Y tú?
- Llamamos de la misma manera a la nuestra. Todos los hombres llaman Galaxia a su galaxia, y nada más. ¿Por qué será?
- Porque todas las galaxias son iguales.
- No todas. En una galaxia en particular debe de haberse originado la raza humana. Eso la hace diferente.
Zee Prime dijo:
- ¿En cuál?
- No sabría decirte. La Universal AC debe estar enterada.
- ¿Se lo preguntamos? De pronto tengo curiosidad por saberlo.
Las percepciones de Zee Prime se ampliaron hasta que las galaxias mismas se encogieron y se convirtieron en un polvo nuevo, más difuso, sobre un fondo mucho más grande. Tantos cientos de billones de galaxias, cada una con sus seres inmortales, todas llevando su carga de inteligencias, con mentes que vagaban libremente por el espacio. Y sin embargo una de ellas era única entre todas por ser la Galaxia original. Una de ellas tenía en su pasado vago y distante, un período en que había sido la única galaxia poblada por el hombre.
Zee Prime se consumía de curiosidad por ver esa galaxia y gritó:
- ¡Universal AC! ¿En qué galaxia se originó el hombre?
La Universal AC oyó, porque en todos los mundos tenía listos sus receptores, y cada receptor conducía por el hiperespacio a algún punto desconocido donde la Universal AC se mantenía independiente.
ee Prime sólo sabía de un hombre cuyos pensamientos habían penetrado a distancia sensible de la Universal AC, y sólo informó sobre un globo brillante, de sesenta centímetros de diámetro, difícil de ver.
- ¿Pero cómo puede ser eso toda la Universal AC? -había preguntado Zee Prime.
La mayor parte -fue la respuesta- está en el hiperespacio. No puedo imaginarme en qué forma está allí.
Nadie podía imaginarlo, porque hacía mucho que había pasado el día- y eso Zee Prime lo sabía- en que algún hombre tuvo parte en construir la Universal AC. Cada Universal AC diseñaba y construía a su sucesora. Cada una, durante su existencia de un millón de años o más, acumulaba la información necesaria como para construir una sucesora mejor, más intrincada, más capaz en la cual dejar sumergido y almacenado su propio acopio de información e individualidad.
La Universal AC interrumpió los pensamientos erráticos de Zee Prime, no con palabras, sino con directivas. La mentalidad de Zee Prime fue dirigida hacia un difuso mar de Galaxias donde una en particular se agrandaba hasta convertirse en estrellas.
Llegó un pensamiento, infinitamente distante, pero infinitamente claro.
ÉSTA ES LA GALAXIA ORIGINAL DEL HOMBRE.
Pero era igual, al fin y al cabo, igual que cualquier otra, y Zee Prime resopló de desilusión.
Dee Sub Wun, cuya mente había acompañado a Zee Prime, dijo de pronto:
- ¿Y una de estas estrellas es la estrella original del hombre?
La Universal AC respondió:
LA ESTRELLA ORIGINAL DEL HOMBRE SE HA HECHO NOVA. ES UNA ENANA BLANCA.
- ¿Los hombres que la habitaban murieron? -preguntó Zee Prime, sobresaltado y sin pensar.
La Universal AC respondió:
COMO SUCEDE EN ESTOS CASOS UN NUEVO MUNDO PARA SUS CUERPOS FÍSICOS FUE CONSTRUIDO EN EL TIEMPO.
- Sí, por supuesto -dijo Zee Prime, pero aún así lo invadió una sensación de pérdida. Su mente dejó de centrarse en la Galaxia original del hombre, y le permitió volver y perderse en pequeños puntos nebulosos. No quería volver a verla.
Dee Sub Wun dijo:
- ¿Qué sucede?
- Las estrellas están muriendo. La estrella original ha muerto.
- Todas deben morir. ¿Por qué no?
- Pero cuando toda la energía se haya agotado, nuestros cuerpos finalmente morirán, y tú y yo con ellos.
- Llevará billones de años.
- No quiero que suceda, ni siquiera dentro de billones de años. ¡Universal AC! ¿Cómo puede evitarse que las estrellas mueran?
Dee Sub Wun dijo, divertido:
- Estás preguntando cómo podría revertirse la dirección de la entropía.
Y la Universal AC respondió:
TODAVÍA HAY DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Los pensamientos de Zee Prime volaron a su propia galaxia. Dejó de pensar en Dee Sub Wun, cuyo cuerpo podría estar esperando en una galaxia a un trillón de años luz de distancia, o en la estrella siguiente a la de Zee Prime. No importaba.
Con aire desdichado, Zee Prime comenzó a recoger hidrógeno interestelar con el cual construir una pequeña estrella propia. Si las estrellas debían morir alguna vez, al menos podrían construirse algunas.
El Hombre, mentalmente, era uno solo, y estaba conformado por un trillón de trillones de cuerpos sin edad, cada uno en su lugar, cada uno descansando, tranquilo e incorruptible, cada uno cuidado por autómatas perfectos, igualmente incorruptibles, mientras las mentes de todos los cuerpos se fusionaban libremente entre sí, sin distinción.
