viernes, 10 de noviembre de 2017

Tinta roja

Ella le ofreció un trozo de chocolate mientras permanecía aún sentada.

—¿Sabes...? Eres un amante de primera clase.

Él la miró desde la puerta de la habitación, presto a marchar.

—No es fácil acceder a ti. Eres frío y callado. No hay emoción,  solo acero. Eso es lo que te hace tan bueno.

—Me voy a la milonga. No me esperes— dijo sin despegar los labios. Y abandonó el cuarto sin siquiera volverse.

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