viernes, 1 de abril de 2011

Los liquidadores de Fukushima son conscientes de que van a morir

En la central nuclear de Fukushima se está desarrollando un drama humano que nos toca a todos. Se trata de los héroes de Japón, operarios que van a sacrificar sus vidas en beneficio de la comunidad. Una suerte de kamikazes -esta vez no para destruir, sino para salvar vidas- del nuevo siglo por los que no se puede sentir sino respeto y admiración.

Ya empiezan a detectarse partículas radioactivas en diversas partes del globo. La leche en los EEUU, pequeñas concentraciones en España. Sí, premio, Mr. Burns! La atmósfera terrestre es sólo una. Si después de esta clase de experiencias el mundo sigue utilizando la energía nuclear, entonces la humanidad no tiene remedio. Probablemente, en las zonas de exclusión de Chernóbil y de Fukushima hay suficiente espacio para instalar a todos los suicidas pronucleares del planeta.

Lo tienen claro. Saben cuál va a ser su futuro o por lo menos se lo imaginan. Los 300 trabajadores, entre bomberos y personal, que desde el pasado 11 de marzo trabajan en turnos rotatorios de 50 para atajar la crisis de la central de Fukushima sólo "esperan morir" ante los altos niveles de radiación a los que han estado y están expuestos.

La madre de uno de estos 'liquidadores' ha confesado al diario británico 'The Daily Telegraph' que su hijo y el resto de trabajadores se han reunido y han discutido sobre su situación llegando a la conclusión que su única posibilidad es la muerte.

"Mi hijo y sus colegas han analizado detenidamente su situación y se han resignado a morir si es necesario a largo plazo", ha afirmado la mujer.

Además, una serie de mails, revelados por la prensa y que fueron enviados por los 'liquidadores' a sus familias revelan las extremas condiciones en las que se encuentran.

"Llorar es inútil. Si estamos en el infierno ahora todo lo que se puede hacer es trepar hasta el cielo. Por favor, tengan cuidado con la fuerza oculta de la energía nuclear. Me aseguraré de que vayamos a recuperarnos", registra uno de los correos.

"Llevamos en los trabajos de reparación desde que ocurrió el terremoto (...) La ciudad en la que vivo, Namie-machi, fue arrasada por el tsunami. Mis padres fueron arrastrados por el tsunami y aún no sé dónde están (...) Estoy encadenado en un trabajo extremadamente duro bajo estas condiciones mentales. ¡No puedo más!", se angustia otro empleado en Fukushima.

Mientras los conocidos en Japón como los 'samurais de Fukushima' temen por su vida, la empresa dueña de la central, Tepco, ha anunciado que debido a la escasez de medidores con los que se cuenta en la central se ha decidido reducir el número de personas que trabajan en la planta.

Ante esta situación, la empresa ha anunciado que "hasta que no haya uno para cada trabajador, van a reducir el número de ellos que trabajan en la planta". En declaraciones a NHK, uno de los trabajadores que ya ha abandonado Fukushima afirmó que sólo hay uno o dos medidores por cada grupo de trabajo, con lo que no siempre puedes medir a cuánta radiación estás expuesto.

Así, sólo los jefes de las cuadrillas cuentan con un medidor, lo que aumenta el riesgo de exposición del resto de trabajadores. De hecho, unos 180 han tenido que trabajar sin esta máquina durante todo un día.

Esta semana se revelaba las condiciones extremas en las que viven estos samurais con tan sólo dos comidas al día y durmiendo cubiertos por una capa de plomo y una manta en cualquier instancia de la central.

Los temores sobre posibles fugas en la planta aumentó después de que se hallará restos de yodo radiactivo en el agua de mar en niveles que superan 4.385 veces el límite legal. Además, la contaminación radiactiva en el agua subterránea debajo del reactor 2 está 10.000 veces por encima de la normativa sanitaria del Gobierno.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) dijo que los límites seguros de radiactividad se habían superado en un radio de hasta 25 kilómetros de distancia de la planta, e instó al Gobierno a reconsiderar su zona de exclusión que ahora está en 20 kilómetros.

Varias pruebas realizadas por el organismo en la aldea de Iitate, 25 kilómetros al noroeste de Fukushima, mostraron lecturas dos veces superiores a los niveles en que la agencia recomienda evacuación. Sin embargo Naoto Kan, el primer ministro, dijo que no había planes para ampliar la zona de los actuales 20 kilómetros.

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