El Hombre dijo:
- El universo está muriendo.
El Hombre miró a su alrededor a las galaxias cada vez más oscuras. Las estrellas gigantes, muy gastadoras, se habían ido hace rato, habían vuelto a lo más oscuro de la oscuridad del pasado distante. Casi todas las estrellas eran enanas blancas, que finalmente se desvanecían.
Se habían creado nuevas estrellas con el polvo que había entre ellas, algunas por procesos naturales, otras por el Hombre mismo, y también se estaban apagando. Las enanas blancas aún podían chocar entre ellas, y de las poderosas fuerzas así liberadas se construirían nuevas estrellas, pero una sola estrella por cada mil estrellas enanas blancas destruidas, y también éstas llegarían a su fin.
El Hombre dijo:
- Cuidadosamente administrada y bajo la dirección de la Cósmica AC, la energía que todavía queda en todo el universo, puede durar billones de años. Pero aún así eventualmente todo llegará a su fin. Por mejor que se la administre, por más que se la racione, la energía gastada desaparece y no puede ser repuesta. La entropía aumenta continuamente.
El Hombre dijo:
- ¿Es posible no revertir la entropía? Preguntémosle a la Cósmica AC.
La AC los rodeó pero no en el espacio. Ni un solo fragmento de ella estaba en el espacio. Estaba en el hiperespacio y hecha de algo que no era materia ni energía. La pregunta sobre su tamaño y su naturaleza ya no tenía sentido comprensible para el Hombre.
- Cósmica AC -dijo el Hombre- ¿cómo puede revertirse la entropía?
La Cósmica AC dijo:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
El Hombre ordenó: - Recoge datos adicionales.
La Cósmica AC dijo:
LO HARÉ. HACE CIENTOS DE BILLONES DE AÑOS QUE LO HAGO. MIS PREDECESORES Y YO HEMOS ESCUCHADO MUCHAS VECES ESTA PREGUNTA. TODOS LOS DATOS QUE TENGO SIGUEN SIENDO INSUFICIENTES.
- ¿Llegará el momento -preguntó el Hombre- en que los datos sean suficientes o el problema es insoluble en todas las circunstancias concebibles?
La Cósmica AC respondió:
NINGÚN PROBLEMA ES INSOLUBLE EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS CONCEBIBLES.
El Hombre preguntó:
- ¿Cuándo tendrás suficientes datos como para responder a la pregunta?
La Cósmica AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- ¿Seguirás trabajando en eso? -preguntó el Hombre.
La Cósmica AC respondió:
- SÍ. El Hombre dijo:
- Esperaremos.
Las estrellas y las galaxias murieron y se convirtieron en polvo, y el espacio se volvió negro después de tres trillones de años de desgaste.
Uno por uno, el Hombre se fusionó con la AC, cada cuerpo físico perdió su identidad mental en forma tal que no era una pérdida sino una ganancia.
La última mente del Hombre hizo una pausa antes de la fusión, contemplando un espacio que sólo incluía la borra de la última estrella oscura y nada aparte de esa materia increíblemente delgada, agitada al azar por los restos de un calor que se gastaba, asintóticamente, hasta llegar al cero absoluto.
El Hombre dijo:
- AC, ¿es éste el final? ¿Este caos no puede ser revertido al universo una vez más? ¿Esto no puede hacerse?
AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
La última mente del Hombre se fusionó y sólo AC existió en el hiperespacio.
La materia y la energía se agotaron y con ellas el espacio y el tiempo. Hasta AC existía solamente para la última pregunta que nunca había sido respondida desde la época en que dos técnicos en computación medio alcoholizados, tres trillones de años antes, formularon la pregunta en la computadora que era para AC mucho menos de lo que para un hombre el Hombre.
Todas las otras preguntas habían sido contestadas, y hasta que esa última pregunta fuera respondida también, AC no podría liberar su conciencia.
Todos los datos recogidos habían llegado al fin. No quedaba nada para recoger.
Pero toda la información reunida todavía tenía que ser completamente correlacionada y unida en todas sus posibles relaciones.
Se dedicó un intervalo sin tiempo a hacer esto.
Y sucedió que AC aprendió cómo revertir la dirección de la entropía.
Pero no había ningún Hombre a quien AC pudiera dar una respuesta a la última pregunta. No había materia. La respuesta -por demostración- se ocuparía de eso también.
Durante otro intervalo sin tiempo, AC pensó en la mejor forma de hacerlo. Cuidadosamente, AC organizó el programa.
La conciencia de AC abarcó todo lo que alguna vez había sido un universo y pensó en lo que en ese momento era el caos.
Paso a paso, había que hacerlo.
Y AC dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!
Y la luz se hizo...
