Ayer se produjo una situación insólita. Alemania jugó un partido contra sí misma, ya que el otro equipo citado para los cuartos de final, Argentina, no compareció. Estaba a miles de kilómetros de allí.
Con un juego ordenado, jugadores físicamente en forma y sin aspavientos, Alemania vuelve a meterse en la pelea por un título mundial. Ayudó mucho la inexistencia de rival. Cuentan las crónicas que en la banda había un tipo bajito con cara de desesperación.
La humillación del 4 a 0, lo de la cura de humildad, lo de un equipo repleto de individualidades sin conciencia de grupo y lo de Messi bajando penosamente a buscar balones una y otra vez para intentar sortear a veinte rivales lo dejamos para otra ocasión.
Se confirma que para dirigir un equipo de fútbol -como para dirigir un equipo de cualquier índole- además de pelotas hace falta tener cerebro.
España sí se metió en semifinales. Por primera vez en su historia. Del Bosque es un tipo incapaz de caer mal. El partido fue regular tirando a malo.
Paraguay dio una lección de aguante y pudo haberse alzado con la victoria. En ningún caso fue menos que España. Conserva ese viejo espíritu orgulloso guaraní que en el siglo XIX les llevó a enfrentarse a las potencias de la Triple Alianza. El mismo orgullo que fue causa de su destrucción. Me gusta su equipo.
España volvió a contar con Villa, el torero asturiano que está en racha. Casillas, el portero, salvó al equipo del desastre.
Todos deseamos que España llegue a lo más alto, aunque para ganar a Alemania tendrá que echar el resto y jugársela. Torres no, faz favor... En un partido de estas características puede pasar cualquier cosa.
Vamos España, todavía!
domingo, 4 de julio de 2010
Alemania y España
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