Una hermosa y solidaria noticia que nos llega desde el país más avanzado del mundo, aquel que señala el camino al resto de las naciones, por dónde hay que transitar, cuáles serán las nuevas tendencias.
El país donde un tipo con problemas de autoestima porque en el colegio lo llamaban "gordo" o un iluminado que cree que el mundo se inició en el 4004 A.C. y los dinosaurios siguen entre nosotros te puede pegar 8 tiros cuando vas a comprar el pan o lo que coman por la mañana allí, que dudo mucho sea pan con aceite, ajo y tomate, que es lo que desayuno yo gracias a todo el Panteón de dioses griegos.
¿Existirá una relación directa entre tener un comportamiento deshumanizado con el hecho de comer grasas hidrogenadas saturadas en exceso? Según el profesor Fassulo, de la Universidad de Wichita, las posibilidades de que esto sea así son del 98,56 por ciento. El estudio costó 122 millones de dólares y Fassulo disfrutó de una beca financiada por Monsanto durante 6 años más el año sabático para pensar en sus cosas. ¡Apueste su vida!
Cualquier comparación entre nuestro sistema sanitario y esto que se deja entrever en el artículo que hoy publica el periódico El País resulta sangrante.
Los españoles somos especialistas en reírnos de nosotros mismos y en creer que lo realmente bueno está allende nuestras fronteras. La clase de complejo que hace que consideremos una melodía cantada por un adolescente oligofrénico como algo de mayor valor que una soleá o un fandango, cuando esto último es oro viejo y lo otro no está reflejado en la tabla periódica por cuestiones simplemente higiénicas.
El que piense eso es que es un paleto que riéte de los personajes de Alfredo Landa y no ha viajado. Debo haber recorrido unos 25 países. En muchos de ellos he trabajado, lo que me ha permitido conocer sus estructuras de organización social y política. Dejando a un lado que detesto los controles en los aeropuertos, las esperas interminables, los asientos de los aviones diseñados para Napoleón Bonaparte, la picaresca de algunos funcionarios aeroportuarios para negociar con los "altos" el privilegio de sentarse en la salida de emergencias, la calidad del vuelo que cada vez juzgo peor -un amigo piloto me confesó que todo lo hace el ordenador. Los pilotos ya no desarrollan el instinto de Saint Exupéry o Lindbergh y cuando vienen mal dadas como ocurrió en el fatídico vuelo de Air France de Río a París es muy difícil resolver ecuaciones complejas en tiempo récord. Supongo que en mayor o menor medida todos los que trabajamos con máquinas hemos perdido ciertos instintos humanos. Habría que ver si astronautas actuales serían capaces de regresar a la Tierra en el Apolo XIII como lograron in extremis los protagonistas de esa gesta-, la llegada a un sitio hostil totalmente grogui, más pasaportes, controles, colas, policías de aduanas, transporte hasta el centro y, según el país, el taxista intentará meterte una púa de cuidado cuando uno está tan derrotado que no tiene ni ganas de discutir. Un espanto total.
Sobre el tema de la deshumanización, todo ha sucedido tan rápido en la revolución informática que todavía no somos capaces de calibrar qué se gana y qué se pierde. Por ejemplo, soy un convencido de que la lectura en papel es muy superior a la lectura en sistemas electrónicos, ya se trate de tabletas retroiluminadas (que cansan más la vista) o e-books con tinta electrónica. Tiendo a olvidar con mayor facilidad lo que leo en pantalla electrónica.
Es como si existiera una suerte de sentido de la profundidad anclada en el imaginario colectivo. Una especie de memoria cultural que influyera en nuestra capacidad de asimilación. Aquí también el medio es el mensaje.
Volviendo a la Piel de Toro, como en España en ningún sitio. Así. Tal cual. Sin medias tintas. A ver si empezamos a quererla un poco más.
En lo que a mí respecta, me declaro orgulloso de ser español, de trabajar en este país, de contribuir con mis impuestos al sostenimiento de sistemas como la Seguridad Social, que es un ejemplo para el resto del planeta. Y la sola idea de subirme a un avión para ir a visitar ciertos parques temáticos... preferiría unas vacaciones en Marina d'Or, fíjate tú.
Los europeos, que no son precisamente estúpidos, hacen lo indecible por jubilarse en nuestro país y utilizar, de paso, nuestro sistema sanitario. Hasta el turismo sanitario florece en nuestras tierras.