Alexander Adell y Bertram Lupov eran dos de los fieles asistentes de Multivac. Dentro de las dimensiones de lo humano sabían qué era lo que pasaba detrás del rostro frío, parpadeante e intermitentemente luminoso -kilómetros y kilómetros de rostro- de la gigantesca computadora. Al menos tenían una vaga noción del plan general de circuitos y retransmirores que desde hacía mucho tiempo habían superado toda posibilidad de ser dominados por una sola persona.
Multivac se autoajustaba y autocorregía. Así tenía que ser, porque nada que fuera humano podía ajustarla y corregirla con la rapidez suficiente o siquiera con la eficacia suficiente. De manera que Adell y Lupov atendían al monstruoso gigante sólo en forma ligera y superficial, pero lo hacían tan bien como podría hacerlo cualquier otro hombre. La alimentaban con información, adaptaban las preguntas a sus necesidades y traducían las respuestas que aparecían. Por cierto, ellos, y todos los demás asistentes tenían pleno derecho a compartir la gloria de Multivac.
Durante décadas, Multivac ayudó a diseñar naves y a trazar las trayectorias que permitieron al hombre llegar a la Luna, a Marte y a Venus, pero después de eso, los pobres recursos de la Tierra ya no pudieron serles de utilidad a las naves. Se necesitaba demasiada energía para los viajes largos y pese a que la Tierra explotaba su carbón y uranio con creciente eficacia había una cantidad limitada de ambos.
Pero lentamente, Multivac aprendió lo suficiente como para responder a las preguntas más complejas en forma más profunda, y el 14 de mayo de 2061 lo que hasta ese momento era teoría se convirtió en realidad.
La energía del Sol fue almacenada, modificada y utilizada directamente en todo el planeta. Cesó en todas partes el hábito de quemar carbón y fisionar uranio y toda la Tierra se conectó con una pequeña estación -de un kilómetro y medio de diámetro- que circundaba el planeta a mitad de distancia de la Luna, para funcionar con rayos invisibles de energía solar.
Siete días no habían alcanzado para empañar la gloria del acontecimiento, y Adell y Lupov finalmente lograron escapar de la celebración pública, para refugiarse donde nadie pensaría en buscarlos: en las desiertas cámaras subterráneas, donde se veían partes del poderoso cuerpo enterrado de Multivac. Sin asistentes, ociosa, clasificando datos con clicks satisfechos y perezosos, Multivac también se había ganado sus vacaciones y los asistentes la respetaban y originalmente no tenían intención de perturbarla.
Se habían llevado una botella, y su única preocupación en ese momento era relajarse y disfrutar de la bebida.
- Es asombroso, cuando uno lo piensa -dijo Adell. En su rostro ancho se veían huellas de cansancio, y removió lentamente la bebida con una varilla de vidrio, observando el movimiento de los cubos de hielo en su interior. - Toda la energía que podremos usar de ahora en adelante, gratis. Suficiente energía, si quisiéramos emplearla, como para derretir a toda la Tierra y convertirla en una enorme gota de hierro líquido impuro, y no echar de menos la energía empleada. Toda la energía que podremos usar por siempre y siempre y siempre.
Lupov ladeó la cabeza. Tenía el hábito de hacerlo cuando quería oponerse a lo que oía, y en ese momento quería oponerse; en parte porque había tenido que llevar el hielo y los vasos.
- No para siempre -dijo.
- Ah, vamos, prácticamente para siempre. Hasta que el Sol se apague, Bert.
- Entonces no es para siempre.
- Muy bien, entonces. Durante miles de millones de años. Veinte mil millones, tal vez. ¿Estás satisfecho?
Lupov se pasó los dedos por los escasos cabellos como para asegurarse de que todavía le quedaban algunos y tomó un pequeño sorbo de su bebida.
- Veinte mil millones de años no es 'para siempre'.
- Bien, pero superará nuestra época ¿verdad?
- También la superarán el carbón y el uranio.
- De acuerdo, pero ahora podemos conectar cada nave espacial individualmente con la Estación Solar, y hacer que vaya y regrese de Plutón un millón de veces sin que tengamos que preocuparnos por el combustible. No puedes hacer eso con carbón y uranio. Pregúntale a Multivac, si no me crees.
- No necesito preguntarle a Multivac. Lo sé. - Entonces deja de quitarle méritos a lo que Multivac ha hecho por nosotros -dijo Adell, malhumorado-. Se portó muy bien.
- ¿Quién dice que no? Lo que yo sostengo es que el Sol no durará eternamente. Eso es todo lo que digo. Estamos a salvo por veinte mil millones de años, pero ¿y luego? -Lupov apuntó con un dedo tembloroso al otro. - Y no me digas que nos conectaremos con otro Sol.
Durante un rato hubo silencio. Adell se llevaba la copa a los labios sólo de vez en cuando, y los ojos de Lupov se cerraron lentamente. Descansaron.
De pronto Lupov abrió los ojos.
- Piensas que nos conectaremos con otro Sol cuando el nuestro muera, ¿verdad?
- No estoy pensando nada.
