viernes, 22 de abril de 2011

Ameba Fernández

Decir que Alberto Fernández, jefe de gabinete de Cristina Fernández de Kirchner, es un Tiranosaurio Rex resulta excesivo. Habría que situarlo en un estadio de la evolución muy anterior. No, la sangre de Aristóteles tampoco corre por sus venas.

La izquierda o la supuesta izquierda debería hacer exámenes de ingreso y no aceptar entre sus filas a personajes que hacen más daño que bien. Cero en capacidad dialéctica, diez en intolerancia.

En estos tiempos miserables en que resulta preciso refundar los movimientos progresistas, ya que los problemas tradicionales no sólo subsisten sino que se han visto amplificados por la voracidad de los tiburones financieros, el cambio global en marcha necesita personas de altura y discursos como el de Alberto Fernández con motivo de la participación de Vargas Llosa y Fernando Savater en la Feria del Libro de Buenos Aires resultan patéticos y muy lamentables.

Se miren como se miren, la intolerancia y la falta de sentido del humor revelan un alma pobre. Hay que superar la fase del insulto prehistórico y discutir con argumentos. Sin acritud, como diría aquél...

1 comentario:

Hugo dijo...

Tal vez, Martín, tendríamos que remontarnos al orígen del universo para encontrarle una explicación a la presencia de don Alberto. Ser de mononeurona, es casi imposible clasificarlo; tal vez en aquel remolino de energías palpitantes se forjó un único átomo, irrepetible aún con el Gran Colisionador de Hadrones (La Máquina de Dios) que hurga en el Big Bang, allá en Suiza. Este átomo esperó pacientemente durante eónes, hasta encontrar el momento propicio para corporizarse en un microcéfalo.
Es dable pensar que, a pesar de todo, tenemos suerte; si este sujeto contara con más poder, Fahrenheit 451 quedaría a la altura de un mero fósforo. Mientras tanto, el país -nuestro país- que supo ser el más avanzado de esta vapuleada América Latina, muestra al mundo su decadencia y mediocridad por medio de estos lamentables personajes.
Pero a muchos ciudadanos no les preocupan estas cuestiones, andan muy ocupados consiguiendo subsidios, prebendas, planes, bolsones, puestos y participación en amontonamientos partidarios (a cobrar al final del acto). Ellos hacen caso omiso de las diatribas de don Alberto, todo en pos de vivir sin laburar.
"Siga el baile, siga el baile" (Alberto Castillo dixit).