viernes, 6 de octubre de 2017

Hermanos

De todas las posibles peleas, entre hermanos, a muerte. Mark Twain decía "nadie conoce a nadie hasta que te toca compartir una herencia". No entiendo por qué se estudia a Nietzsche, que estaba como una regadera, y no a Twain. Puede que la clave esté ahí. En filosofía solo se estudia a los locos. Si el que escribe está cuerdo se considera que dice obviedades que cualquiera puede comprender.

España todavía vive los ecos de un conflicto civil que aterrorizó al mundo y funcionó como campo de pruebas de un conflicto mucho mayor. Aquí se bombardeó población civil por primera vez. ¿Quiénes? ¡Los alemanes de la Legión Cóndor! Quién si no... Gente sensible.

¿Qué es todo esto? ¿Nos hemos vuelto todos locos? Un gobierno catalán de iluminados excluyentes y un gobierno central que actúa como si Franco siguiera viendo películas en El Pardo.

Como siempre que dos se pelean, los Jean Jaurès son los primeros en caer. Se silencian las voces moderadas y mínimamente razonables. No existe un discurso integrador.

Tremendo lo que escribió Isabel Coixet, una de las creadoras más importantes de este país. En un conflicto absurdo los neutrales no tienen razón de ser. Hay que exterminarlos. Conmigo o contra mí. Retrocedemos a la edad de bronce.

Un partido como Convergencia (y su heredero natural) cuyo máximo dirigente resultó ser el jefe de La Familia...

El PP, con una esfinge como comandante supremo. No se sabe si sube, si baja, si está vivo o no nació.

El PSOE, intentando aprovechar el río revuelto a ver si saca algo. ¡En lugar de anteponer los intereses comunes de la nación! Pensar que los voté alguna vez...

Y nuestro rey. Qué decir de nuestro rey. Todas las comparaciones son odiosas, pero... un mensaje para echar más gasolina, justo ahora.

España es un país como no hay otro. Único. Un país en el que vale la pena vivir. Con la mejor gente del mundo. Aquí nadie es de derechas o de izquierdas. Somos un compuesto muy inestable entre Alonso Quijano y Sancho. No sabemos cuándo estamos cuerdos o cuándo nos colgamos de un pino. Según sople el viento.

Y a los diez minutos de decir barbaridares estamos tomando cañas juntos. Y nadie suele irse sin pagar. Salvo que sea... es una bromita. Calma. Los castellanos somos bestias pardas y vosotros no metéis la mano en el bolsillo ni en invierno. Clichés. Todo el mundo sabe que eso no es así. O no. Qué sabe nadie. Raphael, nuestra contribución más profunda a la historia del pensamiento universal. Una sesuda reformulación de la duda socrática en clave carpetovetónica.

¿Cómo es posible que cíclicamente regresen estas tempestades de odio entre hermanos?

Y llegados a este punto de estupidez máxima, ¿cómo desactivamos la bomba que han creado estos incompetentes totales a los que pagamos un sueldo por crear problemas donde no los hay? ¿Qué cortamos? ¿El cable rojo o el azul?

Cataluña ha llegado a ser lo que es con el esfuerzo de miles y miles de emigrantes de otras partes más miserables de España. No pueden olvidarlo. Ahora sus hijos se han vuelto "catalanes de toda la vida". La lógica del converso.

Como ocurre en Suiza o en Alemania, aquí hay sitio para las peculiaridades de cualquier región con sentimientos nacionales en el marco de un estado federal.

Hagamos las cosas bien. Sentémonos a hablar y dejemos la dialéctica de las hostias a un lado.

Juntos somos grandes. Por separado, valemos mucho menos.

Pertenecemos a la nación que ha alumbrado a Rafa Nadal. Alguien que remonta partidos perdiendo 5 juegos a 0 estando 2 sets abajo. A ver si somos dignos compatriotas del manacorí de una vez por todas.

Todos y Todas. Stop a la estupidez.




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