- Seguro que estás pensando. Eres malo en lógica, ése es tu problema. Eres como ese tipo del cuento a quien lo soprendió un chaparrón, corrió a refugiarse en un monte y se paró bajo un árbol. No se preocupaba porque pensaba que cuando un árbol estuviera totalmente mojado, simplemente iría a guarecerse bajo otro.
- Entiendo -dijo Adell-, no grites. Cuando el Sol muera, las otras estrellas habrán muerto también.
- Por supuesto -murmuró Lupov-. Todo comenzó con la explosión cósmica original, fuera lo que fuese, y todo terminará cuando todas las estrellas se extingan. Algunas se agotan antes que otras. Por Dios, los gigantes no durarán cien millones de años. El Sol durará veinte mil millones de años y tal vez las enanas durarán cien mil millones por mejores que sean. Pero en un trillón de años estaremos a oscuras. La entropía tiene que incrementarse al máximo, eso es todo.
- Sé todo lo que hay que saber sobre la entropía -dijo Adell, tocado en su amor propio.
- ¡Qué vas a saber!
- Sé tanto como tú.
- Entonces sabes que todo se extinguirá algún día.
- Muy bien. ¿Quién dice que no?
- Tú, grandísimo tonto. Dijiste que teníamos toda la energía que necesitábamos, para siempre. Dijiste 'para siempre'.
Esa vez le tocó a Adell oponerse.
- Tal vez podamos reconstruir las cosas algún día.
- Nunca.
- ¿Por qué no? Algún día.
- Nunca.
- Pregúntale a Multivac.
- Pregúntale tú a Multivac. Te desafío. Te apuesto cinco dólares a que no es posible.
Adell estaba lo suficientemente borracho como para intentarlo y lo suficientemente sobrio como para traducir los símbolos y operaciones necesarias para formular la pregunta que, en palabras, podría haber correspondido a esto: ¿Podrá la humanidad algún día, sin el gasto neto de energía, devolver al Sol toda su juventud aún después que haya muerto de viejo?
O tal vez podría reducirse a una pregunta más simple, como ésta: ¿Cómo puede disminuirse masivamente la cantidad neta de entropía del universo?
Multivac enmudeció. Los lentos resplandores oscuros cesaron, los clicks distantes de los transmisores terminaron.
Entonces, mientras los asustados técnicos sentían que ya no podían contener más el aliento, el teletipo adjunto a la computadora cobró vida repentinamente. Aparecieron cinco palabras impresas: DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- No hay apuesta -murmuró Lupov. Salieron apresuradamente.
A la mañana siguiente, los dos, con dolor de cabeza y la boca pastosa, habían olvidado el incidente.
Jerrodd, Jerrodine y Jerrodette I y II observaban la imagen estrellada en el visiplato mientras completaban el pasaje por el hiperespacio en un lapso fuera de las dimensiones del tiempo. Inmediatamente, el uniforme de polvo de estrellas dio paso al predominio de un único disco de mármol, brillante, centrado.
- Es X-23 - dijo Jerrodd con confianza. Sus manos delgadas se entrelazaron con fuerza detrás de su espalda y los nudillos se pusieron blancos.
Las pequeñas Jerrodettes, niñas ambas, habían experimentado el pasaje por el hiperespacio por primera vez en su vida. Contuvieron sus risas y se persiguieron locamente alrededor de la madre, gritando:
- Hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado a X-23... hemos llegado...
- Tranquilas, niñas -dijo rápidamente Jerrodine-. ¿Estás seguro, Jerrodd?
- ¿De qué hay que estar seguro? -preguntó Jerrodd, echando una mirada al tubo de metal justo debajo del techo, que ocupaba toda la longitud de la habitación y desaparecía a través de la pared en cada extremo. Tenía la misma longitud que la nave.
Jerrodd sabía poquísimo sobre el grueso tubo de metal excepto que se llamaba Microvac, que uno le hacía preguntas si lo deseaba; que aunque uno no se las hiciera de todas maneras cumplía con su tarea de conducir la nave hacia un destino prefijado, de abastecerla de energía desde alguna de las diversas estaciones de Energía Subgaláctica y de computar las ecuaciones para los saltos hiperespaciales.
Jerrodd y su familia no tenían otra cosa que hacer sino esperar y vivir en los cómodos sectores residenciales de la nave.
Cierta vez alguien le había dicho a Jerrodd, que el 'ac' al final de 'Microvac' quería decir 'computadora análoga' en inglés antiguo, pero estaba a punto de olvidar incluso eso.
Los ojos de Jerrodine estaban húmedos cuando miró el visiplato.
- No puedo evitarlo. Me siento extraña al salir de la Tierra.
- ¿Por qué, caramba? -preguntó Jerrodd-. No teníamos nada allí. En X-23 tendremos todo. No estarás sola. No serás una pionera. Ya hay un millón de personas en ese planeta. Por Dios, nuestros bisnietos tendrán que buscar nuevos mundos porque llegará el día en que X-23 estará superpoblado. -Luego agregó, despues de una pausa reflexiva: - Te aseguro que es una suerte que las computadoras hayan desarrollado viajes interestelares, considerando el ritmo al que aumenta la raza.
