martes, 5 de septiembre de 2017

Cuentos de la taberna del ciervo blanco

Bien. Como decíamos ayer... Cuentos de la taberna del ciervo blanco es una breve compilación de cuentos de Arthur C. Clarke. Es un libro delicioso al que regreso de cuando en cuando. Tanto regreso que está prácticamente deshecho.

Clarke era uno de mis héroes de juventud, junto a Bradbury y Asimov. Viviendo aún en Buenos Aires, ya se sabe, los argentinos estamos en el sur del sur y por efecto de la gravedad la sangre se nos agolpa en la cabeza, recuerdo haber soñado con el destino que Clarke eligió para instalarse y escribir: el paraíso de Sri Lanka, antiguo territorio de Ceylán, sus playas con aguas cristalinas.

Siendo un pibe de barrio, recuerdo haberme oído decir "algún día escribiré mirando al mar. En una playa como la que habita Clarke".

En el nombre está todo. Las semillas de lo que puede ser. Cuentos de la taberna del ciervo blanco (el título original no incluye la palabra "taberna") es un título redondo. De tabaco -cierro los ojos y alcanzo a sentir el aroma de Borkum Riff, el tabaco para pipa que me enviaba a comprar mi padre-, interminables pintas de cerveza e historias fascinantes. Marineros de hierro que han sobrevivido a mil tormentas. Que siempre se ponen de pie.

Los seres humanos somos contadores de historias por definición. Nos hemos convertido en animales pensantes escuchando relatos junto al fuego.

Es preciso poner en forma la capacidad de asombro: el mundo está lleno de maravillas.

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