viernes, 29 de abril de 2011
Los problemas son puramente psicológicos
Los príncipes ya se han casado y ya me siento mucho más tranquilo. En su etapa de muerte, el gobierno español lo está haciendo genial y Messi es un dios. La oposición ayuda lo suyo, ya que sólo le interesa el bien general. Unos por otros...
Hay 5.000.000 personas muy ilusionadas con la boda real inglesa (¡yo también!). La gente se muere del amor...
Si alguien no encuentra trabajo en la piel de toro debe ir al psicólogo (esteeee... guau....). El problema es suyo y sólo suyo.
La crisis económica hostiga aún al mercado laboral, pese a encadenar ya más de tres años de destrucción de empleo. Y el paro pulveriza, otra vez, cualquier registro precedente: en el primer trimestre alcanzó los 4,91 millones de personas, tras sumar 213.500 desempleados más. Eso supone un 21,3% de la población activa, una tasa que también se sitúa entre las peores de la serie estadística. Como había sostenido el Gobierno, no se llegó a los cinco millones de desempleados, pero solo porque cundió el desánimo y la población activa retrocedió.
La Encuesta de Población Activa (EPA), que acaba de divulgar el Instituto Nacional de Estadística, revela además que entre enero y marzo hubo un notable descenso del número de personas con empleo, al registrarse 256.500 ocupados menos. La crisis se ha llevado ya por delante 2,37 millones de empleos, una medida inapelable de su voracidad.
La economía española apura el amargo trago de la Gran Recesión. Y el paro es el síntoma de que la crisis internacional ha encontrado aquí motivos para enraizarse. España es el país industrializado que más aporta al cómputo de empleos destruidos desde 2008. La comparación con las grandes economías es esclarecedora: en un extremo, España, con una tasa de paro que escala al 21,3%; en el otro, Alemania, el gran vencedor de la crisis, con una proporción de desempleados que baja al 7,1%. Además, atiza la inflación (un 3,8% en abril), del crecimiento económico apenas hay noticias y la desconfianza nunca se ha ido de los mercados financieros. Una realidad contundente que empequeñece cualquier atisbo de recuperación.
El primer trimestre suele ser el peor para el mercado laboral por razones estacionales (menos obras por el mal tiempo, menos consumo de las familias tras las fiestas navideñas, menor actividad turística y comercial). Y este año no ha escapado a la costumbre; más aún cuando la Semana Santa, que arrastra empleos en el sector servicios, se ha retrasado a abril. Es lo que ya habían anticipado, mes a mes, los datos de afiliación a la Seguridad Social.
Pero en más de un sentido, el dato es peor de lo esperado. La crisis llegó a su punto de ebullición en el primer trimestre de 2009, cuando desaparecieron 766.000 empleos de un golpe. Y solo empezó a ceder en el otoño de aquel año: a partir de entonces, la pérdida de puestos de trabajo siguió contándose por decenas de miles, pero fue siempre menor que en el mismo periodo del año anterior. La destrucción de empleo se moderaba paso a paso, antes de dar comienzo a la ansiada recuperación de puestos de trabajo. Pero ahora esa tendencia se ha quebrado: en el primer trimestre de este año se perdieron más empleos (256.500) que en el mismo periodo de 2010 (251.700).
El rastro de la destrucción de empleo por sectores deja también noticias preocupantes. La industria, donde se concentran los primeros síntomas de recuperación económica, se dejó 82.000 empleos. El desplome de la construcción (78.500 empleos menos) no tiene fin, pese a haber acaparado más de la mitad de los puestos de trabajo destruidos desde 2007. Ambos sectores perdieron más empleo que los servicios (74.600), que ocupa a un 70% de las personas con trabajo en España. De hecho, este sector es el único en el que el número de trabajadores es ahora mayor que un año antes.
A diferencia de otras etapas de destrucción de empleo, entre los asalariados se perdieron más puestos de trabajo indefinidos (193.400), que temporales (54.300). Mientras la tasa de temporalidad sigue anclada en el 24,8%, es en la contratación a tiempo parcial donde se registra una novedad reseñable. Este tipo de contratos, impulsados por un plan de bonificación de las cotizaciones sociales aprobado por el Gobierno en febrero, aumentó casi un 5%, con especial incidencia entre los hombres (un 15% más). Sin embargo, esta medida no fue suficiente para revertir la incidencia de la crisis entre los más jóvenes. El 80% de la destrucción de empleo en el trimestre se concentró en los menores de 34 años. Y el paro juvenil (hasta 25 años) llegó otra vez al 45%, un récord desde 1994. De hecho, la ocupación solo creció entre los mayores de 50 años.
En suma, no se llegó a los cinco millones de parados, la última barrera psicológica de contención a la que se ha agarrado el Gobierno, aunque la vicepresidenta económica, Elena Salgado, ya evitó esta semana mostrar señal de alivio alguna. "Eso no puede ocultar la gravedad de la cifra de paro, es inasumible", dijo el jueves. Más aún cuando, como ocurrió el trimestre anterior, el crecimiento del paro vino acompañado de una reducción de la población activa. Para los expertos, éste es un síntoma preocupante: en la primera mitad de 2010, el número de personas que tenía o buscaba un empleo había aumentado, lo que se tomó como una señal de que lo peor quedaba atrás. Pero desde otoño pasado vuelve a reinar el desánimo. Y muchas personas dejan de buscar trabajo porque no creen que lo vayan a encontrar.
En el arranque de este año, la población activa disminuyó en 42.900 personas; casi el 70% de ese retroceso se concentró en la población inmigrante. Desde que estalló la crisis, solo en el tercer trimestre de 2009 se registró una caída mayor. Si esta vez se hubiese seguido la pauta del trimestre inicial de 2009 y 2010 (en ambos periodos se sumaron más de 30.000 personas a la población activa), el número de parados habría estado mucho más cerca de los cinco millones de personas. Lo que sí acreditan las cifras del primer trimestre es que el paro volvió a aumentar más en las mujeres (123.800) que en los hombres (89.900), en contra de lo que pasaba en la fase inicial de la crisis.
Algunas estadísticas revelan que la situación bordea, para muchos, lo insostenible, después de tres años de crisis. El número de hogares con todos sus miembros en paro volvió a subir y se sitúa ya en los 1,38 millones. Hay más de dos millones de personas que llevan buscando trabajo más de un año. Y la red de seguridad empieza a resquebrajarse. Según los datos suministrados por el Ministerio de Trabajo, un millón de parados no percibe ni prestación ni subsidio por desempleo, ya sea por no haber cotizado lo suficiente, ya por haber agotado el tiempo de derecho a cobro. Y con el ajuste del déficit público como prioridad en la agenda política (y en la de los mercados financieros), es cada vez más improbable que la Administración vaya en su auxilio.
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