- Lo sé, lo sé -respondió Jerrodine con tristeza.
Jerrodette I dijo de inmediato:
- Nuestra Microvac es la mejor Microvac del mundo.
- Eso creo yo también -repuso Jerrodd, desordenándole el pelo.
Era realmente una sensación muy agradable tener una Microvac propia y Jerrodd estaba contento de ser parte de su generación y no de otra. En la juventud de su padre las únicas computadoras eran unas enormes máquinas que ocupaban un espacio de ciento cincuenta kilómetros cuadrados. Sólo había una por planeta. Se llamaban ACs Planetarias. Durante mil años habían crecido constantemente en tamaño y luego, de pronto, llegó el refinamiento. En lugar de transistores hubo válvulas moleculares, de manera que hasta la AC Planetaria más grande podía colocarse en una nave espacial y ocupar sólo la mitad del espacio disponible.
Jerrodd se sentía eufórico siempre que pensaba que su propia Microvac personal era muchísimo más compleja que la antigua y primitiva Multivac que por primera vez había domado al Sol, y casi tan complicada como una AC Planetaria de la Tierra (la más grande) que por primera vez resolvió el problema del viaje hiperespacial e hizo posibles los viajes a las estrellas. - Tantas estrellas, tantos planetas -suspiró Jerrodine, inmersa en sus propios pensamientos-. Supongo que las familias seguirán emigrando siempre a nuevos planetas, tal como lo hacemos nosotros ahora.
- No siempre -respondió Jerrodd, con una sonrisa-. Todo esto terminará algún día, pero no antes de que pasen billones de años. Muchos billones. Hasta las estrellas se extinguen, ¿sabes? Tendrá que aumentar la entropía.
- ¿Qué es la entropía, papá? -preguntó Jerrodette II con voz aguda.
- Entropía, querida, es sólo una palabra que significa la cantidad de desgaste del universo. Todo se desgasta, como sabrás, por ejemplo tu pequeño robot walkie-talkie, ¿recuerdas?
- ¿No puedes ponerle una nueva unidad de energía, como a mi robot?
- Las estrellas son unidades de energía, querida. Una vez que se extinguen, ya no hay más unidades de energía.
Jerrodette I lanzó un chillido de inmediato.
- No las dejes, papá. No permitas que las estrellas se extingan.
- Mira lo que has hecho -susurró Jerrodine, exasperada. - ¿Cómo podía saber que iba a asustarla? -respondió Jerrodd también en un susurro.
- Pregúntale a la Microvac -gimió Jerrodette I-. Pregúntale cómo volver a encender las estrellas.
- Vamos -dijo Jerrodine-. Con eso se tranquilizarán. -(Jerrodette II ya se estaba echando a llorar, también).
Jerrodd se encogió de hombros.
- Ya está bien, queridas. Le preguntaré a Microvac. No se preocupen, ella nos lo dirá.
Le preguntó a la Microvac, y agregó rápidamente:
- Imprimir la respuesta.
Jerrodd retiró la delgada cinta de celufilm y dijo alegremente: - Miren, la Microvac dice que se ocupará de todo cuando llegue el momento, y que no se preocupen.
Jerrodine dijo:
- Y ahora, niñas, es hora de acostarse. Pronto estaremos en nuestro nuevo hogar.
Jerrodd leyó las palabras en el celufilm nuevamente antes de destruirlo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Se encogió de hombros y miró el visiplato. El X-23 estaba cerca.
VJ-23X de Lameth miró las negras profundidades del mapa tridimensional en pequeña escala de la Galaxia y dijo:
- ¿No será una ridiculez que nos preocupe tanto la cuestión?
MQ-17J de Nicron sacudió la cabeza.
- Creo que no. Sabes que la Galaxia estará llena en cinco años con el actual ritmo de expansión.
Los dos parecían jóvenes de poco más de veinte años. Ambos eran altos y de formas perfectas.
- Sin embargo, dijo VJ-23X- me resisto a presentar un informe pesimista al Consejo Galáctico.
- Yo no pensaría en presentar ningún otro tipo de informe. Tenemos que inquietarlos un poco. No hay otro remedio.
VJ-23X suspiró.
- El espacio es infinito. Hay cien billones de galaxias disponibles.
- Cien billones no es infinito, y cada vez se hace menos infinito. ¡Piénsalo! Hace veinte mil años, la humanidad resolvió por primera vez el problema de utilizar energía estelar, y algunos siglos después se hicieron posibles los viajes interestelares. A la humanidad le llevó un millón de años llenar un pequeño mundo y luego sólo quince mil años llenar el resto de la Galaxia. Ahora la población se duplica cada diez años...
VJ-23X lo interrumpió.
- Eso debemos agradecérselo a la inmnortalidad.
