No existe la muerte. Existe el recuerdo de lo que se vivió con intensidad.
Así que pasen cinco, siete años, una sacada, un gancho tuyo concentrando todas las miradas se convertirán en verso, un cuento mío. Un tango que canté camino de playas inalcanzables, una soleá que toqué en noviembre para vos florecerán en líneas, imágenes, construcciones sólidas de tu mano.
Y quieran todos los dioses, algo de este amor, tan loco, tan extremo, tan sin medida, ponga algún día piedras de futura mirada. Que tengas hijos lejos de mí y que tal vez, solo tal vez, se me parezca alguno.
Cuando por fin el tiempo amarillee mi fotografía en blanco y negro con ojos azules, porque me iré mucho antes en busca de suaves médanos, quedarán las lluvias, las risas, las tazas humeantes. El arte antiguo de amar.
Todas las lunas de todos los cielos.
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1 comentario:
Lo quieran los dioses...
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