En otro orden de cosas, no concibo que trabajadores sanitarios españoles se rían ante los estertores de un héroe de guerra con nombre de gigante del cuadrilátero o ante los estertores de nadie, con independencia de su clase social.
Los trabajadores españoles del sector son gente de primera, de ley. La deshumanización extrema es potestad de gente avanzada de países muy, muy avanzados donde probablemente ya hay cyborgs y replicantes mezclados, en turbio contubernio, con humanos.
Qué otra cosa pueden ser ciertos estadistas sino el producto de un proyecto Quimicefa mal planificado y peor ejecutado.
Almirante Cervera on my mind! ¡A mí la legión!
Una cámara oculta revela la agonía de un enfermo mientras las enfermeras se ríen
por J.M.Ahrens, Washington
Al morir, James Dempsey, de 89 años, sabía que alguien le iba a escuchar. Ingresado en un centro de mayores de Atlanta (Georgia), este veterano de la Segunda Guerra Mundial sufrió una atroz agonía mientras las enfermeras revoloteaban a su lado sin prestarle atención e incluso respondían con carcajadas a su sufrimiento. Más de dos horas tardaron en avisar al servicio de emergencias y practicarle la reanimación cardiopulmonar. Una ayuda que llegó demasiado tarde. Dempsey falleció esa misma noche y el centro se apresuró a ofrecer una versión exculpatoria.
La familia llegó a creer a la entidad hasta que el hijo del fallecido recuperó una cámara que había instalado secretamente en la habitación. Las imágenes dejan al aire unas escenas de desatención e inhumanidad que han conmocionado a EE UU y puesto sobre el tapete las deficiencias de su precario sistema de atención sanitaria. Más de 251.000 personas mueren al año en el país por negligencias médicas. Solo las enfermedades cardiacas y el cáncer quedan por delante, según un estudio de la Universidad John Hopkins publicado en The British Medical Journal.
La muerte de Dempsey se remonta al 27 de febrero de 2014, pero el caso no ha salido a la luz hasta este mes, cuando el Tribunal Supremo de Georgia, a instancias de la cadena NBC 11 Alive y con apoyo del hijo, autorizó emitir la grabación. Este material, de una claridad lacerante, resultó clave en el juicio y permitió a la familia llegar a un acuerdo indemnizatorio con el Centro de Salud y Rehabilitación del Noreste de Atlanta.
Los hechos arrancan a las 4.34 de la madrugada. El paciente, con síntomas de asfixia, empezó a moverse y, visiblemente asustado, apretó el botón de emergencia. “¡Ayúdenme, ayúdenme, ayúdenme!”, se le oye gritar. "¡No puedo respirar, ayuda!", insiste sin éxito.
Ocho minutos después, entraba una cuidadora en la habitación. Dempsey seguía agitándose y apenas podía respirar. La enfermera ajustó las sábanas, miró distraídamente los tubos, apagó el indicador de auxilio y le dio la espalda. Durante más de una hora, el veterano volvió a quedarse solo. Cuando las enfermeras regresaron, ya había perdido la consciencia. Tampoco hicieron nada.
Solo una hora después, sobre las 6.30, empezaron a practicar las maniobras de resucitación. Un procedimiento que llevó a cabo la supervisora, Wanda Nuckles, entre risas de sus compañeras y sin ningún éxito.
Tras el fallecimiento, las enfermeras mintieron con largueza sobre lo ocurrido. Sostuvieron que ante la llamada del paciente, habían corrido a su habitación y le habían intentado reanimar sin descanso. “A no ser que un médico ordene lo contrario, se debe continuar. Esa ha sido siempre la norma”, declaró en la vista oral la supervisora. Pero cuando se le mostraron las imágenes, el rostro de Nuckles demudó. Su coartada se había venido abajo y, aunque a regañadientes, admitió que en los primeros momentos no había practicado ninguna maniobra.
- ¿Y cómo se siente viendo esto?, le preguntó el abogado de la familia.
- Enferma, respondió la supervisora.
A ella y sus dos compañeras les ha sido retirada la licencia. La familia, cuyo acuerdo con el centro privado no se ha hecho público, ha guardado silencio. Las imágenes hablan por sí mismas.
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2 comentarios:
Teniendo en cuenta que son presididos por el Cyborg supremo...
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