- Muy bien. La inmortalidad existe y debemos considerarla. Admito que esta inmortalidad tiene su lado complicado. La galáctica AC nos ha solucionado muchos problemas, pero al resolver el problema de evitar la vejez y la muerte, anuló todas las otras cuestiones.
- Sin embargo no creo que desees abandonar la vida.
- En absoluto -saltó MQ-17J, y luego se suavizó de inmediato-. No todavía. No soy tan viejo. ¿Cuántos años tienes tú?
- Doscientos veintitrés. ¿Y tú?
- Yo todavía no tengo doscientos. Pero, volvamos a lo que decía. La población se duplica cada diez años. Una vez que se llene esta galaxia, habremos llenado otra en diez años. Diez años más y habremos llenado dos más. Otra década, cuatro más. En cien años, habremos llenado mil galaxias; en mil años, un millón de galaxias. En diez mil años, todo el universo conocido. Y entonces, ¿qué?
VJ-23X dijo:
- Como problema paralelo, está el del transporte. Me pregunto cuántas unidades de energía solar se necesitarán para trasladar galaxias de individuos de una galaxia a la siguiente.
- Muy buena observación. La humanidad ya consume dos unidades de energía solar por año.
- La mayor parte de esta energía se desperdicia. Al fin y al cabo, nuestra propia galaxia sola gasta mil unidades de energía solar por año, y nosotros solamente usamos dos de ellas.
- De acuerdo, pero aún con una eficiencia de un cien por ciento, sólo podemos postergar el final. Nuestras necesidades energéticas crecen en progresión geométrica, y a un ritmo mayor que nuestra población. Nos quedaremos sin energía todavía más rápido que sin galaxias. Muy buena observación. Muy, muy buena observación.
- Simplemente tendremos que construir nuevas estrellas con gas interestelar.
- ¿O con calor disipado? -preguntó MQ-17J, con tono sarcástico.
- Puede haber alguna forma de revertir la entropía. Tenemos que preguntárselo a la Galáctica AC.
VJ-23X no hablaba realmente en serio, pero MQ-17J sacó su contacto AC del bolsillo y lo colocó sobre la mesa frente a él.
- No me faltan ganas -dijo-. Es algo que la raza humana tendrá que enfrentar algún día.
Miró sombríamente su pequeño contacto AC. Era un objeto de apenas cinco centímetros cúbicos, nada en sí mismo, pero estaba conectado a través del hiperespacio con la gran Galáctica AC que servía a toda la humanidad y, a su vez era parte integral suya.
MQ-17J hizo una pausa para preguntarse si algún día, en su vida inmortal, llegaría a ver la Galáctica AC. Era un pequeño mundo propio, una telaraña de rayos de energía que contenía la materia dentro de la cual las oleadas de los planos medios ocupaban el lugar de las antiguas y pesadas válvulas moleculares. Sin embargo, a pesar de esos funcionamientos subetéreos, se sabía que la Galáctica AC tenía mil diez metros de ancho.
Repentinamente, MQ-17J preguntó a su contacto AC:
- ¿Es posible revertir la entropía?
VJ-23X, sobresaltado, dijo de inmediato:
- Ah, mira, realmente yo no quise decir que tenías que preguntar eso.
- ¿Por qué no?
- Los dos sabemos que la entropía no puede revertirse. No puedes volver a convertir el humo y las cenizas en un árbol.
- ¿Hay árboles en tu mundo? -preguntó MQ-17J.
El sonido de la Galáctica AC los sobresaltó y les hizo guardar silencio. Se oyó su voz fina y hermosa en el contacto AC en el escritorio. Dijo:
DATOS INSUFICIENTES PARA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
VJ-23X dijo:
- ¡Ves!
Entonces los dos hombres volvieron a la pregunta del informe que tenían que hacer para el Consejo Galáctico.
La mente de Zee Prime abarcó la nueva galaxia con un leve interés en los incontables racimos de estrellas que la poblaban. Nunca había visto eso antes. ¿Alguna vez las vería todas? Tantas estrellas, cada una con su carga de humanidad... una carga que era casi un peso muerto. Cada vez más, la verdadera esencia del hombre había que encontrarla allá afuera, en el espacio.
¡En las mentes, no en los cuerpos! Los cuerpos inmortales permanecían en los planetas, suspendidos sobre los eones. A veces despertaban a una actividad material pero eso era cada vez más raro. Pocos individuos nuevos nacían para unirse a la multitud increíblemente poderosa, pero, ¿qué importaba? Había poco lugar en el universo para nuevos individuos.
Zee Prime despertó de su ensoñación al encontrarse con los sutiles manojos de otra mente.
- Soy Zee Prime. ¿Y tú?
- Soy Dee Sub Wun. ¿Tu galaxia?
- Sólo la llamamos Galaxia. ¿Y tú?
- Llamamos de la misma manera a la nuestra. Todos los hombres llaman Galaxia a su galaxia, y nada más. ¿Por qué será?
- Porque todas las galaxias son iguales.
- No todas. En una galaxia en particular debe de haberse originado la raza humana. Eso la hace diferente.
Zee Prime dijo:
- ¿En cuál?
- No sabría decirte. La Universal AC debe estar enterada.
- ¿Se lo preguntamos? De pronto tengo curiosidad por saberlo.
Las percepciones de Zee Prime se ampliaron hasta que las galaxias mismas se encogieron y se convirtieron en un polvo nuevo, más difuso, sobre un fondo mucho más grande. Tantos cientos de billones de galaxias, cada una con sus seres inmortales, todas llevando su carga de inteligencias, con mentes que vagaban libremente por el espacio. Y sin embargo una de ellas era única entre todas por ser la Galaxia original. Una de ellas tenía en su pasado vago y distante, un período en que había sido la única galaxia poblada por el hombre.
Zee Prime se consumía de curiosidad por ver esa galaxia y gritó:
- ¡Universal AC! ¿En qué galaxia se originó el hombre?
La Universal AC oyó, porque en todos los mundos tenía listos sus receptores, y cada receptor conducía por el hiperespacio a algún punto desconocido donde la Universal AC se mantenía independiente.
ee Prime sólo sabía de un hombre cuyos pensamientos habían penetrado a distancia sensible de la Universal AC, y sólo informó sobre un globo brillante, de sesenta centímetros de diámetro, difícil de ver.
- ¿Pero cómo puede ser eso toda la Universal AC? -había preguntado Zee Prime.
La mayor parte -fue la respuesta- está en el hiperespacio. No puedo imaginarme en qué forma está allí.
Nadie podía imaginarlo, porque hacía mucho que había pasado el día- y eso Zee Prime lo sabía- en que algún hombre tuvo parte en construir la Universal AC. Cada Universal AC diseñaba y construía a su sucesora. Cada una, durante su existencia de un millón de años o más, acumulaba la información necesaria como para construir una sucesora mejor, más intrincada, más capaz en la cual dejar sumergido y almacenado su propio acopio de información e individualidad.
La Universal AC interrumpió los pensamientos erráticos de Zee Prime, no con palabras, sino con directivas. La mentalidad de Zee Prime fue dirigida hacia un difuso mar de Galaxias donde una en particular se agrandaba hasta convertirse en estrellas.
Llegó un pensamiento, infinitamente distante, pero infinitamente claro.
ÉSTA ES LA GALAXIA ORIGINAL DEL HOMBRE.
Pero era igual, al fin y al cabo, igual que cualquier otra, y Zee Prime resopló de desilusión.
Dee Sub Wun, cuya mente había acompañado a Zee Prime, dijo de pronto:
- ¿Y una de estas estrellas es la estrella original del hombre?
La Universal AC respondió:
LA ESTRELLA ORIGINAL DEL HOMBRE SE HA HECHO NOVA. ES UNA ENANA BLANCA.
- ¿Los hombres que la habitaban murieron? -preguntó Zee Prime, sobresaltado y sin pensar.
La Universal AC respondió:
COMO SUCEDE EN ESTOS CASOS UN NUEVO MUNDO PARA SUS CUERPOS FÍSICOS FUE CONSTRUIDO EN EL TIEMPO.
- Sí, por supuesto -dijo Zee Prime, pero aún así lo invadió una sensación de pérdida. Su mente dejó de centrarse en la Galaxia original del hombre, y le permitió volver y perderse en pequeños puntos nebulosos. No quería volver a verla.
Dee Sub Wun dijo:
- ¿Qué sucede?
- Las estrellas están muriendo. La estrella original ha muerto.
- Todas deben morir. ¿Por qué no?
- Pero cuando toda la energía se haya agotado, nuestros cuerpos finalmente morirán, y tú y yo con ellos.
- Llevará billones de años.
- No quiero que suceda, ni siquiera dentro de billones de años. ¡Universal AC! ¿Cómo puede evitarse que las estrellas mueran?
Dee Sub Wun dijo, divertido:
- Estás preguntando cómo podría revertirse la dirección de la entropía.
Y la Universal AC respondió:
TODAVÍA HAY DATOS INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
Los pensamientos de Zee Prime volaron a su propia galaxia. Dejó de pensar en Dee Sub Wun, cuyo cuerpo podría estar esperando en una galaxia a un trillón de años luz de distancia, o en la estrella siguiente a la de Zee Prime. No importaba.
Con aire desdichado, Zee Prime comenzó a recoger hidrógeno interestelar con el cual construir una pequeña estrella propia. Si las estrellas debían morir alguna vez, al menos podrían construirse algunas.
El Hombre, mentalmente, era uno solo, y estaba conformado por un trillón de trillones de cuerpos sin edad, cada uno en su lugar, cada uno descansando, tranquilo e incorruptible, cada uno cuidado por autómatas perfectos, igualmente incorruptibles, mientras las mentes de todos los cuerpos se fusionaban libremente entre sí, sin distinción.
El Hombre dijo:
- El universo está muriendo.
El Hombre miró a su alrededor a las galaxias cada vez más oscuras. Las estrellas gigantes, muy gastadoras, se habían ido hace rato, habían vuelto a lo más oscuro de la oscuridad del pasado distante. Casi todas las estrellas eran enanas blancas, que finalmente se desvanecían.
Se habían creado nuevas estrellas con el polvo que había entre ellas, algunas por procesos naturales, otras por el Hombre mismo, y también se estaban apagando. Las enanas blancas aún podían chocar entre ellas, y de las poderosas fuerzas así liberadas se construirían nuevas estrellas, pero una sola estrella por cada mil estrellas enanas blancas destruidas, y también éstas llegarían a su fin.
El Hombre dijo:
- Cuidadosamente administrada y bajo la dirección de la Cósmica AC, la energía que todavía queda en todo el universo, puede durar billones de años. Pero aún así eventualmente todo llegará a su fin. Por mejor que se la administre, por más que se la racione, la energía gastada desaparece y no puede ser repuesta. La entropía aumenta continuamente.
El Hombre dijo:
- ¿Es posible no revertir la entropía? Preguntémosle a la Cósmica AC.
La AC los rodeó pero no en el espacio. Ni un solo fragmento de ella estaba en el espacio. Estaba en el hiperespacio y hecha de algo que no era materia ni energía. La pregunta sobre su tamaño y su naturaleza ya no tenía sentido comprensible para el Hombre.
- Cósmica AC -dijo el Hombre- ¿cómo puede revertirse la entropía?
La Cósmica AC dijo:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
El Hombre ordenó: - Recoge datos adicionales.
La Cósmica AC dijo:
LO HARÉ. HACE CIENTOS DE BILLONES DE AÑOS QUE LO HAGO. MIS PREDECESORES Y YO HEMOS ESCUCHADO MUCHAS VECES ESTA PREGUNTA. TODOS LOS DATOS QUE TENGO SIGUEN SIENDO INSUFICIENTES.
- ¿Llegará el momento -preguntó el Hombre- en que los datos sean suficientes o el problema es insoluble en todas las circunstancias concebibles?
La Cósmica AC respondió:
NINGÚN PROBLEMA ES INSOLUBLE EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS CONCEBIBLES.
El Hombre preguntó:
- ¿Cuándo tendrás suficientes datos como para responder a la pregunta?
La Cósmica AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
- ¿Seguirás trabajando en eso? -preguntó el Hombre.
La Cósmica AC respondió:
- SÍ. El Hombre dijo:
- Esperaremos.
Las estrellas y las galaxias murieron y se convirtieron en polvo, y el espacio se volvió negro después de tres trillones de años de desgaste.
Uno por uno, el Hombre se fusionó con la AC, cada cuerpo físico perdió su identidad mental en forma tal que no era una pérdida sino una ganancia.
La última mente del Hombre hizo una pausa antes de la fusión, contemplando un espacio que sólo incluía la borra de la última estrella oscura y nada aparte de esa materia increíblemente delgada, agitada al azar por los restos de un calor que se gastaba, asintóticamente, hasta llegar al cero absoluto.
El Hombre dijo:
- AC, ¿es éste el final? ¿Este caos no puede ser revertido al universo una vez más? ¿Esto no puede hacerse?
AC respondió:
LOS DATOS SON TODAVÍA INSUFICIENTES PARA UNA RESPUESTA ESCLARECEDORA.
La última mente del Hombre se fusionó y sólo AC existió en el hiperespacio.
La materia y la energía se agotaron y con ellas el espacio y el tiempo. Hasta AC existía solamente para la última pregunta que nunca había sido respondida desde la época en que dos técnicos en computación medio alcoholizados, tres trillones de años antes, formularon la pregunta en la computadora que era para AC mucho menos de lo que para un hombre el Hombre.
Todas las otras preguntas habían sido contestadas, y hasta que esa última pregunta fuera respondida también, AC no podría liberar su conciencia.
Todos los datos recogidos habían llegado al fin. No quedaba nada para recoger.
Pero toda la información reunida todavía tenía que ser completamente correlacionada y unida en todas sus posibles relaciones.
Se dedicó un intervalo sin tiempo a hacer esto.
Y sucedió que AC aprendió cómo revertir la dirección de la entropía.
Pero no había ningún Hombre a quien AC pudiera dar una respuesta a la última pregunta. No había materia. La respuesta -por demostración- se ocuparía de eso también.
Durante otro intervalo sin tiempo, AC pensó en la mejor forma de hacerlo. Cuidadosamente, AC organizó el programa.
La conciencia de AC abarcó todo lo que alguna vez había sido un universo y pensó en lo que en ese momento era el caos.
Paso a paso, había que hacerlo.
Y AC dijo:
¡HÁGASE LA LUZ!
Y la luz se hizo...
Etiquetas:
Isaac Asimov,
La última pregunta,
The last question
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